Punto de vista de Phera
La tensión en la habitación era tan densa que se podía cortar con un cuchillo, un peso tangible que colgaba pesadamente en el aire entre nosotros. Axel, Damon y Zane estaban sentados frente a mí, todos igualmente imponentes en su postura pero visiblemente diferentes en sus expresiones. Sus caras estaban marcadas con una mezcla de anticipación y temor, como si cada uno estuviera preparándose para una tormenta inminente. Las paredes de la oficina, normalmente un ejemplo de profesionalismo clínico, parecían cerrarse sobre nosotros, centrando la atención en el torbellino emocional en su centro: yo. Damon fue el primero en romper el silencio. Apretó la mandíbula mientras inhalaba profundamente, y luego fijó sus ojos grises en los míos, como si intentara buscar algo que
