Emma se quedó mirando como Max subió a su auto y la miró en espera de que ella hiciera lo mismo, pero en el suyo que había aparcado detrás de él, ella soltó un suspiro y negó. —¿Qué se traerá entre manos?—murmuró para sí misma, subió al auto y lo siguió, pareció emocionado Max desde su lugar una vez que se estacionó a su lado en el primer semáforo. Bajó el vidrio y miró hacia Emma. —No me pierdas de vista, pervertida—alzó Emma una de sus cejas, el escuchar como la había llamado era el recordatorio de todas las veces que habían tenido sexo, apretó sus muslos y negó a sí misma. —Cuerpo traicionero—murmuró, el semáforo cambió a verde y lo siguió, esquivó el tráfico a la perfección, casi veinte minutos después, Max sacó la mano para señalarle por donde iba a entrar, era un edificio alto,

