—Era más fácil mi vida cuando no te quería —dijo Amanda meciendo a Iván, y no pude evitar sonreír, descubriéndome solo.
Tenía cerca de una hora intentando dormir, pero, sería porque había dormido todo el día debido a la fiebre, pero no podía dormir a pesar de que aún me sentía bastante cansado.
En el transcurso de esa hora, Iván había despertado, y, a pesar de que ya no estaba llorando, seguía sin dormirse, y eran cerca de la una de la mañana.
Amanda tenía como media hora arrullándolo, hablándole y mirándole moverse.
Al saberme despierto, Amanda llevó a nuestro hijo a nuestra cama, y le miré sonriendo, ella me miró con los ojos entrecerrados.
—Si no tenías sueño, debiste tomar la noche para cuidarlo —dijo en medio de un bostezo a manera de reclamo—. Yo tengo casi veinticuatro hora
