Capitulo 4: Conociendo a Maldad
No pude dejar de temblar con todo lo que estaba pasando en la cárcel, es decir, acepte este trabajo pero no creí que fuera tan peligroso ni mucho menos que desafiara mi paz o salud mental.
Estaba aterrorizada.
Entre a mi auto y coloque algo de música de la radio con Harry Styles, As it was.
//…Me está reteniendo, la gravedad me está reteniendo, quiero que tiendas la palma de tu mano, ¿por qué no lo dejamos así? No hay nada que decir cuando todo se interpone. Parece que no puedes ser reemplazado, y que seré yo el que me quede. En este mundo, somos solo tú y yo. Sabes que ya no es lo mismo que era. En este mundo, somos solo tú y yo. Sabes que ya no es como era, como era, como era, sabes que no es igual. Respondo al teléfono: Harry, no estás bien solo, ¿por qué estás en casa sentado en el suelo? ¿Qué clase de pastillas estás tomando? Suena el timbre, y nadie viene a ayudar. Tu papá vive a su aire, solo quiere saber que estás bien. En este mundo, somos solo tú y yo. Sabes que ya no es lo mismo que era. En este mundo, somos solo tú y yo. Sabes que ya no es como era, como era, como era, sabes que no es igual. Vete a casa, sigue adelante, internet de alta velocidad, no quiero hablar de cómo era. Abandona América, dos niños la siguen, no quiero hablar de quién lo hace primero. Como era, sabes que ya no es como era, como era…//
Solté un suspiro, la música siempre lograba relajarme, de esa forma siempre me calmaba, pero fue imposible estar completamente en paz o calmada.
Vamos Paola, controlada, eres una profesional.
Me salí del auto luego de lo que me pareció media hora y vi que un guardia se acerco.
—Licenciada —dijo el guardia—, ya puede pasar.
Lo mire a la expectativa.
—¿Pero que paso? —pregunte.
—Al parecer en el receso salieron y hubo una pelea. —dijo.
—¿Que? —dije abriendo la boca escandalizada.
—Es mas común de lo que crees —dijo.
¿Era común las peleas en la cárcel?
—¿Pero están bien? —pregunte.
El guardia se encogió de hombros.
—Creo que a alguien le sacaron un ojo —dijo como si no fuera la gran cosa— y a otro le aplastaron el cráneo, pero no estoy seguro.
—¿QUE? —solte en shock.
—Alguno es un psicópata u otro es un asesino —dijo—, son desperdicios de personas.
Me quede sin aliento.
Desperdicios de personas.
No creía que nadie fuera un desperdicio de persona, algunas personas solo no supieron vivir.
—Ay Santo. —susurre llevando la mano a mi pecho.
—Calma, como dije, es común —dijo el guardia.
Lo pensé por un momento, solo pensaba en el recluso con el que tuve el sueño húmedo, pensar en que lo hubieran asesinado…
—¿Pero Moisés tiene que ver en ese pelea? —pregunte—, ¿estuvo involucrado?
El guardia frunció el ceño sin comprender.
—¿Quien? —pregunto.
—Moisés —explique—, Moises Fonsi.
El me miro sin entender de quien hablaba, asi que agregue:
—Maldad —dije—, quise decir Maldad.
Todo el mundo lo conoció por su sobrenombre.
El guardia entendió.
—Oh —dijo afirmando con la cabeza— Siempre tiene que ver.
—¿Siempre? —repetí.
—La mayoría siempre busca a alguien quien seguir —explico el guardia—, y un manipulador como el, es algo casi común.
—Entiendo. —dije, Maldad era alguien estratega obviamente sabia como controlar a las personas a su beneficio.
—Pase —dijo el guardia—, yo la escolto.
—Gracias. —dije, realmente tenerlo cerca me aliviaba un poco.
Entre con el corazón acelerado escoltada por el guardia, ya habían metido a todos los reclusos a sus celdas, fui a mi oficina acomodando mis cosas sintiendo que en cualquier momento iba a desmayarme o algo así.
Calmada Paola, solo… calmada.
—Gracias —le dije al guardia.
—Puedo quedarme. —ofreció, estaba solo ahí parado en la puerta viéndome.
Eso ya se comenzo a sentir raro.
—No —dije sin querer ser grosera—, esta bien.
—Una damisela como tu hay que cuidarla. —dijo.
Quise girarle los ojos, pero solo me quede seria.
—Estoy bien cuidada, gracias. —ahora tendría que ser petulante.
Solo quería que se fuera.
El iba a decir algo mas pero en eso entro un guardia de mayor rango, se reconocía por las estrellas.
—Buen día —dijo el guarda mayor—, ya estamos listo para traer al recluso.
—Vale. —dije.
—Vamos a pasar a los involucrados en la pelea. —dijo.
—Esta bien. —afirme con la cabeza.
El guardia no tuvo mas opción que salir y el guardia mayor también dejándome por un momento sola.
Ahora tenia que prepararme y entrar en mi papel de psicóloga.
Comencé a pasar a los involucrados en la pelea, atacaron a dos abusador de menores dejándolos casi muertos, los llevaron al hospital pero estaban muy mal, eran reclusos con cadenas perpetuas, no tenían dolientes. Pero todos con los que hable no eran exactamente lo primeros atacantes, sino que se involucraron porque todos lo hacían y llegue al fondo.
Había una mente maestra.
Alguien en las sombras que ordeno a los demás a atacar y paso tan desapercibido que nadie lo pudo meter en problemas.
—¿No hay mas reclusos involucrados en la pelea? —pregunte al ultimo recluso.
—No. —respondió sin ánimos de ser simpático.
¿Maldad no estuvo?
Según los guardias, Maldad estaba alejado de los hechos.
Raro, porque cada vez que preguntaba por Maldad a los reclusos no hablan, cambiaban el tema o solamente decían que no tuvo nada que ver.
Eso me parecía muy sospechoso.
Lo encubrían.
Llame al guardia mayor cuando ya se había acabado mis pacientes de hoy y le pregunte si podria traer a Maldad.
—¿Puede hacerlo pasar? —pregunte.
—Si claro. —dijo.
Solo fueron unos minutos donde respire profundo sin saber por que estaba nerviosa y entonces, Maldad entro.
Por un momento mi respiración se descontrolo, pero es que su mirada profunda de ojos azules se fijo en mi, sus labios estirándose en una sonrisa que me hizo tragar pesadamente saliva al ver el verdadero rostro de la maldad pura.
Este hombre era capaz de helar la sangre con su belleza abismal.
—¿Querias verme? —pregunto cuando se sentó, las esposas cubriendo sus muñecas, su traje naranja colgando de sus caderas mostrando la camiseta de abajo blanca que dejaba al descubierto todos los tatuajes de distintos colores que estaban en su piel, su mano derecha parecía algo hinchada, los nudillos rojos.
Tan atrayente como el infierno, era mi definición.
Los guardias salieron dejándonos solos.
Calmada, Paola, eres la psicóloga, no tienes que mostrar que te intimida.
—¿Que tal tu día? —pregunte echándome ligeramente hacia adelante.
—Muy bien —amplio su sonrisa—, gracias por preocuparte por mi, hermosa.
Que me dijera hermosa no debio revolverme el estomago como lo hizo, pero… mi cuerpo reaccionaba ante el y no podía controlarlo.
—Veo tus nudillos enrojecidos. —comente fijando mi mirada en sus manos.
—Estuve golpeando algunas cosas. —miro sus nudillos pareciendo orgulloso.
—¿Te involucraste en la pelea? —indague.
El fijo sus ojos azules en mi nuevamente.
—Si —acepto sin ganas de mentir.
—¿Por que?
—Por que quise —dijo simplemente.
Incline ligeramente mi cabeza a un lado para analizar mejor su reacción.
—¿Entonces golpeaste a alguien? —pregunte.
—No en realidad —dijo—, solo doy un primer golpe y el resto lo riego como un chisme y dentro de esa cueva de lobos solo es ver como se destrozan entre si.
Como lo sospeche, era la mente maestra, hacia que todo fuera un caos y el salia ileso.
—¿Sientes placer cuando golpeas o hay caos a tu alrededor? —pregunte.
El lo pensó por un momento.
—No, solo poder, porque ellos entienden que no pueden meterse conmigo. —explico.
—¿Sientes que de algun modo, cuando creas este caos, la gente te teme? —pregunte.
—Si. —afirmo con la cabeza.
—¿Eso te hace sentir respetado?
El alzo ambas cejas para decir:
—Si, me da poder.
Como lo sospechaba, tenia obsesión por el control, probablemente porque en su infancia nunca lo tuvo.
—¿Te gusta el poder? —pregunte.
—¿A quien no le gusta el poder? —replico— Con el poder todos hacen lo que quieres.
Entrecerre los ojos.
—¿Sientes placer con el poder?
Lo vi pensarlo por un momento, creo que era la conversacion mas fluida que habiamos tenido. El relamió sus labios para decir:
—Mucho.
—¿Cuando hay caos a tu alrededor o golpeas a alguien sientes placer s****l? —segui indagando y sin saber porque mis mejillas se sonrojaron un poco.
El sonrio, su mirada fija en la mia cuando dijo:
—Me excitan muchas cosas del poder, pero placer s****l no, dominar en la cama si —sus ojos bajaron a mis labios—, pero no te asustes, nada de golpes… a menos que te guste.
Senti acalorarme por el simple hecho de recordar el sueño humedo y lo bueo que fue cuando me agarro por todos lados dominandome.
Basta Paola, mal momento para pensar eso.
Aclare mi garganta y cambie el tema.
—Nunca nadie ha venido a visitarte —dije viendo su historial.
—No me gustan las visitas —se limito a decir.
—¿Te la llevas bien con tus padres? —continue.
—No tengo padres. —solto.
Lo mire, el se mantuvo serio, como si de verdad no estuviera mintiendo.
Pero sabia que mentia.
—En tu historial dice que si —replique, al menos su padre decía que estaba vivo..
—No tengo familia, no tengo padres. —refuto y note como su ceño se frunció un poco, parecía algo molesto.
Afirme con la cabeza dándome cuenta que no iba a poder sacarle mas información y corria el riesgo de que si presionaba se cerraría y se alejaría de mi y este avance quedara estancado.
Estaba bien por hoy.
—Gracias por su tiempo, señor Fonsi —dije.
El alzo una ceja, parecía algo sorprendido de que me estuviera despidiendo.
—¿Ya se acabo la sesión? Fue muy rápido —dijo.
Afirme con la cabeza evitando su mirada.
—Puedes retirarte —dije.
—No —replico, alce la vista hacia el—. Quisiera seguir hablando contigo.
Frunci el ceño un poco, realmente no me esperaba que me dijera eso.
—¿Que deseas hablar? —pregunte.
—No lo se —se encogio de hombros—, pero, me pareces interesante, como persona, como mujer, como pareja.
Nuevamente el calor invadiendo mis mejillas.
Ay joder.
Tenia que controlarme.
—Yo no busco otra relacion —dije—, asi que lo siento.
El sonrio.
—Cuando seas mia —dijo—, ya no querras estar con otros hombres.
Deje de respirar y tuve que apartar la mirada de el cuando el sueño humedo donde me besaba y me tocaba el cuerpo se volvio a reflejar en mi mente.
Maldicion.
Toque el boton debajo del escritorio y los guardias entraron para escoltarlo, solo lo observe, el tambien me observaba y tuve que apartar la mirada otra vez cuando estiro sus labios en esa sonrisa que prometia peligro.
Se fue, pero aun no podia comprender por que me mintio de sus padres, ni mucho menos porque no me ponia nerviosa, pero sobre todo… por que todo mi cuerpo le gustaba lo que sentia estando cerca de el.
Algo debia de estar mal.