Sentado en la sala de reuniones privada que tenía en el mismo piso de su oficina, Ezekiel ocupaba el puesto de cabecera y contemplaba en silencio el café ante él, junto con su tablet en donde "supuestamente" había tomado algunas notas de la reunión que finalizó hacía unos minutos. Pero la verdad era muy distinta, ya que la mente del falso humano estuvo a kilómetros de distancia desde el mismo instante en que tomó asiento y hasta el momento, seguía por allá, divagando en la conversación que terminó en una discusión con su príncipe.
Ezekiel entendía la razón por la cual Dorian se había vuelto a enojar hasta el punto de no volver a enviarle mensajes. Claro, en su momento, tan frustrado como se sintió, en vez de comprender el comportamiento de su príncipe, fue más fácil culparlo de toda la di
