Capítulo VI

2069 Palabras
Lynn Annie no aparecía por ninguna parte, y la clase ya casi empezaba. Esto no es la secundaría, ya debería saberlo. Entré y me senté en el frente, la chica de pelo n***o que siempre me mira feo pasó junto a mí ignorándome. Saqué mi apuntador, pero mis pensamientos estaban en Joshua y Annie. Tal vez se encontraron de nuevo... Sin darme cuenta mi amiga apareció a mi lado. Se veía extraña, como triste. Intenté averiguar que le sucedía pero fue inútil. Ella es bastante cerrada cuando de sus sentimientos se trata. A diferencia de mi que ya no puedo con mi conciencia al sólo pensar que me gusta su novio. —Tardaste mucho, llegue a creer que no vendrías. —No...–su mente estaba en otro lado, eso era obvio–. Sólo me retrasé, nada de qué preocuparse–asentí intrigada. —Al final... Tú y Joshua ¿no? —Si... Bueno no todavía –acomodó sus cosas sobre el escritorio–. Aún debo lograr ser su novia pero no creo que tarde. Sonreí. Pero me remordía la conciencia. Ella me odiaría si supiera la verdad. —Además tengo un problema... —¿Cuál?–pregunté demasiado ansiosa. Debo manejar mejor mis emociones. —Le gusta otra...–quedé impávida. Ahora si podría despedirme de él –. Pero lograré que se fije en mi.  Tu me echas porras eh...–dijo con tono divertido. Asentí falsamente. La próxima hora y media nos la pasamos escuchando sobre los fundamentos de la Psicología. Diría que me concentre pero mentiría, tendría que pedirle sus apuntes a Annie. Ella si que prestó atención. Las ventajas de estudiar la misma carrera que tu mejor amiga. Saliendo conversábamos tranquila. No pude evitar pensar en lo que había dicho Joshua sobre el profesor. Y eso me llevo a recordarlo... De nuevo. —Podrías fingir que al menos te interesa estar aqui. ¿No te parece?–escuché decir detrás de mi. Volteamos para encontrar a la chica que parece odiarme. —¿Disculpa? —El mundo ya está cansado de princesas consentidas que vienen a calentar el banco–Annie y yo estábamos anonadadas ante su actitud. ¿Qué le pasa conmigo?–. Hay gente ahí afuera que si tiene talento pero no le dan la oportunidad por culpa de chicas como tú que se toman esto como si fuera un juego. Su tono era agresivo y molesto. De verdad sentía cada palabra. —Yo no te he hecho nada. ¿Cuál es tu problema? –se acercó más a mi. Llegué a creer que me golpearían, no lo hizo,  aunque pareciera que ganas no le faltaban–. Vives fastidiándome. —Tu eres mi problema–sus ojos se clavaron en los míos. Ella me tenía rencor, podía verlo en su mirada. Pero no entendía el por qué–. De verdad que no entiendo cómo te escogió. —¿Qué?–agregué confundida. Ella sólo me ignoró y siguió su camino. Al final, después de escupir la última frase, pareció sorprendida y simplemente se fue. —¿Qué onda con eso?–preguntó Annie. Su expresión era igual de estupefacta que la mía. —No tengo idea... —Ella si te odia–seguimos nuestro camino entre las demás personas–. ¿Qué le hiciste? —Nada–ella no pareció creerme. Tuve que insistir le varias veces hasta que al fin pareció entender que de verdad no conozco a esa chica de nada. Mientras caminábamos divisé a lo lejos a Andrew y Anya. Sólo de verlo me sonroje. Recordé todo lo que había pasado. Había olvidado que habíamos quedado en hablar hoy. Quería que la tierra me tragara. Ambos se acercaron a nosotras. Annie lo miró de arriba a abajo. Esta bien que es medio guapo pero tampoco es para tanto. —Hola Lyn–sonrió. Se veía tan incómodo como yo–. ¿Qué tal todo? —Bien–dije. Hacia todo lo posible por no verlo a los ojos. —Ya que nadie parece querer presentarme–agregó Anya rompiendo el silencio que se había creado–. Yo soy Anya y este es Andrew–tomo la mano de Annie y la estrechó–. Y vinimos a invitar a Lyn, o a las dos como quieran, a una mega fiesta  que harán los de tercero de abogacía. ¿Qué dicen?–elevo y bajó sus cejas esperando una respuesta. A mi amiga le encantó la idea, pero yo estaba insegura. Ese tipo de cosas nunca han sido mi fuerte. Pero al final terminé accediendo después de la insistencia de Annie y Anya. Eran tal para cual. Andrew no había dicho mucho. Supongo que prefería que no fuéramos. —Pasamos por tu casa en un rato y vamos–agregó feliz Anya. Andrew sólo acomodó sus lentes. —Sep, yo les digo en un mensaje cómo llegar–ambos asintieron. Cuando ya se iban Andrew regresó y me apartó para decirme algo. —¿Podríamos olvidar lo del otro día? Es  incómodo estar así contigo–abrí los ojos con sorpresa–. Quiero que nos llevemos bien, por Anya claro. —O sea, ¿no te agrado? —¿Qué?–su voz se agudizó–. Claro que no, me divierto mucho molestandote. Y ahora no puedo porque te veo y ya creo que me vas a pegar...–se quedó callado. Su comentario me hizo reír. Y luego él rió. Sin darnos cuenta las cosas se relajaron. Así que decidí sólo dejarlo ir como me había dicho nana. —Bueno, pero ni creas que vas a volver a verme de esa forma–respondí   bromeando. —No me pierdo de mucho–agregó antes de salir corriendo. Quise golpearlo, pero ya lo haría en la noche. Por la noche Pasamos toda la tarde arreglándonos. Habíamos decidido que lo haríamos cada una en su casa, porque sino Annie me obligaría usar un vestido escotado y no quiero eso. Bajé luego de tomar mis cosas. Nana estaba en la sala mirando la televisión. Nuevos de que aprendió a usar Netflix ya no lo pudo dejar. —¿Y ahora qué ves?–dije acercándome. —No estoy segura, pero creo que es una serie de asesinatos–acomodó el tubo que atravesaba su cara y se le incrustaba en la nariz. Eso la ayudaba a respirar mejor–. Todavía no lo averiguo. Si me gusta, después te la recomiendo. —Es un trato–sonreí. Un claxon sonó afuera. Supuse que eran los chicos. Me despedí de nana con un beso en la mejilla. —Si te alocas. Hazlo con mesura–agregó cuando ya estaba a punto de cruzar la puerta. —No hago milagros–le lancé un beso y salí. El vestido azul con bordes negros se veia como para iglesia al lado del outfit que llevaba Annie. Parecía modelo. La inseguridad en ese momento me ganó. Llevaba un peinado recogido, con un vestido rojo pegado al cuerpo que la hacia ver muy sexy pero a la vez elegante. Fue en ese momento donde entendí porque Joshua la miraba. Sonreí falsamente y subí. —¿Listas?–dijo Andrew. Quien se veía muy guapo para mi sorpresa. Hasta parecía civilizado–. Miren que si no fueron al baño se tienen que aguantar eh... En respuesta Anya le dio un pequeño golpe en la cabeza. —Respeta a las damas y no seas baboso–se acomodó en su asiento–. Por eso no tienes novia. —Claro que tengo novia–me miró por el retrovisor–. ¿No Lyn? Me sonroje por completo. Todos rieron menos yo. Sólo atine a golpearlo por abajo del asiento. Luego me concentre en la vista. —Él me agrada–me confesó Annie. El resto del viaje se pasó entre bromas, risas, y algún que otro golpe de Anya para Andrew cuando ya se pasaba de la raya. Hasta ese momento no me la había preguntado, pero todavía no me quedaba claro que relación tenían. ¿Eran novios? El llegar me distrajo de mis pensamientos. Todos bajaron. Mi primera fiesta universitaria. No parecía muy diferente a las de Preparatoria. Esperaba que al menos no haya tanta gente borracha. —Anya–la detuve antes de que entrara–. Tengo tu camiseta lavada y perfumada–ella me miró confundida pero luego recordó. —No te preocupes–se la di y la lanzo dentro del auto de Andrew–. Ahora que saldamos cuentas, entremos. El lugar estaba abarrotado de gente. No conocía a nadie y me sentía fuera de lugar. Además todos iban por tragos, refrescos y se me perdían fácil. Caminé por la casa buscándolos. Anya y Andrew bailaban alocadamente. Annie no aparecía. Una mano tocó mi hombro. Voltee asustada. Frente a mi estaba Joshua. Muy guapo y sonriente. Me miraba de arriba a abajo. —Estás...–veía que sus labios se movían pero no escuchaba nada. —¿QUÉ?–gritaba. —QUE... ESTÁS... LINDA–mi corazón latía a mil por hora. Nada cruzaba por mi mente. Excepto el saber que él le gustaba a mi mejor amiga. —TU IGUAL–fue lo único que se me ocurrió decir. Todos hablaban fuerte y se movían como locos. Ya me sentía incómoda. —¿QUIERES TOMAR ALGO?–asentí. No bebería alcohol pero un refresco estaba bien. Íbamos camino al pequeño bar cuando Annie apareció. Tomó a Joshua del brazo y lo llevó a la pista de baile. Me quedé parada viendo como bailaban pegados. Annie lo quiere debo hacerme a la idea. Tal vez si tenía suerte, esta noche sonaría con él. En un mundo donde al menos si podemos estar juntos. Otra mano tomó la mía. Era Andrew. Me pregunto dónde dejó a Anya. Me llevó hacia afuera donde el barullo era menor. —¿Estás triste en una fiesta?–preguntó agotado. Se recostó sobre el barandal que recorría la casa. —Las fiestas no son mi fuerte. —Ya veo–mi miro fijamente–. Tal vez si te dieras la oportunidad de disfrutar las cosas mejorarían, digo, es sólo una opinión. —¿Acaso piensas que no la disfrutó a propósito?–enfurecí. Él cree que me conoce pero no es así. —Eso lo sabes mejor tú–me apuntó –. Que yo. Pero no seas gruñona. Sólo diviertete y ya mañana me regañas. —Eres un pesado...–me teléfono sonó antes de que pudiera seguir discutiendo con él. Respondí. Era mi mamá se oía agotada. No entendía lo que me decía. Parecía estar ¿llorando? —Mamá por favor cálmate y dime qué pasa...–Andrew me observó preocupado. —Tu abuela...–su voz se quebró al igual que mi corazón. No quería escuchar lo que seguía. —¿Qué pasó con nana? —Comenzó a sentirse mal, no podía respirar y... la trajimos al hospital... Lyn no tardes–ella lloraba de la angustia y algunas lágrimas caían por mi rostro–. Por favor ven rápido ella podría... podría...–no terminó la frase, pero no era necesario. Colgó —¿Qué sucedió? –preguntó Andrew al verme así. —Llévame al hospital por favor–sus ojos se abrieron y asintió. Corrimos a su auto, subimos y nos apuramos a llegar. Evitaba llorar. No quería que nana me viera así pero... Las lágrimas fluían solas. Él no decía nada sólo se quedó en silencio. No se lo dije, pero necesitaba ese momento para desahogarme. Llegando mamá me contó lo que había sucedido. Los pulmones de nana se habían llenado de líquido que le impidió seguir respirando. En la ambulancia casi la habían perdido. Los doctores todavía no salían. Debíamos esperar. Volví a la sala de espera. Andrew se había quedado esperándome. Me senté junto a él. —Nada aún–dije casi sin voz. —Lo lamento mucho...–apoye mi cabeza en su hombro. Él me lo permitió. Me reconfortaba. No sé en que momento me quedé dormida. Sólo sabia que era muy tarde. Desperté en un n***o total, pero ahí estaba él, Joshua esperándome. —Deja que te abrace–dijo. Se lo permití. Sabia que era un sueño pero era mejor que esta realidad.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR