Mis padres, Lou y Steve sonreían a más no poder, yo intentaba hacer lo mismo, pero la conciencia, de la peor manera, me recordaba que no merecía tantas cosas buenas en mi vida y que tarde o temprano el dolor, del karma, me encontrará y hará pedazos, dejándome en un círculo miserable de dolor y tristeza.
Sonreí y las lágrimas cayeron involuntarias, sin permiso y vergüenza. No entendí como hizo para preparar algo así, para mí. Su trabajo siempre lo mantenía ausente, pero era un buen trabajo, con remuneraciones altas y viajes constantes, además que él era un muy buen ingeniero y prácticamente se lo peleaban en las empresas para tener su aprobación. A cualquier mujer eso le llena el corazón de orgullo y desearía tener un hombre como él, y yo contaba con su presencia, apoyo y sobre todo, amor
