Caminos

4816 Palabras
Me paralicé ante los ojos de Cris, y la mano de Steve en mi espalda. -       Buenos Días El saludo de Steve me saco del trance en el que me dejó el temor. -       Muy … Buenos … Días. Su, tan pausado saludo, agrego tensión al momento, más de la que ya, por si solo tenía. El ascensor se cerró, y me quede de espaldas a él, con Steve a mi lado, sujetándome la mano. Tenia tanto miedo de hablar, de respirar y que algo saliera tan mal. Finalmente llegamos a la planta baja, Steve y yo salimos, pero Cris permaneció en el ascensor, no tuve oportunidad de girarme o hacer alguna señal, y de muchas maneras pude sentirme muy mal en ese momento, pero, sin embargo, solo sentí que él tenía claro lo que pasaba entre nosotros y no deberíamos tener problemas al respecto. Entonces, ¿Por qué no dejo de sentirme tan mal? El resto del día fue muy poco atractivo, solo fui hasta la casa, mientras Steve hablaba con papá, me bañe y arregle para salir a solucionar lo pendiente en casa, entre esas cosas el teléfono de mi madre y las deudas de casa. Steve veía una película con papá, mi madre llamo para avisar que los exámenes han salido bien, pero el neurólogo insiste en esperar un poco más para revisar los otros resultados. Ella insiste en esperar junto a Marcelo, no quiere que vaya a ayudarle y Steve insiste en enviar una ayuda a la tienda, para que no me separe de él en todo el tiempo que puede estar con nosotros. Salí a respirar un poco y por supuesto a fumar, llevaba días sin poder hacerlo por las mil cosas que se presentaron y de verdad lo necesitaba. He vivido por mucho tiempo en esta zona y me sentía confiada hasta con los ojos cerrados. Me senté en las bancas mientras sacaba de mi bolsillo un cigarrillo, asegurándome por última vez que no me pudieran ver desde casa, por lo menos no papá, Steve no compartía el tema, pero respetaba mucho mis decisiones. Lo encendí y lancé el humo al cielo, fumar era un pasatiempo, no es que lo hiciera todo el tiempo, solo muy de vez en cuando, más cuando estaba ansiosa o nerviosa, o las dos, como en estos días.   Retorne en mi mente el beso o los besos maravillosos en la facultad, su olor y sus ojos me dibujaba una sonrisa en el rostro, luego una punzada me atravesó el estómago, creo que tengo miedo, luego de ver su rostro de enojo en el ascensor y más aún de no poder   hablar de ninguna manera con él, no sé cómo no tengo ni su número, ni la manera de acercarme a buscarlo.   No sé cuánto tiempo paso, y yo seguía ensimismada creando fantasías con él, pensando como ubicarlo sin alertar a Steve, no quiero ni siquiera que sepa que él existe. Una mano se posó en mi hombro, haciéndome dar un salto, dejando caer el segundo cigarro, casi nuevo. Pasaron segundos interminables antes que pudiera voltear a mirar y  en mi interior agradecí oír esa voz.   -       Chica mala, ¿Por qué fumas?   Mire el cigarrillo en el suelo y al alzar la vista, trate de observar hacia mi casa, para evitar ser vista, me acerqué hasta él sonriendo y le di un pequeño beso en la boca. Él sonreía malicioso, con ese misterio que lo envuelve a cada instante. Volvía a sentarme en la banca, el me siguió quedando junto a mí, demasiado cerca de mi cuerpo, tanto que mis latidos se aceleraban y los nervios me punzaban, no quería ser descubierta, pero disfrutaba este hormigueo que me recorría de pies a cabeza. -       Se siente bien ¿verdad? -       Demasiado, da temor sentirlo -       ¿Por qué? Solo disfrútalo, cuidaré de ti. Paso su mano por mi pierna, llevaba una falda y su roce se sentía bien, sonreíamos como niños jugando sin ser descubiertos, solo quería que el momento no terminara. Nuevamente me acerqué hasta su boca y le besé, despacio, disfrutando de su sabor y la necesidad de tenerlo cerca. Unas gotas de lluvia cayeron sobre nuestros rostros, nos reímos al tiempo. -       Toda una escena romántica -       Demasiado para mi gusta – mencionó él. Me levante de la banca y tomo mi mano, me tiro hacia él y caí en sus piernas, el miedo me removía aún más, pero las sensaciones no dejaban de abordarme, no quería levantarme.   -       ¿A dónde vas? -       Debo irme ya ¿Sabes que él esta adentro con mi padre? – Le señalé la casa. -       Por supuesto que lo sé – removía el cabello sobrante de mi rostro y dejaba besos en mi cuello – Recuerda que los vi en el ascensor – Su rostro se tensó en el momento en que mencionó el suceso del ascensor – un momento más, por favor.   Eso último sonó frágil y suplicante. Asentí y retome mi lugar ante la mirada ilusionada de él, tanteaba el tiempo entre el final de la película y lo poco que podría quedarme hablando con él, por más que decidía no volverlo a ver, siempre que lo tenía cerca, actuaba bajo su voluntad, y no la mía.   -       Creo que debemos hablar de muchas cosas ¿No crees? -       ¿Qué quieres saber? -       No se trata de querer, es que necesitamos dejar cosas claras – le reproché. -       Correcto, dime que debemos dejar claro. -       Mi relación, es algo que no dejaré. -       No te lo he pedido -       Lo sé, pero necesito dejarlo claro -       Entiendo mucho lo difícil que es, pero quiero que entiendas, que esto, es algo que ambos disfrutamos. Más allá de lo que pase, cada uno tiene una vida que debe continuar. Creo que su último comentario me dio algo de paz, revise el teléfono en una ultima ocasión, el tiempo ya había terminado y debía irme ya o Steve saldría, aunque tratará de explicarlo, no hay mucho que la escena pueda dejar sin explicar.   -       Escucha, de verdad ya debo irme -       Espera, déjame tu número. -       Es que no quiero cometer errores tontos -       Te prometo que no lo haré, no te escribiré ni llamaré, lo harás cuando puedas, pero prométeme que lo harás. Solo no me dejes esperándote tanto. -       Lo haré, es una promesa – Le respondí con la mano en alto, dando fuerza a mi promesa – Ahora debo irme ya, es enserio. -       Me iré yo, quédate aquí. Se levanto de la banca y camino hacía la zona oscura del vecindario, simplemente se perdió entre el n***o de la noche y mis ganas de retenerlo.   Steve salió, justo en el momento en que no podía identificar la silueta a Cris, me saludo desde la distancia y me levante para llegar hasta él. -       ¿Nos vamos? -       Se hace tarde, no crees que debemos esperar a mañana. -       Pero no hicimos nada de lo que estaba pendiente. -       Descansaste y eso era lo que queríamos lograr en este día ¿Qué opinas si vamos a cenar? – tomo un mechón que colgaba en mi rostro, el momento me puso nerviosa, solo por que hace poco tiempo, Cris hacia lo mismo. -       Me parece bien amor, me encantaría salir un poco, luego de las muchas cosas que he vivido en estos días. Steve me miraba tierno, y yo disfrutaba su rostro, la comodidad de tenerlo a mi lado. Su teléfono sonó y el lo saco para contestar. -       Es de la tienda. ¿Me das un momento? -       Por supuesto amor, entraré a avisarle a papá. Me hizo una seña con la mano y contestó la llamada, entre en casa para hablar con papá, ya estaba dormido, roncaba ruidosamente y el televisor aún estaba encendido en ese canal de películas antiguas que tanto amaba, era una beneficio premium que tenía nuestra televisión por cable, por supuesto era uno de los obsequios de Steve hacia mi familia, eso y los aires acondicionados de nuestras habitaciones o la remodelación que dejó la habitación de mis padres en el primer piso para que no se lastime la pierna en las escaleras. Tantas cosas buenas y yo con ganas de perderlas.   Mi novio entró con su carita triste, imaginé lo que tenia por decirme y también sentí un poco de tristeza por perder la oportunidad de salir con él.  -       Es de la tienda - mencionó con tristeza en su voz -       ¿Algo grave mi amor? ¿Quieres que te acompañe? -       No es grave, pero si debo estar allá, es una de las empleadas, la descubrieron robando y la policía quiere saber si vamos a poner la denuncia o solo la sancionaremos. Me llamo la administradora del centro comercial, cree que es necesario que este allá, ya sabes es… Interrumpí sus excusas con un beso. -       No debes preocuparte por eso, solo ve, eso es lo correcto. -       Amor, pero es al otro lado de la ciudad, si voy saldré muy tarde… -       Ya no podremos salir, lo sé y no es grave, ve tranquilo, yo solo descansaré para ir mañana a relevar a mamá. -       ¿Estás bien? -       Siempre que estés conmigo, lo estaré   En ese momento no mentía, pero tampoco es, como si no pudiera vivir sin él. No entiendo como soy capaz de ignorar las ganas que tengo por abandonar todo esto y solo perderme en el deseo oscuro de Cris. Steve se fue y me quede de nuevo en la banca, sola y con el último cigarrillo en mis manos, era muy tarde y el frio de la noche me abrazaba, quería entrar a mi casa, pero una pequeña esperanza me mantenía sentada.   -       Es muy tarde -       Lo sé – apareció mi pequeña esperanza. -       ¿Me esperabas? -       No, no… bueno si, creo Sonreía y se veía tan sexy, ahora el también llevaba un cigarrillo en la mano.   -       Él ya se fue, lo noté. ¿Quiero proponerte algo? -       ¿Sí? – Su comentario me sorprendió -       Quiero llevarte a un lugar, poder hablar tranquilamente y que no sintamos tanta presión. -       No iré a un motel contigo   Cris se mostró sorprendido para luego reírse a carcajadas. -       No quise decir eso nena, no te llevaría a un sitio así, a menos que quieras ¿Quieres eso? – mencionó con una voz sensual y su rostro en fina coquetería – No es verdad, solo estaba bromeando. -       No me da risa tu comentario. -       Lo lamento, de verdad no es lo que piensas. Deja me demostrarte que no es lo que piensas, solo es un ambiente más tranquilo. -       Si acepto, y no estoy diciendo que lo haya hecho ¿En que iríamos? Y ¿A dónde? -       Ya verás cariño, ya verás.   Viajaba a su lado, el aire me entrecerraba los ojos y mis brazos muy sujetos a su pecho, muy poco subía a una moto y esta vez, a su lado y con su olor tan cerca, anulaba todo miedo que pude haber sentido con el tema. Tenía una hermosa moto a la que no dude en subir cuando me la mostró. Nunca fui así, nunca fui, lo que me convertía a su lado, siempre odié las motos y los besos sin compromiso, las relaciones locas sin un futuro y poner en riesgo la estabilidad emociona mía y la económica de mis padres. No andaba por ahí besando a cualquiera, mi único novio ha sido Steve y al parecer, con él me casaría, aunque estuviera a esta hora, en un recorrido nocturno, con un desconocido, en una moto y sin temor alguno, solo sintiéndome, feliz. -       ¿Te gustó? Me susurro al oído mientras me quitaba el casco. - Si, mucho – Acepté.   - Cuando quieras, esta niña está disponible para ti. - Dijo mientras golpeó el asiento de su moto. Asentí. - Ahora si puedes decirme, ¿Dónde estamos? - Espera un poco, ya verás, es un lugar que puede ayudarte a relajar, sé que los días son difíciles. ¿Cómo lo sabe? - Esta bien, pero no me hagas esperar más, por que comienzo a preocuparme por mi integridad - De lo único que debes preocuparte, es de mantener tus manos lejos de las mías. Tomaba su mano mientras caminábamos por la calzada, su comentario me sonrojó, pero no quería soltarlo, solo quería disfrutar un poco más el momento que placíamos sin saber cuándo se repetiría. Llegamos hasta un punto alto del camino y al mirar hacia el frente, se podía ver la mayor parte de la ciudad, iluminada por los postes de luz. El clima era demasiado agradable y solo estar a su lado, mirando a la distancia, era relajante. Tanto como para perder la noción del tiempo, ocupamos un espacio muy cómodo, nos recostamos y no había nada más en ese momento que quisiera cambiar. Aunque en el fondo sabia perfectamente que no duraría. - Debemos irnos - No quiero – Comenté nostálgica – no se cuando vuelva a tener este tiempo contigo, así. - Lo encontraremos, lo haremos funcionar, será con cuidado, pero si lo hacemos bien, creo que podrá funcionar. Me encanta escuchar su intención de cuidar esto, sé lo malo que es, sé que ni siquiera deberíamos hacerlo, pero también sé lo que siento y por más malo que parezca, ante todo, ser consiente de lo que hago, lo vuelve menos grave, en mi interior es así. - Ahora que está todo claro, ¿Nos vamos? - Si, es hora, aunque no quiera. Nos levantamos y tomo mi mano, caminamos hasta la moto de nuevo, colocó el casco sobre mi cabeza y ajusto el seguro, se subió primero y me ayudo a subir, detrás de él. Lo abracé lo más fuerte que pude, solo quería quedarme con la sensación de protección, un poco más en mi interior. Llegamos a casa, la luz aún seguía apagada, la puerta cerrada y sé que papá dormía, solo que deje el teléfono en casa, y eso me angustiaba por Steve y por mamá, me sentía egoísta en ese momento. - Entra a casa, quiero ver que estas bien antes de irme. - Esta bien, pero ¿Qué quieres de mí? - Todo lo que quieras darme, solo eso. Sonreí. Ni yo misma entendí la pregunta y mucho menos tenía una razón del por qué la hice. Negué y traté de disculparme. -       Es obvio que me atraes, tal vez como nunca ninguna mujer lo ha hecho. Y, no me importa tu noviecito - Recalcando la palabra como en unas comillas imaginarias. Ni siquiera a mí me importaba él en este momento. Y sé lo mal que eso suena. -       Pero, ¿No crees que vamos muy rápido? Mencioné para luego arrepentirme del cliché en el que había caído. Él me miro como si le hablara en broma. -      Dime algo nena. ¿al caso este niño ha sido tu único novio? No mudé palabra, solo asentí -       ¿Has tenido sexo? Me llené de vergüenza, pero quise fingir confianza con el tema. -       ¡Claro! - solté sin más - Solo con él - añadí casi en un susurro. El negó agachando su cabeza. - ¿Que? – Le reproché. - Debo irme. Sentí una ola de tristeza embargar mi pecho, y sin pensarlo me acerqué a él y lo envolví en mis brazos, quería tenerlo cerca y no dejarlo ir. Aún estaba sentado en su moto y yo esperando afuera de mi casa para entrar. Me alejo de si y me beso en la mejilla despidiéndose sin hablar, solo esperó que entrará en casa y arranco en su moto, sin más. Desde aquella noche, no volví a saber de él, nuevamente tres días sin hablar, pero esta vez dolía, tal como si lo necesitara. Como fue posible que sin conocerlo simplemente ya lo extrañaba. Lo pensaba casi a diario y temiendo que me viera, simplemente no volví a espiarlo.  Como me enamore de él, si en el fondo aceptaba que tenía algo oscuro y que seguir con eso, solo causaría daño a los seres que más me interesan en el mundo. Mi niño ya estaba en casa, nos dan las mismas repetidas explicaciones, control de sus convulsiones, no dejarlo solo, los medicamentos a la hora, la epilepsia no se ira nunca. Tan agobiante como desesperanzador. Las clases habían terminado hace varios días, me sentía con mucho tiempo libre aunque ayudaba en casa la mayor parte del tiempo, cuidaba de Marcelo y en ocasiones relevaba a mi madre en la tienda de Steve, para que ella descansara, Lou pasaba de vez en cuando para animarme, me hablaba de sus conquistas, de sus rumbas  y me alentaba a salir con ella, pero siempre ignoraba mi tema con lo de su atraso y el deseo de abortar. - Vamos Mar. No puedes ser tan ñoña. Estamos en vacaciones Hablaba mientras jalaba de mi brazo y yo permanecía tendida en la cama, con Marcelo en el suelo jugando con sus legos, las dos cuidábamos de él. - No Lou, es que no me dan ánimos, ya sabes no se me antoja salir - Mira Mar, te recojo a las 9 en punto, y ni creas que no vendrás porque te juro que jamás te hablaré, ahora me marcho porque debo cuidar a mis primitas, ya sabes, para poder seguir viviendo con mis tíos. Le sonreí y se marchó sin seguir insistiendo. Odio que sea tan terca, y sabe de sobra que no saldré, si no me arrastra por las escaleras, pero valoro más su amistad, que mi necesidad de esconderme bajo las sabanas, mientras anhelo un mensaje de él. Mamá llegó, se hizo cargo de Marcelo, para que yo pudiera alistarme, Steve tenía la noche llena en un coctel con sus socios, pero insistió en que saliera con Lou y que, según él en algún momento pasaría a compartir con nosotros.  Salí de la ducha, sin mayor ánimo, eran las 8 y 40 y aun ni me vestía, total no necesitaba mucho arreglo, no pretendía salir de conquista y solo lo hacía por la terca de Louisa. Me vestí lo más simple que pude, al menos disfrutaría sacando a Lou de sus casillas cuando viera lo mal vestida que estaba, me puse una camisa ancha sin mangas y poco escotada y un jean oscuro ceñido con unos tacos medio altos, solté mi cabello y maquille solo mis mejillas, nada elaborado, solo para no verme medio muerta con las ojeras marcadas de siempre y mi rostro blanco. - Al menos no pareces un zombi - Gracias amiga, siempre tan amorosa – Le lancé un beso en la distancia de silla. - Levanta tu trasero sexy y vamos, es hora y pronto llegarán por nosotros. ¡Ponte esto! Me tiro una chaqueta de cuero negra que iba perfecto con mi outlet básico, y de repente este, se transformó en maravilloso. Se salió con la suya sin mayor premura. Desde afuera sonó la bocina del auto, Lou se levanto animada y se despidió con un beso en la cabeza de Marcelo y un abrazo a mamá y papá. Subimos al auto que manejaba uno de los tantos amigos de Lou, de esos que te llevaban de rumba, te invitan todo y no tienes que preocuparte mas que por disfrutar. Entramos a una disco, muy poco las visitaba y la mayoría solo para salvar a Lou de los brazos de algún "indeseado", como ella les llamaba. Al entrar, sentí que me faltaba el aire, había tanta gente en este lugar, que era imposible transitar sin rozar manos ajenas o sentir tumultos acercarse a mi cuerpo. Lou se escabullo entre la gente y fue a dar a la barra, la vi de lejos y emprendí camino a ella, desde allí me hizo señas para que llegara hasta allí. Al llegar con ella, una cerveza esperaba por mí, fría y deseante, tanto que mi boca se hizo agua. Lou me arrastro a la pista para bailar un poco, sin embargo, su verdadera intención era incitar a un prospecto que tenía entre ojos desde que llegamos y que después de analizarlo ella misma concluyo que venía solo y yo estaba casi segura que el pobre no se resistiría a la mirada seductora de mi amiga, a sus curvas contorneándose y a sus labios seductores. Me senté cerca de la zona de conquista de Lou, cuando el pobre ya había caído en sus encantos, desde allí podría vigilarla, el panorama era prometedor, ahora bailaban entre risas y manos cariñosas, no entiendo como en ella puede ser tan fácil seducir, yo simplemente conocí a mi novio en una conferencia de la Universidad, y   luego de 1 año entero de citas, nos animamos a decir que éramos novios, eso sin contar que el primer beso fue justo después de esto. Tanta simpleza aburría. El tiempo paso de prisa y sin darme cuenta ya era media noche, mi cuerpo lo sabía y bostezaba constantemente, no sé si por la diversión o por el sueño.  -       Listo ya podemos irnos Nena. Y, las últimas palabras taladraron en mi mente, abriendo un hueco en mis recuerdos y trayendo a mí la idea, de que esa voz era conocida, más que conocida, era deseada. Voltee suavemente para no alertar miradas, y al fondo de la barra, un poco lejos de mí, en una zona reservada, algo como VIP, observé un perfil conocido, instintivamente empecé a caminar hacia él, apresurando el paso cuando note que se levantaba del sofá, escuchando muy al fondo de mi cabeza, mi nombre en repetidas ocasiones, no obstante, no fue suficiente para hacerme parar, la imagen que tenía en frente me motivaba a llegar a mi objetivo. De repente una punzada de dolor atravesó mi pierna y me obligo a poner mis manos en ella, instintivamente mire y un mareo recorrió mi cuerpo hasta llegar a mis pies, sometiéndome sin permiso y haciéndome caer, mi vista se nublo y nada fue claro desde ese instante.  - Nena, vamos despierta, ¿Qué tomo? Estuviste con ella todo el tiempo - Claro que sí – Lou respondía nerviosa a las acusaciones de Cris. Solo podía oír las voces sin aclarar su procedencia, sentía un movimiento general, como si estuviéramos en un carro, y que al parecer iba muy rápido, abrí de a poco los ojos y de mi boca escapo su nombre, recordé la escena del último momento, Cris estaba en el bar y sobre él una señorita bastante voluptuosa de esas que no me interesa conocer y que, sin entrar a juzgar, están ahí, exactamente para dar placer. Una presión dolorosa en mi cabeza y un deseo de vomitar casi incontrolable me aturdían al tiempo, trate de sentarme, pero su mano en mi pecho hizo que me recostara nuevamente en sus piernas sin voluntad de forcejear. - Déjame por favor- espete con un dolor en mi pecho, superior al de mi pierna, que ahora se encontraba amarrada al parecer con una tela blanca y manchada de sangre hasta el borde. Mi dolor más fuerte, era el de la realidad. - No seas tonta, vamos rumbo a urgencias y no te podrás mantener sentada, al parecer bebiste más de lo que lo toleras.  Un recorrido mental me llevo hasta el momento en el que celebraba con Lou, una y otra vez, con 5, 6 y 7 cervezas, las cuales refrescaban como agua mi garganta y me instaban a beber más al punto de perder la cuenta. Era cierto había bebido más de lo que acostumbraba a tomar, teniendo en cuenta que 2 cervezas para mí ya eran motivo de mareos. Creo que alguna sensación de tristeza, me incito a tomar más de la cuenta. Reí a mis adentros, mientras volvía a mí la imagen de él con la "voluptuosa" en sus piernas, y como en un vídeo editado, se repetía una y otra vez, sus labios en los de ella. Mi rostro ardió de rabia y el pecho dolió, allí justo en el orgullo. - Vamos, ya suéltame – Solté casi gritando mientras me levantaba de un solo tirón haciendo que el dolor en mi pierna se retorciera. - Cálmate, te apuñalaron en la pierna y debes esperar que te vea un médico, te repito, ya vamos en camino Recordé, como al fondo de la escena, Lou me suplicaba que me detuviera, por la pelea que había en el bar y que se propago a los inadaptados que solo buscaban hacer daño por gusto. Uno de ellos apuñalo mi pierna cuando me negué a moverme de su camino. Cerré los ojos y me desmayé.    Trate de levantarme, pero fue inútil, no tenía la fuerza suficiente para hacerlo, me resigne y rebobine mi mente para volver a sentir rabia y dolor al tiempo. Cristian entro a la habitación y detrás de él venia Lou, los dos con sus ropas salpicadas de sangre y el rostro cansado.  -Lou ¿Qué hora es? ¿mis papas? - Mencione en un bostezo y un dolor en la pierna.   - Tranquila amiga, ya están en camino, son las 3 de la mañana y estas bien, aquí estaré contigo. - ¿Como te sientes? – mencionó él mientras se acercaba a mi intención de besarme. -  No quiero verte y mucho menos hablarte. No sé qué haces aquí y espero que te retires ahora mismo, esto no te concierne.  Lou por favor avísale a mi novio que estoy acá, él iba hacia el bar antes de esto - Dije apuntando con la cabeza hacia mi pierna Lou me observo confundida y salió de la habitación, no sin antes mirarme para que le hiciera una seña de complicidad con mi boca, la cual le avisaba que era mentira. Usábamos esto a menudo cada vez que necesitábamos el apoyo de la otra o su confirmación sobre algún suceso. -       Mar, ya sé que me viste y no sé qué tanto, es solo que Interrumpí. -       No des explicaciones, ahora entiendo tu misterio y desaparición. Simplemente te gusta andar sin rumbo y probar lo que provee la noche, definitivamente no eres mi tipo y te pido por última vez que te retires, de verdad no tienes nada que hacer acá, anda con la voluptuosa, total están el uno para el otro.  -       Es que no lo entiendes y no dejas que te lo explique. Solo disfrutas distanciarme. -       El que no entiende nada eres tú. Yo no vivo para esto, no disfruto engañar a alguien que me ama y da todo de si para que yo esté bien. Y, tu… -       No quieres que me meta en tu vida, me quieres a un lado, pero aún así me comparas con él. Él te tiene todo el tiempo Mar. -       Vete. La puerta se abrió y de golpe alguien ingreso observando detalladamente la escena produciendo un ardor en mi estómago. Cris aún estaba en la habitación y no sé si me dolía más la pierna o el temor que hacia temblar mi cuerpo entero. -       Amor, ¿Que te paso? - Susurró acercándose a mi rápidamente para cubrirme en un abrazo demasiado amoroso. Era justo el momento donde necesitaba que estuviera, su estabilidad y amor, me permitía estar tranquila, esta con él era seguro y cómodo. -       ¿Hay disturbios por acá? -  Resopló Lou Blanquee mis ojos, para dejarle ver que su imprudente comentario no facilitaría, mi tan angustiante escena. - ¿De qué hablas Lou? - Nada, Nada. – Y, me guiño un ojo, como si el resto de espectadores de la habitación no lo hubieran notado.  Steve se giró hacia Cris, con la duda en su rostro y tomó mi mano, casi pude sentir como marcaba territorio con ese gesto.  - Por cierto, amor, él es Cristian. Él nos ayudó en la discoteca cuando el incidente. Ya se iba. Muchas gracias por tu amabilidad, un gusto conocerte que estés muy bien. Me saludas a tu novia, muy amable ella - Recalque las últimas palabras, como martillando en su conciencia y de paso clavando en mi pecho, el dolor del orgullo.  - Un gusto soy Esteban, gracias por ayudar a mi prometida – Mis ojos se abrieron expectantes y la palabra se repetía como bucles en mi mente - No sabes lo preocupados que estábamos. Steve hablaba mientras acariciaba suavemente la frente, haciéndome entrecerrar los ojos involuntariamente, gire mi rostro para encontrarme con los ojos azabache, y finalmente dejarme llevar por el sueño, que los analgésicos me proveían. -      No hay problema, fue un placer, al principio tuve que cargarla desde la disco porque no podía caminar. Pero no fue nada, solo un verdadero y absoluto placer -  Y, ese placer se oyó como deseo, sacándome del sueño. ¡Maldición!
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR