Sus forcejeos aumentaron y Damon se preguntó si ella se había vuelto loca. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su sangre sabía diferente a la de una mujer normal. El subidón de poder que había recibido era adictivo y se encontró queriendo más de aquello.... más de ella. Ella le estaba gritando, diciéndole que la dejara ir y que tenía trabajo que hacer. De nuevo Damon la agarró por la barbilla y volvió su cara hacia la de él. Con los labios sellando los de ella, su lengua se deslizó entre ellos sólo para acallarla. Rápidamente el beso subió de tono y Damon agarró su muslo izquierdo, subiéndolo para poder apretarse aún más contra ella. Alicia sentía que sus muslos ardían en llamas cuando el deseo la atravesaba a causa del beso y de las manos firmes que la agarraban... así como por la

