CAPÍTULO 32. LA SINCERIDAD DE UN PEQUEÑO

2096 Palabras

Cuando ambos escucharon la voz del pequeño se vieron el rostro como si hubiesen sido encontrados haciendo algo malo, por un momento se mantuvieron en silencio, hasta que de repente ella se levantó asustada. —Matteo Sebastini, ni se te ocurra hablar —susurró Gálata caminando hacia la ducha, pero él la atrapó halándola y haciéndola caer de nuevo en su regazo, sin dejar de sonreír. —¡No huyas! Solo respóndele, dile que ya vas a salir, porque si te quedas en silencio, sentirá más curiosidad por saber lo que está pasando —aconsejó Matteo. —Mamá, ¿Por qué no me respondes? —interrogó de nuevo al niño sin dejar de tocar. —Bebé, ya salgo, mami está ocupada —respondió, aunque en su voz se escuchó un ligero temblor. Mientras ella estaba nerviosa, Matteo sonreía apenas conteniéndose. Los ojos gri

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