Mis manos temblaban y mis pies se movían lo más rápido que podían, mi espalda dolía por estar sentado durante bastante tiempo definitivamente esa banca no era nada cómoda y tenía que estar sentado durante más tiempo a la espera de algo peor que un dolor de espalda, sentía una gota de sudor bajar desde mi frente hasta mi mejilla, aquella sensación era como estar arriba de un juego mecánico del cual no ibas a poder bajar jamás, mi estómago estaba dando vueltas por tantas emociones, la cabeza me dolía tanto que me sentí mareado y con tantas náuseas que lo único que quería era salir corriendo de ese lugar con ningún rumbo fijo, el aire de la habitación no era suficiente para mí y me estaba sofocando, mi pecho subía y bajaba con mucha rapidez, pero era como si no entrara suficiente aire a mis pulmones. “El jurado ha vuelto”, esas palabras me congelaron habían pasado solo treinta minutos desde que se habían ido a deliberar y ya tenían la decisión tomada, tenía que considerar que quizás no había una decisión que tomar en realidad era como si todos ahí ya supieran la respuesta. Mi abogado se puso de pie y me miro, lo imite y ambos salimos de aquella pequeña sala donde había permanecido alejado de los demás.
- ¿Los miembros del jurado han llegado a un veredicto? -pregunto la jueza Jones, mi corazón latía en mi pecho como si en cualquier momento fuera a salirse de él y hacerme morir, creo que en ese momento era lo que más deseaba, quería morir, tan solo dejar de respirar y terminar con todo esto.
-Si, su señoría-fue la respuesta recibida y entonces el momento de calma se había ido, mis manos temblaban, ¿qué era lo me iba a pasar?
-El acusado póngase de pie-lentamente y con la vista fija en la juez me puse de pie, sentí que en cualquier momento caería al suelo desmayado, pero eso no terminaría con mi tormento nada de lo que sucediera después de ese día iba a mejor mi vida-En el caso de violación y el homicidio de Sophie Turner, ¿cómo encuentran al acusado?-volver a escuchar los cargos de los que se me acusaba fue algo muy duro para mí, la mayor parte del juicio oí esas palabras unas doce veces y todas dirigidas hacia mí, incluso cuando me toco subir al estrado fui interrogado hasta el cansancio por la fiscal que permanecía atenta a aquello que iba a ser mencionado, era obvio que el triunfo era suyo.
-Encontramos al acusado culpable de todos los cargos-en ese momento me sentí más débil que nunca y la imagen de Sophie apareció en mi mente, era como si quisiera torturarme por lo que le había hecho o al menos por lo que la mayoría de la gente pensaba.
-Oficial, escolte al acusado que permanecerá en custodia hasta la sentencia-el golpe final hizo que todo se nublara en mi mente, era la explicación de todos los expertos que habían atestiguado tanto para la fiscalía como para mí, mate a Sophie y mi mente lo bloqueo por completo. El oficial se acercó a mí y puso mis manos detrás de mi espalda y sentí el frío de las esposas sobre mis muñecas, mire a mi madre por última vez en sus ojos había una tristeza inmensa y mi padre, él estaba ahí y había hecho todo por tratar de demostrar mi inocencia, pero yo sabía que tal vez si era culpable, todas esas pruebas de la fiscalía contra mí eran consistentes, estaba ahí cuando la policía encontró el cuerpo de Sophie, pero yo no recordaba nada de lo que había pasado y tal vez yo si era el verdadero culpable, merecía todo lo que me iba a pasar después de que mi sentencia fuera dictada, de eso todos estaban seguros. Antes de abandonar la sala mire a los padres de Sophie, sabía que debían estar tristes, pero al menos su hija tendría justicia con mi arresto.
Llegamos a la Isla, parecía que habían decidido decirle así a la cárcel, llegando me hicieron cambiarme el traje y ponerme aquel uniforme que iba a hacerme una nueva persona, “un asesino” eran las palabras que el padre de Sophie me había dedicado antes del juicio. Me quede sentado en la cama de mi celda se sentía tan callada y tan fría, no podía sacarme de mi mente la misma pregunta que había estado rondando mi mente desde ese día “¿realmente asesine a Sophie?”, yo la quería más que a nadie en este mundo y no podía imaginarme haciéndole daño, pero parece ser que lo hice, me levante y me dirigí al pequeño espejo que ahí se encontraba, me mire y me detuve en esa herida de mi frente, una herida que había necesitado cuatro puntos de sutura, “ella intento defenderse, la única herida defensiva hecha con el arma que después le quitaría la vida, ella trato de detenerlo, pero él fue más fuerte que ella”, las palabras que la fiscal había hecho como discurso final antes de que todo terminara se habían quedado grabadas en mi mente, ella se defendió de mí, ella intento sobrevivir y yo, yo la mate y aun después de todo no podía creerlo. Me quede viendo un poco más el espejo, no buscaba nada más en mi rostro cuando el rostro de Sophie apareció frente a mí, no era ella en realidad sabía que era una mala jugada de mi mente recordándome de que la había perdido y que jamás la iba a recuperar, en ese momento sucedió lo que no paso en la corte me derrumbe en el suelo y sentí las lágrimas salir de mis ojos a montones, no me importaba ya nada, ella no iba a volver y en ese momento la necesitaba más que nunca.
Tres años antes
Mi primer año en la nueva escuela iba a ser muy duro, todo había cambiado pero sentía que iba a ser para bien, me había unido a “los Toros”, papá decía que eran chicos no muy buenos, malos como las pandillas pero yo los sentía como mis amigos Ryan era el líder y tuve mucha suerte de que me hubiera aceptado, Scott me había dicho que era difícil que él aceptara a alguien de primer año, nos reuníamos todos los días de vacaciones en la tarde en el viejo taller de botes, ahí la pasábamos escuchando música o bebiendo, pero Ryan no me dejaba beber a mí ya que era menor de edad, pero en cuanto cumpliera la mayoría de edad me harían una fiesta y terminaría hasta el amanecer. Me puse mis jeans negros y mi habitual camisa de cuadros, bajé las escaleras y me encontré con mi madre y el desayuno en la mesa.
-Buenos días-dije cuando le di un beso en la mejilla y tomé un pan tostado de la mesa, me senté y serví jugo en mi vaso. Papá se encontraba ahí, leyendo el periódico como de costumbre, era un gran doctor y su desempeño era inigualable siempre dispuesto a ayudar a los demás y eso era algo valioso para mí.
- ¿A qué hora llegaste anoche? -dijo bajando el periódico y me miro de forma serena, había pasado mucho tiempo con Ryan y los de más chicos que estaba seguro de que no me dejarían ir a casa a dormir para mi día de escuela.
-A las once-dije bajando la vista, él soltó un suspiro pesado y sabía que estaba cargado de toda su desaprobación y en cierto modo lo entendía, había sido muy desobligado de mi parte no poder llegar más temprano a casa.
-Dan, sabes que no me opongo a que tengas amigos, pero esos chicos no respetan nada y no me gustan, hoy es tu primer día de clases
-Son mis amigos-respondí tajante como lo había hecho antes, debía admitir que los últimos meses siempre teníamos la misma conversación de siempre y la respuesta que recibía de mi parte era la misma y su expresión no cambiaba, él no aceptaba a mis amigos pero no por eso iban a dejar de serlo, me cuidaban, yo los cuidaba y éramos familia.-Tengo que irme a la escuela-dije terminando mi desayuno y levantándome de mi asiento, tome la mochila que estaba en la mesa del recibidor y salí de mi casa, saque mi celular de mi bolsillo y lo conecte a mis audífonos y busque la canción que quería y mi mente se llenó de “Burn it down” de Linkin Park. Después de diez minutos caminando llegue a la puerta de la escuela, me quede unos segundos viendo el gran edificio de ladrillo rojo, con una gran carpa “Bienvenidos alumnos de nuevo ingreso”, fruncí el ceño después de leer esas palabras, de pronto sentí un brazo sobre mis hombros y sonreí, sabía quién era aquel que me estaba usando para apoyarse, mi cabeza se giró y vi a Scott, me quite los audífonos y él bajo su brazo.
-Es el mismo letrero que usaron para nosotros-dijo sonriendo y haciendo una cara graciosa-Parece ser que no quieren gastar en la nueva generación y hacen bien no valen la pena
-Gracias-dije riendo, Scott era mi mejor amigo desde que tenía seis años, la manera en la que nos conocimos siempre era algo que me gustaba recordar, nuestra amistad comenzó con una piedra, específicamente una piedra lanzada en mi contra.
-Te traje esto-dijo y puso una piedra en mi mano, lo mire con los ojos entrecerrados y él se rio-Igual a la que te lance cuando éramos niños, ¿recuerdas?, éramos unos tontos, bueno debemos entrar antes de que la directora salga y nos castigue en tu primer día.
Asentí en respuesta y ambos caminamos a la entrada, dentro del edificio toda la tranquilidad de afuera se esfumo, había ruido por todos lados, personas de aquí para allá, se notaban algo nerviosas y apresuradas, perdí la cuenta de cuantas veces fui empujado y pisoteado mientras trataba de caminar hacia mi casillero, cuando por fin llegue al fin pude soltar un gran suspiro, me sentí agradecido por salir vivo de aquel lugar, aunque sabía que cuando la campana sonara el caos se haría mayor y sería prácticamente imposible ir a mi salón sin caer en uno de los pasillos.
-Bienvenido a la jungla, debí mencionarte que no era una escuela-dijo viendo todo lo que pasaba, se rio de mí cuando intente abrir mi casillero sin éxito, lo mire de mala manera-Es muy complicado hacerlo la primera vez, tienen truco-dijo y después soltó un golpe al casillero que me hizo dar un ligero brinco de miedo, el casillero se abrió y me quede impresionado, lo había conseguido.
Metí mi mochila al casillero y saque los libros que iba a necesitar, revise mi horario de clases y fruncí el ceño, estaba tan confundido y mire a Scott con una sonrisa, él lo tomo y lo leyó.
-Tienes álgebra en el primer piso, salón A-105, que está por allá, guíate por las letras-cuando dijo eso me fije más en las letras arriba de los pasillos, asentí en respuesta y recupere mi horario-Vamos a reunirnos con Ryan después de la escuela, ¿puedes? -sabía que realmente no era una pregunta, si Ryan quería hacer una reunión no era algo que pudieras negar.
-Si, te veo a la salida-dije y me aleje para dirigirme a mi primera clase, la campana no sonó hasta que me aleje de Scott y el desastre de antes volvió a hacerse presente, me detuve en el salón y lo observe note que había muchas bancas individuales y había algunos alumnos ya ocupando sus lugares, decidí no entrar todavía y me quede afuera observando a las personas que pasaban y subían las escaleras hacia los demás pisos, por alguna razón estaba nervioso y sentía mis manos más frías que nunca, no sabía por qué se suponía que todo iba a estar bien, había sido aceptado por “los Toros”, estaba empezando un nuevo año escolar y mi primera clase era álgebra no había razón para estar nervioso. Mi vista se dirigió al pasillo que había recorrido hace unos minutos y entonces la vi, venia viendo su horario con mucha confusión y en ese momento deduje que al igual que yo era de nuevo ingreso, su cabello castaño estaba recogido hacia atrás en una coleta alta y un moño lo decoraba, tenía un suéter azul que definitivamente era más grande de lo normal y unos jeans negros, alzo la vista y me miro luego de unos segundos para acercarse a mí.
-Hola-dijo con una sonrisa nerviosa-Estoy perdida, ¿el salón A-105? -la mire y señale la puerta abierta-Entonces no estoy tan perdida como pensaba-guardo su horario en su mochila que ya no colgaba de sus hombros-Eres nuevo también, ¿verdad? -dijo y yo asentí, no tenía idea de que había asumido que era mayor. -Sophie Turner-dijo con una sonrisa, pero esta vez era diferente.
-Daniel Smith, pero puedes decirme Dan-dije con una sonrisa al igual que ella.
Presente
Había dejado de llorar después de unos minutos sentía las lágrimas secas en mis mejillas y sabía que mis ojos debían estar algo rojos y posiblemente hinchados, las luces se habían apagado y solo podía ver muy poco gracias a la claridad de la luna que entraba por una de las ventanas arriba de uno de los muros, estaba en mi cama pensando en el día en que Sophie Turner llego a mi vida, pensando en lo hermoso de su sonrisa y su brillo especial, aquel brillo que no había notado en muchas personas, pero ella lo tenía sin ningún esfuerzo, finalmente con mucho esfuerzo y sintiendo ese dolor en mi pecho me levante para recostarme en la cama, después de unos minutos me quede dormido.