Samuel vibraba de anticipación durante la semana previa a esa fatídica noche de viernes. Se sentía nervioso y tenso, luchando con la determinación de que esto no tenía nada que ver con que Joongwoo lo invitara a salir o, para ser más precisos, con que Samuel hubiera aceptado que Joongwoo lo invitara. Joongwoo no tenía todas las cartas; Samuel tenía cierto poder.
En definitiva, no era que hubiera mucho que esperar: Joongwoo no había anunciado una cita con él como algo que le causara aprensión; solo pensaba en papas fritas poco saladas y malteadas demasiado espesas. Eso era lo que Joongwoo le había dicho a Samuel que podía esperar, y Samuel no tenía una idea clara de cómo sería una cita con Joongwoo.
Ciertos pensamientos, sin que los invitara, vinieron a su mente: la chica de la fiesta sus
