Ya era casi las siete de la mañana, la noche anterior no había dormido bien, así que por la madrugada acogí el sueño y desperté inusualmente tarde.
Sentí hambre en cuanto desperté, el día anterior no había probado bocado y las tripas me dolían, pensé en escabullirme en la cocina y comer algo, pero encontré con que la casa estaba siendo revolucionada, había un sin fin de personas arreglando guirnaldas de flores y ramos de lindas rosas, entre ellas había muchas camelias, mis favoritas.
Mi madre me miraba con ojos expectantes, una mirada dice más que mil palabras, ella tenía la mirada feliz, pero … ¿porqué?
—Mamá, ¿Que pasa? —pregunté con aturdimiento.
—Niña, es el día de tu boda, ¿acaso no sabes que en un mes ibas a casarte?
—¡Vamos, anda! Ve y arréglate pronto —me dijo. Mis ojos casi
