"Hn," resopló papá en señal de acuerdo.
"Adelante", les indicó Tracy con un gesto. "Los bebés necesitamos nuestra siesta".
"¿Seay?", le preguntó mamá, inclinándose y sonriendo dulcemente a su rostro ausente y vuelto hacia arriba. Seay no podía levantar la cabeza del respaldo del sofá. No podía mover el dedo gordo del pie ni aunque quisiera. Con solo el humo, logró dedicarle a mamá una sonrisa débil y un movimiento de cabeza rígido y apenas perceptible: "No, gracias".
"De acuerdo", suspiró mamá. Se dio la vuelta y se bajó del sofá. Se dirigió a la puerta trasera. Parecía contenta de salir desnuda. Siendo justos, era muy improbable que esto provocara quejas. Papá se había liado con una belleza increíble.
"¿Papá?" Mamá le hizo una seña.
"Ya voy", asintió y volvió a levantar las piernas d
