— La persona que te escuche, puede pensar que estás celoso. — El joven paso una de sus manos sobre sus cabello ondulado. Sus palabras causaron una nueva ola de enfado y sus labios se crisparon. — ¿No es bastante obvia mi posición?
El silencio apareció entre ambos, los soldados dejaron de hacer sus cosas para poder observar lo que sucedía porque nadie se atrevía a cuestionar a Adonis. El joven de cabello ondulado se levantó de las escaleras, en un movimiento rápido guardo su espada en la vaina que descansaba sobre su cintura, giro sobre su propio eje para ver a Paolo, se acercó hasta su labio para susúrrale la respuesta.
— Soy el primer concubino de la Emperatriz, el hombre que la ayudo a asesinar a su hermano que le arruinó la vida junto a su esposa. — Esas palabras causaron que el rostro contrario empezará a palidecer debido al tono feliz con que admitía su complicidad.
¿Cómo podía estar feliz?
Paolo estaba por abrir sus labios para hablar, pero pudo ver en el reflejo de los ojos contrarios como la mujer de largos cabellos rubios salía de su mansión. La mano derecha del joven de ojos grises tocó el hombro del joven vizconde. Adonis camino hasta llegar frente a la mujer, se arrodilló y sujeto su mano para besarla como de costumbre.
— ¿Está todo listo? — La pregunta de la mujer causo escalofríos en los presentes, el hijo mayor del conde giro sobre su propio eje para responderle pero sus palabras quedaron atrapadas en su garganta.
Los caballeros tenían un pensamiento en común: « La Emperatriz siempre luce hermosa con cualquier cosa que use, pero en momentos como estos … Se ve jodidamente sexy ».
Paolo entendía la razón de ser de dicho pensamiento en común.
La Emperatriz Olivia estaba usando una camisa de vestir manga larga color blanco que permitía ver un poco sus pechos por el escote, un pantalón de cuero de color n***o se ajustaba a la perfección a su figura, las botas marrones hasta las rodillas dejaban ver sus piernas un poco más largas, aunque el detalle que más llamo la atención de Paolo era la espada que colgaba de su cintura.
— ¿Usted... va a pelear? — Paolo pensó en voz alta, Olivia giro a verlo mientras que Adonis se levantaba para estar a su lado derecho.
— Un verdadero líder, lidera con el ejemplo.
Cuando la mujer dijo esas palabras sus soldados empezaron a sonreír inflando sus pechos con orgullo por tener a una Emperatriz que no tuviera miedo a mancharse de lodo. La fémina camino en compañía de Adonis, cuando estuvo en el escalón al lado de Paolo tocó el hombro contrario quien fue incapaz de verla a los ojos debido a la vergüenza.
Creía que su pregunta era estúpida.
— ¿Sabes cuál es la diferencia más grande entre un verdadero líder y un jefe?
La pregunta de la mujer causo que el joven la mirara directo a los ojos sin comprender. Era un noble, era consciente de lo que significaba ser un jefe debido a su educación pero... Según él, ambas palabras significaban los mismo.
— ¿Disculpe? — Creyó escuchar mal las palabras de la mujer de piel lechosa, una de sus cejas se levantó en señal de confusión.
— ¿Lo sabes?
— Ambas palabras significan lo mismo para mí. — Murmuró bastante extrañado por el camino que estaba tomando la conversación, la mujer únicamente se limito a reír y negar con la cabeza.
Sin poder evitarlo sintió bastante ternura por el joven noble frente a su persona, tuvo una de las mejores educación del Imperio pero aún así era incapaz de ver la diferencia entre ambos términos.
— Son significados diferentes, un líder se ganará la confianza de sus equipos y no tendrá la necesidad de imponer nada, ya que con explicar y ejemplificar es suficiente. — Dijo antes de girar su mirada para ver a sus soldados con orgullo. — Confío plenamente en mis hombres, ellos confían ciegamente en mí... Además de eso, ¿Cómo podría exigirles una victoria contra los enemigos si no los guío con mi ejemplo?
Las palabras de la mujer de cabello estilo Curly* dejaron en completo silencio al joven de cuna de oro, era la primera vez en su vida que sus conocimientos eran cuestionados abiertamente, a su vez que sus errores eran señalados. Sus mejillas empezaron a calentarse debido a la vergüenza, en su rostro apareció una mueca de disgusto.
Paolo era reconocido por todos como un genio, sus errores eran casi nulos, equivocarse de esta manera frente a la Emperatriz era un golpe a su orgullo.
Era un mal sabor de boca.
La sombra de una pequeña sonrisa apareció en los labios rojos de la joven, sin poder evitarlo imagino al hombre frente a ella con unas orejas de Pomeranian bajas debido a su tristeza.
– Que lindo... – Ese era el pensamiento de la mujer de ojos negros, pensamiento que el vizconde logro escuchar.
Los ojos café de Cavendish estuvieron mirando fijamente el rostro contrario unos cuantos minutos después de escucharla. Estaba luchando contra un impulso de idiotez, deseaba preguntarle abiertamente que le causaba ternura pero no quería exponer su habilidad mágica. El joven apretó sus puños intentando alejar de su mente la petición de su curiosidad, debía permanecer racional. La mujer que tenía frente a su persona aunque pareciera un hermoso Ángel del mundo celestial... Era una bestia sedienta de sangre.
Olivia se aparto del joven, continúo bajando las escaleras de mármol al lado de Adonis mientras ataba su cabello en una cola alta con una cinta de color verde otorgada por el hombre con el cabello estilo wavy*.
— Les diré esto solamente una vez. — La voz de Olivia aunque tenía un tono de voz gentil, estaba repleta de autoridad. Los soldados se encontraban firmes, sus ojos divisaban con especial atención a la fémina que tenía sus manos en sus caderas. — Los vampiros son monstruo que todos escuchamos alguna vez en los cuentos urbanos, pero... A veces los cuentos están empapados con ligeros roces de verdad. Sin importar el hecho de su "inmortalidad" o sus habilidades... ¡Están atacando nuestro hogar! ¡Están violando nuestra soberanía entrando a nuestros pueblos, molestando a los habitantes! ¡Están robando los minerales que son propiedad de todos! — Sus palabras a medida que eran dicha causaban muecas de enojo en los hombres que portaban las armas con orgullo. — Lo que nos están robando causa que perdamos dinero que podemos usar para seguir avanzando ¿¡Les vamos a permitir que continúen?!
— ¡No! — El grito unísono de los soldados causo que una sonrisa lobuna apareciera en el rostro de Olivia.
— ¿¡Qué vamos a hacer!? — Les cuestionó.
— ¡Matarlos! — Esa respuesta empezó a repetirse con entusiasmo, los ojos oscuros de la mujer divisaron a sus soldados.
Los hombres a su cargo estaban enojados así como deseos de obtener un pedazo de gloria para quedar registrados en la historia. El joven de piel ligeramente bronceada giro su cabeza para poder observar detrás de su persona al hijo del Conde que estaba sorprendido, sus ojos se encontraban bien abiertos y sus labios ligeramente abiertos.
Paolo encontró fascinante como la mujer de ojos oscuros como la noche se encargó de enlazar a un ejercicio de aproximadamente tres mil personas, en una sola línea de acción y pensamiento.
Cuando sus ojos se encontraron, Adonis empezó a mover sus labios para poder hablar sin emitir ningún sonido.
No deseaba interrumpirla.
— Esto, no es nada... Te encontrarás con más cosas geniales. — No fue difícil para el joven de cabello castaño entenderlo, Adonis le guiño el ojo izquierdo antes de voltear.
Paolo tenía curiosidad sobre que otras cosas era capaz de hacer.
Termino de bajar las escaleras para colocarse al lado derecho de la mujer en silencio, la atmósfera entre los caballeros estaba repleta de entusiasmo. La mujer saco de la vaina su espada levantando su arma al cielo dejando que su mana de color turquesa rodeará el metal.
Los soldados guardaron silencio.
— El líder de la mafia, es mío. — Los ojos de la monarca se dejaron consumir en su totalidad por su deseo, en ese momento... Los presentes sintieron escalofrío y temor al observar sus ojos fríos así como un rostro sin emociones. — Es mi presa en esta ocasión, pueden aniquilar al resto.
— Saben las reglas. — La voz gruesa de Adonis causo que los soldados sintieran un pánico mayor que antes. — Quien se atreva a dañar la presa de la Emperatriz sin su consentimiento pagará con su cabeza y su familia será enviada a un campo de concentración ¿Entendió?
Los soldados al unísono afirmaron, los ojos avellana del joven amo Cavendish divisaron de reojo a Olivia.
— Tengo un mal presentimiento... — Pensó para si mismo mientras su mano derecha buscaba la vaina de su espada en un ligero intento de tranquilizarse.
La joven de cabello dorado bajo su espada para guardarla en su respectivo lugar, camino entre sus soldados mientras era seguida por ambos hombres, con cada paso que daba sus soldados se apartaban a un lado para dejarla pasar libremente. Olivia se detuvo cuando estuvo al frente de un caballo de color blanco con varias manchas de color n***o sobre su cuerpo, sus manos desnudas acariciaron el costado del animal.
— ¿Estás lista para ejercitar, Prieta? — El animal parecía entenderla, relincho y asintió con su cabeza. — Bien, entonces después en el palacio pediré a los sirvientes que te mimen como lo mereces por tus esfuerzos.
— Su majestad, permítame ayudarla a subir a su caballo. — La voz de Adonis causo que el ambiente fuera menos tensó.
— Está vez, quiero que lo haga Paolo.
Un ligero puchero apareció sobre los labios de Adonis, sabía que formaba parte de la prueba para aceptar al joven como una de sus joyas pero aún así... El joven de cabello con ligeras ondas no pudo evitar sentirse un poco molestó mientras que Paolo estaba confundido ¿Por qué debía ser él?
No se atrevió a negarse, no deseaba que su familia sufriera fuertes consecuencias debido a su acciones, sin más remedio se acercó.
— Permítame. — Murmuró mientras sus manos se acercaban a las caderas contrarias, Olivia giro sobre su propio eje quedando cara a cara. Sus respiración se mezclaron, el corazón de ambos empezó a latir con fuerza.
Las manos de Paolo finalmente sujetaron con firmeza las caderas contrarias y usando la fuerza de sus brazos, con bastante cuidado de no lastimar a la mujer, subió el cuerpo de la joven rubia con sumo cuidado al lomo de su caballo.
— Gracias. — Una suave sonrisa apareció en los labios finos pero con aires besables de Olivia, en consecuencia, las mejillas del joven se sonrojaron salvajemente.
Paolo se quedó paralizado en su lugar, observando como la mujer colocaba ambas piernas a los lados del caballo para poder cabalgar debidamente. Adonis se acercó hasta el joven, que era menor en altura, tocó con su mano unos de sus hombros causando que diera un ligero respingo.
— Vamos a los caballos, será mejor no perder el tiempo. — El rostro risueño del hombre, se transformó en uno bañado de seriedad. Paolo era capaz de notar el deseo insaciable de gloria del contrario.
— ¡Traeremos la Victoria ! — El grito de la mujer, fue la señal de subirse a sus respectivas caballos.