Segundo round

1801 Palabras
No pude dormir en toda la noche, fue eterna y más por el dolor en mi pierna que se ha vuelto incesante, «si tan solo me hubiera tomado los analgésicos», me levanto con mucho esfuerzo llevó las manos a mi pierna que está más inflamada de lo normal, así que no me queda de otra que ir al baño en busca de un analgésico o en su defecto una Aspirina. Tomo mi muleta y camino hacia el baño, pero recuerdo que Fernando dijo que este baño todavía no está disponible, así que no me queda de otra que ir al que queda terminando el pasillo, me pongo un pantalón y vaya que me llevó tiempo y salgo de la habitación, camino hacia el baño el cual entró sin ni siquiera tocar, cierro la puerta y voy hacia el botiquín en busca de un analgésico. —¡Fernando!, ¿Eres tú? —Me giró al escuchar la melodiosa voz de Ariana, quien se encuentra justo detrás de mi espalda, me giro, pero cierro de inmediato mis ojos al ver su cuerpo completamente desnudo. —No… soy Camilo, ¡perdóname! —le digo, tratando de articular palabra e incluso de articular todo mi cuerpo. Retrocedo un poco para caminar hacia la salida, y cierro mis ojos lo más fuerte que puedo para no ver a la a la diosa que se encuentra justo parada al frente de mí, y por la cual me dejaría llevar al mismísimo Olimpo si fuera necesario. —Como se le ocurre entrar a un baño sin ni siquiera tocar —dice realmente ofuscada y la verdad la entiendo, pero ella también debe de entender que yo tampoco sabía que ella usaba este baño, «tampoco soy adivino». —Sí, lo sé pero ya salgo en este mismo instante —digo, solo que al girar por completo mi cuerpo me doy fuertemente en la pierna y caigo al piso, “Acaso algo más me puede pasar», me retuerzo del dolor pues la pierna se encuentra bastante inflamada, y el dolor se ha vuelto más intenso. —¡Camilo! —Siento las suaves manos tomar mis manos para ayudarme a colocarme de pie, y otra vez la corriente que recorre todo mi cuerpo, me preguntó si esto que siento es normal, o en definitiva me estoy volviendo loco. —Ariana déjame yo puedo no hay necesidad de que me ayudes —digo sonando lo más seguro posible, aunque por dentro me muero por qué me toque una vez más, «por dios que estoy pensando es mi cuñada y por lo tal me está prohibida, además está es una situación difícil de entender. —Pero ¿qué dices Camilo?, tu herida está sangrando, además está un poco inflamada, ven te ayudo, necesitamos lavar tu herida y colocar algunos antibióticos —dice, así que no me queda más remedio aceptar su ayuda, me ayuda a levantar para después ayúdame a caminar de nuevo hasta mi habitación, «o eso creo» bueno eso no lo sabré hasta cuando abra mis ojos, pues nos los pienso abrir hasta que ella lleve su cuerpo tapado con algo de tela. —¿Por qué sigues con los ojos cerrados? Ya los puedes abrir. —Escucho una suave risa salir de sus labios, así que mi curiosidad es más grande y abro mis ojos, y efectivamente su sonrisa es la más bella y dulce que mis ojos hayan visto. —¿Se puede saber que tanto me miras? —Por Dios, ¿Acaso fue tan evidente?, Pero como evitarlo, si su belleza resalta por dónde quiera que ella esté, además que muerde su labio inferior haciéndola lucir mucho más hermosa. —Solo que no pensé que pudieras hacer curaciones, lo haces como una experta. —Deja salir una delineada sonrisa, y Lugo levanta su mirada y me mira con bastante picardía. —Eso es porque soy enfermera, no lo ejerzo, ahora estoy enfocada en otro asunto. —Vaya mi cuñada es toda una cajita de sorpresas. —Listo, ahora ya puedes ponerte de pie, mientras me cambio y por favor ponte algo decente, paso por ti en quince minutos —dice mientras señala todo mi cuerpo, bajo mi mirada y la verdad no veo nada raro en mi ropa, bueno si, no llevo camisa, “que estúpido soy". —¿Y a dónde vamos? —preguntó antes de que salga de la habitación, ella se gira y rueda los ojos, en verdad está mujer es realmente bella, ahora entiendo porque mi hermano se casó con ella, si cualquier expresión o solo escuchar su dulce voz hace que todo mi cuerpo vibre. —Desde luego a que te sanen esa herida, yo solo la desinfecte, pero hace falta que te envíen antibióticos además de unos desinflamatorios, así que no es por afanarte, pero muévete, tengo muchos asuntos que hacer —dice mientras sale de la habitación contorneando sus caderas de lado a lado. Muevo mi cuerpo hasta donde se encuentra mis valijas dónde saco una camisa decente con la cual poder salir. Quince minutos más tarde yo ya estaba listo, bueno por así decirlo, porque tuve que salir con mi pie descalzo, el dolor fue tan intenso que no pude colocar mi zapato, si uno fue difícil, el otro sí que peor, la pierna no me dejó agachar para nada. —¿Y tú piensas ir así? —La veo ingresar con sus brazos cruzados, lo que hace que resalte aún más su belleza, además que ese vestido blanco ceñido al cuerpo hace que despierte algo más en mi, pero que dices Camilo, ella está prohibida para ti, y como tal tienes que respetarla, después de todo es tu cuñada y no puedes tener ningún mal pensamiento hacia ella. —No quiero causar molestias, pero le puedes decir a Fernando que baje, por favor —digo, porque no es justo que ella esté aquí conmigo, cuando puedo tener la ayuda de mi hermano, aunque me gustaría valerme por mi mismo y no depender de nadie, pero como tengo mi pierna, lo veo bastante difícil. —Lamento decirte esto ahora y no más antes, pero él tuvo que salir anoche de viaje y me encargó que te cuidara y te ayudará en todo, no quiso despertarte, así que por lo que veo no te queda de otra que ir conmigo —me dice Alzando una ceja, mientras yo solo llevo las manos a mi cabeza, Dios apiádate de mí. —Está bien, pero te prometo que no causará mayores inconvenientes, te lo aseguro —digo, ya resignado, pues mi hermano no tuvo la delicadeza de al menos ir a la habitación y despedirse de mí, pero en el fondo lo entiendo, por más que demostró la alegría al verme, sé que el todavía sigue culpándome de todo y sé que sí, yo soy el culpable de absolutamente todo, que aunque intenté huir a otro país y olvidar todo siempre ellos no se desprendieron de mi mente ni un segundo de mi vida —Eso espero. —Deja salir una sonrisa y prosigue hablando. —Pero también quería pedirte disculpas por lo de ayer y por casi romperte la cabeza, te juro que creí que eras Fernando, me imagino que pensaste lo peor de mí, que tú hermano se había casado con una loca ninfómana. —Me echo a reír, la verdad nunca llegué a pensar tal cosa de ella. Al cabo de quince minutos llegamos a un enorme edificio, bueno a un enorme hospital el cual lleva un letrero grande al igual que su apariencia, "hospital Santa Clara" —Así que aquí trabajas —digo rompiendo el silencio que reinaba entre los dos, pues yo no tengo nada que decir, y cada vez que lo hago siempre meto la pata, bueno la pata no, las cuatro patas, no sé hasta cuándo dejaré de ser tan imprudente. —No, no trabajo aquí, solo te traje aquí por qué es uno de los mejores hospitales que hay en la ciudad, además tengo un amigo el cual te va atender muy bien —dice sonriendo, «hay dios aleja esos malos pensamientos que tengo», digo mentalmente al verla tan bella sonriendo, provocando en mí miles de sensaciones dentro de mi ser. Salimos del auto, y al colocar mi brazo sobre su espalda siento una enorme presión en el pecho, no entiendo que me pasa con Ariana, lo que si es que debo alejar cualquier sentimiento hacia ella, entramos al hospital por el área de urgencias hasta llevarme a uno de los consultorios, lo que sí puedo ver es que ella es bastante conocida aquí, todo lo mundo la trata con bastante familiaridad, bueno eso no me debe importar, mientras ella toca y hace no sé que cosa yo me siento, pues este dolor me está matando, no debí dejar de tomar los medicamentos, pero en ese momento no los creí necesario, solo quería salir de allí y borrar de mi mente la imagen de mi amigo muerto sobre mí. —¡Camilo! —Alzo mi mirada y ahí está ella nuevamente mirándome con esa brillante que provoca tanto en mí. —Sí, dime —digo mientras trato de colocarme de pie, solo que el bastón se resbala y hace que caiga fuertemente al piso, sin contar que alcance a tomar las manos de Ariana haciendo que ella caiga encima de mí, fueron segundos en que ninguno de los dijo nada, solo nos observamos hasta que el momento incómodo se vio arruinado por una voz que conozco bastante bien. —¡Por Dios!, ¿Qué sucede aquí? —Mientras Ariana me ayuda a colocar de pie, yo simplemente a la mujer que pensé que nunca volvería a ver, “Marcia” —¡Camilo!, ¿Eres tú? —dice ella abalanzándose sobre para darme un abrazo, el cual por supuesto nunca hubiese aceptado. —Ustedes dos se conocen —dice Ariana, mirándola la cara de alegría que tiene Marcia reflejada en su rostro. —Sí, Camilo y yo estuvimos a punto de casarnos —dice Marcia, sin ningún remordimiento, ¿Acaso se le olvidó todo el daño que me hizo al suspender la boda dos días antes? —Guau, nunca me lo imaginé, pero eso es algo que no viene al momento ahora lo importante es curarte esa herida e ir con el médico para los antibióticos —dice Ariana, la verdad me alegra mucho que ella haya venido conmigo, así me siento más seguro, y no caigo en la oscuridad en la que una vez me sumió Marcia Después de casi una hora y de qué Marcia me hiciera las curaciones por fin salí de ese horrible lugar, aunque la idea en que ellas dos son amigas, no ha dejado de darme vueltas la cabeza.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR