Capítulo 5

2508 Palabras
Estuvimos conversando por varios minutos más, hasta que consideré que fue suficiente tentación para mi primer día de vacaciones, lo cual ni siquiera quería pensar. Porque si así es mi primer día, no quiero pensar cómo serán los siguientes, una completa y deliciosa tortura. Me despedí de él no sin antes dejar lo que había utilizado limpio y luego con una suave y rápida despedida me fui a mi habitación. Donde al menos me demore una hora mas en poder conciliar el sueño, al cerrar los ojos lo único que veía era a él, al exquisito dios griego dueño de la cama que estoy usando y de la humedad que tengo entre las piernas. Me tuve que golpear mentalmente para dejar de pensar en el y concentrarme en lo que necesitaba en ese momento, que era dormir profundamente para eliminar todo lo que estaba sintiendo y así sucedió, a los minutos me logré quedar dormida descansando mi pobre e inquieta mente. El día amaneció y mis ganas de salir de la habitación no, de verdad que no quería salir de aquí porque sabía que lo vería o eso era lo que esperaba. Aunque siendo un hombre de negocios tan ocupado como el, quizás ni siquiera estaba en casa. Y con ese pensamiento en mente, me levanté con mejor ánimo y me di una relajante ducha, la que despertó mi mente y cuerpo y alejo cualquier mal pensamiento de mi cabeza. Me puse un floreado vestido que no se ajusta demasiado a mi cuerpo, pero que si es algo corto, me queda unos tres dedos bajo el trasero, pero como no tengo intenciones de salir y tengo en mente la idea de disfrutar de la piscina durante todo el día, no me molesta. Me pongo mi traje de baño debajo, aplico un maquillaje suave, bastante ligero, sandalias y el cabello tomado en una coleta alta, dejando algunos mechones caer por mi rostro. Con una sonrisa al verme en el espejo por ultima vez, salgo en dirección al primer piso no sin antes ver como esta Kate. Ingreso a su habitación y la veo profundamente dormida, la resaca que debe de tener o que tendrá al despertar, será monumental, así que con una sonrisa divertida en el rostro bajo hasta el primer piso. Apenas pongo un pie veo a varias personas en el lugar, todas personas del aseo de la casa. Saludos a todos con educación, yo no soy mejor que ellos, así que todos merecemos el saludo aunque Kate eso no lo comprenda siempre. Avanzo por la gran sala de estar y me voy directamente a la cocina, tengo hambre y quiero comer para comenzar de la mejor manera mi día. - Buenos días – saludo con entusiasmo pero me quedo de piedra cuando veo a Samuel sentado en la isla tomando un café mientras lee el periódico. Detiene lo que estaba haciendo, baja el periódico y me da una mirada que me estremece. - Amanda, buenos días – dice con esa ronca voz que me provoca mil pensamientos perversos por segundos y acompañada de una sonrisa que me hace suspirar. - Samuel – respondo apenas, él sonríe, asiente con la cabeza para luego volver a beber de su taza y leer las noticias o lo que sea que haga. Con las piernas temblorosas e intentando reaccionar y recordar a lo que venía, me muevo un solo paso hasta que una amable señora me detiene. - Señorita, tome asiento, yo la atiendo – me dice con amabilidad, pestañeo en su dirección reaccionando al instante. - No, no es necesario. Ya me puedo servir yo, tengo manos buenas – le digo como broma al final y ella sonríe divertida. - Lo se y muy bonitas pero déjeme atenderla – suelta con cariño y no me queda de otra que asentir a su petición. - Bien, pero para la próxima vez yo la ayudo – le digo y ella me da un suave apretón en mi brazo izquierdo. Procedo a darme la vuelta y tomar asiento en el primer taburete que vi disponible, reviso mi teléfono que suena por una notificación de mensaje mientras me sirven el desayuno. Solo se escuchan los movimientos que hace la amable señora al preparar mi comida. - No muerdo, sabes? – escucho la voz de Samuel que me eriza por completo. Pestañeo y levanto mi vista en su dirección y lo veo no entendiendo nada. - ¿Qué? – sueldo dudosa a lo que quiso decir, aunque cayendo en cuenta de sus palabras, no me molestaría si lo hiciera. Trago grueso ante el camino que esta tomando mi mente una vez más. - Que no muerdo…- suelta con una sonrisa y señalando el lugar en el que estoy -…estas al otro lado de la mesa – dice y caigo en cuenta de a lo que se refiere. - Yo, y-yo lo siento, no me di cuenta, simplemente me…senté – digo con la vergüenza plasmada en mi rostro, no lo hice a proposito aunque lo agradezco, no creo poder comer si lo tengo muy cerca. Samuel sonríe pero asiente con la cabeza y sigue en lo suyo. - Bueno, espero tu compañía mañana más cerca entonces…- dice y nuevamente comienzo a fantasear con sus palabras -…será agradable poder compartir con alguien más – dice y algo en mi se remueve. Por que me recuerda lo enorme del lugar y la solitaria vida que debe de llevar, cualquiera se sentiría solo si estuviera dentro de estar paredes y el no es la excepción, aunque sea su decisión vivir aquí y de esa manera. Le sonrió con sinceridad y cariño, porque es imposible para mi rechazar aquella invitación. - No hay problema, desde mañana seré tu mosca en la sopa para el desayuno…- suelto y los tres presentes en el lugar reímos - …y aunque mordieras, no me molestaría – digo tomando de mi vaso de jugo pero me quedo a medio camino cuando me doy cuenta de lo que acabo de decir. Mi mirada la dejo al frente, evito mirar en su dirección, abro los ojos como platos, mis manos tiemblan, comienzo a sudar y trago despacio el líquido que alcance a consumir. El lugar quedo en silencio, si alguien arrojara un alfiler al piso se escucharía por todo el lugar por la tension e incomodidad que quedo luego de mis no pensadas palabras. ¡Mierda, yo y mi boca! - Yo…-intento decir algo cuando Kate hace ingreso en la cocina, salvando el momento y mi metida de pata. Suelto el aire que tenia retenido y le doy una rápida a Samuel que se encuentra sentado en la otra esquina de la isla y veo que me esta mirando fijamente con una expresión que no sabría definir y ojos completamente oscurecidos, nublados en algo que prefiero no decir. - ¡Dios, me duele la cabeza! – dice Kate sentándose a la mitad de la isla. Yo alejo mis ojos de aquel tentación de hombre y me concentro en comer, aunque ahora mismo mi apetito haya decidió abandonarme por estúpida. - ¿Buena fiesta? – pregunta Samuel sin dejar de verme, lo que me pone nerviosa. - Hmm – suelta su hermana y el niega con la cabeza. - Sabes, no todo es fiestas y alcohol Katherine – le dic a modo de regaño, yo me concentro en mi plato y nos los veo. No quiero ser participe de estas conversaciones por que considero que tiene razón. - No empieces, no estoy para tus sermones Samuel. Soy joven y tengo derecho a divertirme – suelta Kate con una mueca y devorando sus waffles dejando el tema hasta ahí, pero no sé si su hermano esta dispuesto a seguir su ejemplo y menos cuando veo como endurece el gesto y le da una mirada de molestia. - No son sermones mocosa, te estoy ayudando a que no tires tu vida en los putos excesos – dice enojado y yo bebo de mi vaso. - ¡Como si nunca hubieras sido joven Samuel! De seguro fuiste peor que yo en aquel tiempo – dice su hermana en respuesta con una sonrisa maliciosa. Samuel no dice nada, solo se queda en silencio y se pone de pie. - Estaré en el despacho trabajando por si necesitan de algo. Amanda, Kate, que disfruten su mañana – dice y lo veo desaparecer con ese cuerpo que me hace tener mil orgasmos con solo imaginarlo encima del mío. Suelto un suspiro cuando ya no se siente su exquisita presencia y en su lugar, queda la mala energía de su hermana la cual considero es muy grosera con él. Se que se llevan 20 años de diferencia, pero es su hermano mayor, le debe respeto y más cuando solo quiere cuidar de ella pero eso Kate no lo logra entender. - Es un amargado – suelta mi amiga haciendo que enfoque mi vista en ella. - No lo es, solo te dijo la verdad – lo defiendo – estas llevando la fiesta y el consumo de alcohol a un exceso que no es sano – suelto molesta, porque yo también se lo he repetido en varias oportunidades. - No molestes tu también, son tal para cual – dice y niego con la cabeza. - Solo te cuidamos Kate – digo y ella suelta un gruñido insatisfecha por el reto de los dos, suelta la servilleta en la mesa enojada y se levanta de un salto. - Se me quito el hambre, nos vemos en un rato – dice y se va sin más. La veo salir del lugar mas que molesta y lo lamento por ella, pero le diré lo que pienso todas las veces que sean necesarias aunque no le gusten. - El señor esta preocupado por ella, sus padres lo llaman constantemente por la señorita. Sabes que esta llevando un exceso que no es sano y ya no saben que hacer – dice la amable señora que no tengo idea de cómo se llama. - Lo sé, a mí también me llaman de forma constante o yo a ellos. Soy su amiga, quiero ayudarla a que deje aquello pero no me hace caso y siendo honesta, dudo que Samuel consiga algo con Kate – digo y ella asiente con tristeza – esperemos que este verano sirva para algo – suelto y ella sonríe con ternura. - Esperemos que si y por si acaso, me llamo Gloria – dice y agradezco aquella información. - Y yo soy Amanda, un gusto – le devuelvo el saludo y presentación con una cálida sonrisa. El resto de la mañana pasa sin novedades, no volví a ver a Kate ni siquiera por error, lo mas probable es que haya vuelto a su habitación para dormir. Yo me encuentro en la terraza, frente a la piscina leyendo un libro el cual me tiene muy entretenida, es un libro erótico y me es imposible dejar de leerlo, ya voy en el segundo tomo. Es demasiado adictivo, haciendo que me concentre a tope. “Miguel vuelve a empujarla sobre el capó. Le abre las piernas y mete la boca en el sexo de ella. ¡Ay, madre! Pero ¿de qué estoy siendo testigo? Mi jefa, doña Tiquismiquis, suelta un gemido y yo me tapo los ojos. Pero la curiosidad, el morbo o como se llame me puede y me los destapo de nuevo. Sin pestañear veo cómo él, tras relamerse, se separa unos centímetros de ella y le mete un dedo, luego dos y, levantándose, la agarra de su pelazo oscuro y tira de él mientras mueve sus dedos a un ritmo que, para qué negarlo, haría suspirar a cualquiera. —¡Síiiiiiiiiiiiii! — escucho gemir a mi jefa. Respiro con dificultad. Me va a dar algo. ¡Qué calor!” - ¿Vamos a la piscina? – dice Kate asustándome y haciendo que pegue un grito dejando mi corazón en el techo. - ¡Mierda Kate! – la regaño y ella sonríe. - ¿Todavía lees eso? Pensé que ya lo habías terminado o es mas de un libro? – pregunta y yo asiento. - Si, es más de un tomo y si, vamos a la piscina, hace calor – digo y más después de leer aquella escena. Creo que no debería leer aquel libro mientras este en esta casa con un hombre que eleva a mil mis fantasías eróticas y sexuales. - ¿Me puedes ayudar con el bloqueador? – le digo a Kate y ella asiente. Me pongo de pie dejando todas mis cosas en la tumbona y acercándome a la piscina donde se encuentra para que me ayude, pero justo cuando estoy a punto de sacar mi vestido, siento como una presencia a la cual me estoy acostumbrando demasiado rápido hace ingreso en la zona donde estamos quedando a mi espalda. - ¿Calor? – no se porque todas las palabras que suelta me provocan de una manera que no es normal, que no es sana. Cierro los ojos y solo asiento, estoy dura como una piedra en la misma posición, no me atrevo ni siquiera a respirar. - Así es, con Amanda disfrutaremos de la piscina lo que queda de tarde – suelta su hermana como si nada y se lanza a la piscina. - Me parece bien – suelta Samuel erizando mi piel cuando siento que da un paso en mi dirección. - Podrías ayudarla…-dice y yo abro los ojos como platos entendiendo lo que va a decir y con mis ojos intento decirle que no, pero ella ni cuenta se da -…necesita que la ayuden aplicarse el bloqueador, podrías ayudarla Sami? – suelta Kate haciendo que mi pecho late despavorido con miedo, nervios y emoción. ¡Dios mío! ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Que se niegue, por favor que lo haga… - No tengo problema…- dice Samuel terminando de acercarse a mí, veo como su brazo izquierdo me rodea el cuerpo y lo acerca a mi vientre, mi pulso esta disparado, mi corazón ya no da más de los mil latidos que da por segundo y mi ansiedad me esta superando. Y que decir de la humedad que tengo entre las piernas, estoy a punto de convertirme en un puto charco ante su presencia. No se que hace, no se porque esta tan cerca mío, siento su piel contra la mía, su caliente aliento en mi cuello y para rematarla, su mano tocando la mía con suavidad erizando hasta mi alma. Trago grueso ante lo que sucede. Saca algo de mis manos y abro los ojos, que no tenia idea estaban cerrados y veo que es el maldito bloqueador. Pero apenas abro los ojos tengo los de Samuel frente a mi viéndome con diversión, sensualidad y perversión. - Necesito esto…-dice señalando el envase y yo asiento como estúpida pidiendo que la tierra me trague y que me escupa donde quiera, pero lejos de aquí. Señor, dame paciencia y fuerzas para no caer en tentación. Te lo pido, por favor…
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