Compañía / Propuesta Sospechosa

1973 Palabras
Capítulo 27 Compañía Parte 3 / Propuesta Sospechosa [Raúl] El frio de la mañana casi siempre era un fiel acompañante para cuando comenzaba el día, para alguien como yo me era fácil el despertar temprano en la mañana pues por lo general los agentes de la policía solían desalojar los lugares donde uno podía dormir, temprano en la mañana sin importar el clima. Si habías dormido o no. Yo por mi parte casi nunca había tenido problemas con la policía, por lo general si se hacía tarde en la noche, prefería ir a alguno de los refugios, o cuando me enfermaba o me resfriaba me quedaba cerca de los refugios de vagabundos… allí al menos podrían ofrecerme algún medicamento para que empeorara mi situación. Halaba a Max, pero en realidad no había necesidad de hacerlo, caminaba a la par de mis pasos y a la velocidad que yo lo hacía, ponía atención mi movimiento es y se iba a mi lado, no le importaba mi forma de vestir en ese momento mucho menos en coló podría oler mi cuero, pues había pasado días algo calurosos, sin embargo, Max no le parecía dar mucha importancia a esto. Bajamos por la calle principal del barrio bajo la mirada curiosa de las personas que salían de sus casa al amanecer, en mi mente estaba clara la ruta que debía seguir y Max, el perro caminaba a mi lado como si me conociera toda la vida… tal cual lo haría junto con su propietario si tuviese que hacerlo, lo ate a mi maleta para tener mis manos libres por algunos minutos, el frio del amanecer, pese a que el café caliente que me había tomado me había ayudado a ignorarlo, parecía estar congelando mis manos, tanto así que tuve que meterlas dentro de mi chaqueta y caminar lento mientras terminaba de salir el sol, el cual salía sin ninguna nube acompañándolo, quizá sería un lindo día para caminar por la ciudad, y sería lo ideal para la misión que me había propuesto. Caminando por la calle en compañía que amigo peludo imaginaba como podría ser la entrega a su familia, si bien no confiarían en mi… lo cal era más que posible, y pensarían que yo lo robe, o bien que quería una buena suma como recompensa… lo cual no vendría nada mal, por otro lado pensaba en como poder explicar la situación, si tan solo lo encontré, no quería una recompensa por él, si bien la ofrecían eso no había pasado por mi mente, tan solo había pensado en que el animal merecía estar en su hogar… como todos a decir verdad. el plan era claro, llamar lo más pronto posible al número telefónico de la placa del perro, averiguar donde podrán recogerlo y disfrutar de unas muy bien merecidas “Gracias”, después de todo ese era mi único premio, la única recompensa que bien podría desear en esos momentos. Max caminaba a mi lado, de vez en cuando se quedaba por el camino y olfateaba algo que llamaba su atención por el camino, incluso podría jurar que Conte más de 10 ocasiones en que orino alguna pared o poste de la luz que iba encontrando a su paso, ya las ultimas veces me daba gracia el verlo obsesionado con un nuevo olor, parecía tranquilo, además de noble y por supuesto muy curioso. Caminamos por quizá unos 2 o 3 barrios diferentes, el atado a mi maleta y yo tranquilamente, fue inevitable el despertar la curiosidad de quien nos veía pasar pues debo admitirlo… Max se veía mil veces mejor que yo, juraría que incluso su olor era mejor que el de mi chaqueta, aunque estaba un poco acostumbrado ya a los olores fuertes, razón por la cual visitar a mi hija era una muy buena idea, ya que ella podría dejar que tome un baño con agua caliente… de solo pensarlo mi cuerpo se sentía más relajado. Cruzamos por el comercio del sur de Bogotá, no pasamos desapercibidos, pero tampoco llamamos mucho la atención, tan solo un vagabundo más en compañía de un perro… no era en realidad nada fuera de lo común. Me detuve en una de las tiendas del barrio donde vive mi hija y me quede pensando en la posibilidad de llamar, saque de mi bolsillo las monedas con las que había intentado comprar el café y pensé que el tendero podría dejarme llamar al número de la placa del perro, tome el papel donde lo había anotado y junto con las monedas en mi mano me asome en la puerta de la tienda, quien atendía era un muchacho que se veía inocente, claramente vi en el los ojos de temor más mi voz parecido tranquilizarlo un poco. —Discúlpeme… necesito llamar a este número… no tiene que darme el teléfono, puede llamar usted mismo y decir que encontró al perro perdido—le dije sin dejarlo responder. El joven cambio la expresión de su rostro y en su interior parecía querer entender la curiosa situación en lo que lo había puesto, se quedó mirando desconfiado, sin embargo saco de la vitrina un viejo teléfono celular y tomo de mi mano solo el papel con el numero escrito. —¿Es este el numero…?—pregunto inseguro, —¿Qué debo decir si contestan?—me cuestiono. —Que lo encontré en este barrio… que pueden recogerlo en la estación de autobuses o bien en este barrio…—respondí sin pensar pues había actuado por impulso en ese momento. El joven marco el numero en el teléfono y enseguida quiso llamar, yo por mi parte me quede entre la puerta y la calle pues no quería incomodar a joven que estaba haciéndome un favor. Esperamos un par de segundos pero la cara del joven me mostraba que no había mucho que hacer, el teléfono sonaba pero nadie contestaba del otro lado, el intento un par de veces más pero al parecer la historia fue la misma… nadie contesto. —Lo siento amigo… nadie contesto—me dijo decepcionado. —Le agradezco ayudarme…—le respondí tomando de nuevo mi trozo de papel y guardándolo en mi bolsillo. No había nada más que hacer, seguir con el plan y quizá volver a intentar llamar más tarde, tome la correa de Max y la desabroche de mi maleta, tomándola con mi mano e indicándole que caminara conmigo. —Espere… ¿de dónde encontró ese perro?—me pregunto el joven con curiosidad. —Arriba en el parque de las flores…—le respondí inocentemente. —Le ofrezco un dinero por él…—me dijo al instante, —Yo puedo seguir insistiendo para que lo encuentre su dueño…—me aclaro. La propuesta me tomo por sorpresa por completo, sonaba muy bien el hecho de recibir algo de dinero por mi compañero de 4 patas, después de todo el joven podría hacer algo más por el que yo que no tenía siquiera dinero para darle algo de comer… en realidad no tenía ni para comer yo mismo, pero había algo que no tenía sentido… ¿Por qué darle dinero a un vagabundo por un perro que no es de él?, no era coherente el que el ofreciera una suma para ser el quien devolviera el perro a su hogar, era obvio, no lo iba a hacer, tan solo quería quedarse con él, y aprovecharse de mi condición. —Lo siento… el perro tiene un hogar y yo debo devolverlo a él…—le explique con seriedad. —Piénselo… la dirección que estaba en el papel es muy lejos… y acá él puede estar seguro…— —Tranquilo… si necesito ayuda le diré a la policía…—le respondí como un ultimátum. —Si vuelvo a verlo por acá hare que se lo quiten…—me amenazo. Cambiando por completo su tono de voz. —No se preocupe, si dios es sabio usted nunca más sabrá de mi…—le conteste con tranquilidad al retirarme. Seguí mis pasos mientras el joven salía de su tienda con un pequeño bastón en su mano, no tuve miedo, tampoco acelere mis pasos o me quede para desafiarlo, en realidad nada podía hacer, pues por mi apariencia yo sería el más perjudicado. Seguí mis propios pasos y siquiera volverte a verlo más, en realidad no comprendía como una persona que aparentemente lo tenía todo podía ambicionar lo que otra tenia a simple vista, mucho menos como podía pensar en que algo así tenía un precio… en fin, ese joven, pese a que intento ayudarme, tan solo me decepciono más de las personas que en su mayoría actuaban así sin importar los intereses de los demás. Camine con la sensación de que alguien me seguía los pasos, mas no quise darle mucha importancia al miedo, mucho menos a la paranoia de que alguien estaba detrás de mí, tan solo camine despreocupado con el sol ya radiante de la mañana, Max estaba algo ya cansado pues sus pasos no tenían el mismo ritmo que hacía unos minutos, su lengua colgando de su ocio, indicaba que podría tener algo de sed, me detuve en una de las esquinas y saque de mi maleta algo de agua que había guardado del día anterior, me arrodille ante él y con mi mano le di de beber algo de agua que tenía en una botella, enseguida el perro bebió y disfrutas de la poca agua que tenía en ese momento, pero no había mucho que preocuparse, ya solo faltaba caminar un par de calles más para llegar a la casa de mi hija. Cuando llegue a la calle donde vive ella tuve que esperar en la esquina donde nadie me viera, pues había una única razón por la cual no me gustaba visitarla… pues mi nieto, el único que tenía en ese momento solía estar siempre en casa… cuanto odiaba que me viera de esta manera, tan solo lo visite en un par de ocasiones y su madre siempre le ha dicho que vivo en otra ciudad… pues un niño inocente no comprendería las razones de mi modo de vivir, siquiera los adultos comprendíamos muchas cosas de lo que pasaba en el día a día. Me quedé en la esquina esperando que ella saliera y que un auto de la escuela lo recogiera en la puerta de su casa, incluso cubrí mi rostro cuando el vehículo paso cerca de mí, mi hija Adela, se quedó en la puerta por unos segundos, fue en ese instante que Sali de la esquina y ella noto mi presencia… y como no hacerlo, si ya mi apariencia llamaba mi atención, como no lo iba a hacer también el perro que me acompañaba. Adela se quedó en el ante jardín de su casa y espero a que yo me acercara a su puerta. —Papa… ¿Ahora tienes un perro…?—me pregunto enseguida al verme— entra rápido… Miguel acá de irse… pero Camilo esta adentro aun…—me aclaro al abrirme la puerta. —¿No hay problema si entro?—le pregunte inseguro. —No, claro que no… te había estado esperando…—me respondió al entrar junto conmigo, —¿y ese perro…?, está más limpio que tu…—dijo con gracia. —Lo encontré y planeo devolverlo a su casa…—le explique. —Se ve que es de un buen hogar… ¿sabes de dónde viene?—pregunto. Tome de mi bolsillo el trozo de papel con el número la dirección anotados y se lo pase, ella lo tomo y miro con detenimiento, intuyendo lo que todos habíamos ya pensado… la dirección estaba al otro lado de la ciudad. —Bueno… arréglate… en el baño está todo listo y lave tu ropa… cuando termines intentaremos llamar—me dijo con algo de prisa.
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