Salí de la oficina de Alexander tan enfadada que podría matarlo, lo peor de todo es que pasó el resto del día ignorándome.
Después de salir de su casa, fuimos directamente al hospital. Alexander le ordenó al conductor que trajera un cambio de ropa para mí.
Cuando llegamos al hospital, había muchos reporteros, afortunadamente la entrada fue tranquila. Melissa, la madre de Alice, estaba mejor y abrazó a su hija diciéndole que la amaba y pidiéndole disculpas por no haber estado con ella.
—Gracias, señorita, no sé cómo agradecerle —me abraza llorando.
—No fue nada, Melissa, Alice es una niña encantadora.
—Sí, lo es —Melissa vuelve a tomar a Alice en brazos.
Después del hospital, Alexander me llevó a casa.
—El lunes al final de la tarde vendré a buscarte —dice cuando salgo del coche—. Ad
