Capítulo 1: Tara

1060 Palabras
La mañana inició apenas sentí el reflejo del sol entrar por la ventana. Cubrí mi cuerpo soñoliento bajo las sábanas y me quejé internamente del día apenas comenzando. Apagué la alarma, respiré hondo y revisé mi celular. Sin llamadas, ni mensajes, limpio por completo. Suspiré al estirar mi cuerpo, poniendo los pies sobre la madera fría. Tomando suficiente fuerzas para ponerme de pie y comenzar un nuevo día. Era lunes, el peor dia de la semana. Aquel que venía después de un descanso inminente que todos tomaban para ir de farra y yo tomaba para limpiar, estudiar y verdaderamente descansar. Estaba estudiando medicina desde los veinte años, y la verdad era había olvidado por completo la última vez que había pensado en siquiera beber una cerveza. Actualmente tenía veinticinco, (la edad perfecta para perderme en fiestas, según las palabras de Kylly, mi mejor amiga), pero la verdad era que exactamente lo contrario a lo que quería hacer. Después de mi graduación universitaria, tuve claro que era aquello que quería hacer, y eso en definitiva, sería ayudar a todos lo que pudiese. Fue así que un año más tarde de ese entonces, me mudé a New York, esperando cumplir los sueños de una Tara pequeña y llenar de orgullo a mis padres. Aquel paso fue sin duda enorme y lleno de miedo, jamás había estado lejos de casa, y aún peor, lejos de mis padres. Pero a medida que pasaban los meses, me acostumbraba más al silencio y soledad que mi departamento y silenciosos vecinos me brindaban. Por suerte, desde que habia llegado allí, durante años, mi piso había sido completamente silencioso, dado el hecho que no aceptaban mascotas, ni niños menores de edad. Lo cual era perfecto para darme la tranquilidad necesaria para mis noches de estudios sin fin. Así que alisté mi desayuno lo suficientemente rápido para comer a medias, tomé una ducha refrescante, alisté mi mochila y me vestí llevando mi uniforme. Salí del departamento, encontrándome con la señora Nancy, quien sin duda, ésta vez arruinaría mi mañana. —Tara, espera Tara. —me llamó corriendo. Resoplé del cansancio apenas le veía, iba cansada, desmotivada y lo suficientemente tarde como para oír otra de sus historias viejas y aburridas. —Quería hablar contigo, no asististe al convocatoria del día domingo por la mañana. Hablamos muchas cosas. —avisó. Yo sonreí y asentí. —Estaba ocupada estudiando, señorita Nancy. Igual pensé que si era algo importante usted me lo comentaría después. —expliqué. Ella asintió. —Estudias mucho, deberías salir un poco más, conocer un chico, tener novio tal vez. —dijo burlona. Sonreí para encajar, sabiendo que aquel tema no tenía espacio ni tiempo en mi vida. Apenas logragaba mantenerme de pie en cuanto a las clases. —¿Qué hay de nuevo, señorita Nancy?—pregunté ya cansada y observando el reloj en mi muñeca. —Se trata de un nuevo inquilino, estará en éste piso, justo a tu lado. —avisó. Resoplé lanzando mi cabeza atrás con un poco de cansancio y frustración. Pasando mis manos finalmente por mi rostro y regresando a mirarle fijamente. —Por favor dime que no es ruidoso, sabes que necesito silencio, Nancy. Dale cualquier otra habitación, te lo pido. Llevo toda una vida aquí. —recordé. Ella negó muy rápido. —No se mucho sobre él, solo sé que no puedo darle otra habitación. No hay más, estamos llenos. —explicó. —Pero es bastante guapo, deberías conocerle. Debe mudarse hoy o en éstos días, háblale. —pidió ya dando una palmada en mi mano y marchandose. Era lo último que necesitaba. Suspiré apenas comencé a caminar escaleras abajo, pensando en lo insoportable que probablemente sería, aferrandome a la esperanza de que quizás probablemente, solo estaría allí un par de meses. Así que salí del edificio, caminando rápido hasta intentar tomar un bus, terminando por entrar rápido a uno que estaba por salir y corriendo hasta intentar tomar el último asiento que sería tomado por un chico en particular. Me miró, subió sus audífonos hasta sus oídos y rió al notar que me tocaría ir de pie. Bufé del cansancio hasta intentar ir segura, llevando mi bolso y y maletín en manos, cansada y con un poco de sueño. Sin dejar de lado que aún aquellas palabras de Nancy rondaban por mi cabeza. Solo bastó que el autobús frenase de golpe para que mi pequeño cuerpo cayera de un solo instante sobre el asiento de aquel extraño sujeto. Lo miré en blanco, muriendo de la vergüenza e intentando ponerme de pie rápidamente. Nada de aquello hubiese sucedido si él hubiese tenido la decencia de darme aquel último asiento. Llevaba camiseta blanca, chaqueta de jeans y pantalones oscuros ajustados. —Hey, hey. —dijo muy rápido al verme caer sobre él. —Si tanto querías el asiento debías pedirlo, no acosarme hasta caer sobre mi. —rió. Lo miré de mal humor. No estaba para chistes en ese instante. Como pude, y sin su ayuda, me puse de pie. Arreglando mi uniforme y asegurándome de que todo estuviese bien con mi equipaje. Él solo me miró una vez más, ahora de arriba hacia abajo, terminando por sonreír de lado y hablar de manera inevitable. —¿Estudiante de medicina? —preguntó al mirar mi mochila. —¿Delicuente sin educación? —cuestioné mirándole. Rió. —Guitarrista en un bar, y sí, sí tengo educación. —insistió. —Veo que eres estudiante y juzgadora de primera. —soltó riendo. —No lo soy. —reclamé rápido. —Digo, si soy estudiante de medicina, pero no te he juzgado. —Dijiste que no tenía educación solo por como me veo. —advirtió. —Lo dije porque me quitaste el último asiento. —reclamé. —No sabía que fuese tuyo, busco y busco, y no veo tu nombre por ningún lado. —dijo riendo. —Idiota. —solté sin más. —Uno de los mejores cumplidos que he recibido el día de hoy, me llamo Zack. —susurró estirando su mano hacia mi. —Tara. —dije a medias. Así mismo, seguido de eso, se puso de pie, dejando el asiento libre para mí y acercándose rápidamente hasta robar un beso en mi mejilla. —¡Oye! —reclamé al verle correr hasta la salida. —¡Un placer, Tara! —y se marchó.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR