MIA
Siento una suavidad debajo de mí. No quiero despertar de este sueño, pero algo no se siente bien. De repente, me levanto en el mismo lugar y miro a mi alrededor. Estoy en una habitación con dos camas dobles, una puerta y una mesa con un televisor. Mis ojos se dirigen hacia una puerta, que debe ser el baño, ya que puedo escuchar el agua corriendo. Pero se detiene. Miro hacia abajo y me doy cuenta de que alguien ha envuelto mi pierna con una venda. Escucho un gemido en mi cabeza.
—Eso duele —gime Lyla. Después de un momento, ella se acerca a la superficie y mira a su alrededor—. ¿Dónde estamos? —pregunta, sonando confundida—. Esto no es nuestro hogar. Se ve demasiado bonito.
—No lo sé, Lyla, pero definitivamente no estamos en casa —digo, pero la puerta del baño se abre y sale una chica de la misma edad que yo. Me mira y sonríe.
—Hey, estás despierta —dice, acercándose a mí. La miro, pero cuando ella da un paso más cerca de mí, me muevo hacia arriba en la cama, pero gimo por el dolor en mi pierna mientras mi mano va hacia la venda. La chica se detiene.
—No te muevas, Mia. No te haré daño —dice—. Mi nombre es Sasha y estoy aquí para ayudarte. —La miro, sorprendida.
—¿Cómo conoces mi nombre? —pregunto con voz temblorosa. Ella me mira y sonríe.
—Tenías una amiga en esa manada tuya. Se dieron cuenta de lo gravemente herida que estabas y te trajeron aquí para que te cures. Me pidieron que te llevara a mi manada, la manada del Bosque Oscuro —finalmente dice. Mi boca se abre de par en par. La manada del Bosque n***o. Son la manada más grande del estado. Shadow Creek, mi manada, es la segunda o tercera más grande.
Mi mente corre sobre lo que dijo y frunzo el ceño. ¿Quién demonios me ayudó? Nadie de mi manada lo habría hecho. Debe haberse equivocado. La miro mientras está vestida y ahora se acerca más a mí.
—Voy a cambiar la venda de tu pierna. Puedes vestirte y nos iremos a mi manada —dice mientras recoge todos los nuevos suministros médicos de la mesa cercana.
Asiento, pero observo cada uno de sus movimientos. Nunca había tenido a alguien tan amable conmigo, especialmente en los últimos años. Observo mientras se sienta en la cama y lentamente desenrolla la venda de mi pierna. Después de que desenrolla lentamente la venda de mi pierna, noto el profundo corte en mi muslo. Gimo al verlo. Dejará una cicatriz infernal ahí.
—Eso se ve doloroso, Mia —dice Lyla, acercándose para revisar la herida. Puedo sentir su culpa—. Lo siento mucho por lo que te hizo.
—No es tu culpa —digo, pero miro a Sasha, quien ahora me está mirando asombrada. —¿Tienes un lobo? —pregunta. Desvío la mirada. Siento movimiento mientras Sasha se acerca a mí. Su dedo va a mi barbilla y me gira para que la mire—. No me ocultes a ella, Mia. Tus ojos cambian cuando ella se acerca —dice Sasha—. Así es como lo sé. —No digo nada mientras una sonrisa se forma en las comisuras de sus labios.
Después de unos momentos incómodos de qué decir a continuación, Sasha se me adelanta.
—¿Por qué todos en esa manada tuya piensan que eres humana cuando claramente eres un lobo? —pregunta mientras se acerca de nuevo a mi pierna y limpia alrededor de la herida. La miro, tratando de descubrir si debo confiar en ella.
—¿Crees que podemos confiar en ella, Lyla? —pregunto a mi lobo. Ella se acerca. Mira a Sasha, quien la está mirando de vuelta con una gran sonrisa.
—Te preguntas si puedes confiar en mí —dice—. La respuesta es sí, Mia, y... —Es interrumpida por Lyla, quien me empuja hacia atrás y toma control de mí.
Permanezco cerca de la superficie, dejando que Lyla hable por nosotras.
—Me llamo Lyla, soy el lobo de Mia —dice Lyla, lo que sorprende un poco a Sasha. Después de componerse, habla.
—Mucho gusto, Lyla —dice—. ¿Dónde ha ido Mia? —Lyla la mira por un momento antes de hablar de nuevo.
—Mia está cerca. Me dejó hablar contigo —responde Lyla. Puedo escuchar todo lo que están diciendo—. Ella está un poco asustada, ya que eres la primera persona en mucho tiempo que ha sido amable con ella —dice con un toque de veneno en sus palabras—. Hace poco me enteré de que su padre la lastimaba, ya que ella me ocultaba todo lo que él le hacía. Cuando le preguntaba al respecto, ella mentía, sé que me está protegiendo, aunque debería ser al revés —dice. Sasha mira a Lyla.
—¿Por qué ella te está protegiendo? Eres su lobo —pregunta. Lyla la mira y sonríe.
—Somos diferentes —contesta—. Soy un lobo blanco. Hemos escuchado muchas historias a lo largo de los años sobre ellos, principalmente en la escuela. Podemos ser poderosos. —Lyla deja de mover la cabeza hacia un lado y la mira antes de continuar—. Sasha, tengo algo de poder. Enmascaro nuestro olor como humano para protegernos, pero en los últimos años, nunca funciona, ya que todos, incluso sus antiguos amigos, se volvieron en su contra —agrega con un gruñido escapándose—. Amo a mi humana por protegerme, pero ahora necesito protegerla. No puedo curarla como lo haría un lobo normal, ya que tengo que reservar mi energía y somos demasiado débiles. Su padre nunca la dejó entrenar, así que somos débiles y necesitamos fortalecernos para ayudarnos mutuamente.
Sasha mira a Lyla, asombrada por el lobo. Sasha le sonríe.
—Te ayudaremos en la manada. Mia y tú, Lyla, están seguras con nosotras. ¿Soy la primera persona a la que te has acercado para hablar? —Lyla la mira y asiente con la cabeza.
—Mia no confiaba en nadie dentro de la manada. El único en quien confiaba era el joven Alfa, pero él cambió delante de ella muchas veces por los demás que se unieron. —Siento un dolor en el corazón por Lyla. Ella está escondiendo algo.
—¿Qué pasa, Lyla? —le pregunto. Lyla suspira y me empuja hacia adelante mientras se retira hacia el fondo de mi cabeza.
—Me duele porque pensé que le gustaríamos, pero nunca lo hará. —Ella se va, pero se mantiene cerca. Miro a Sasha y ella me observa.
—Mia, ¿has vuelto? —dice y se sienta a mi lado, tomándome de la mano—. Mia, estoy tan feliz de que dejaste que Lyla viniera a conocerme. Soy una amiga, y te protegeré. Tenemos que irnos ahora. —Sasha se levanta de la cama y suelta mi mano.
Observo cómo va a la mesa y rebusca en una bolsa, sacando algunas ropas. Se da la vuelta y sonríe mientras me las trae. Miro las ropas que Sasha me entrega. Las observo. No son mías.
—¿De dónde salieron estas? —pregunto, pero Sasha me sonríe.
—Las compré. Te conseguí unos pantalones de chándal nuevos y una camiseta holgada —dice, pero su rostro muestra enojo y compasión por mí en sus ojos—. Tuve que quitarte la ropa anoche. He visto todos los moretones y cicatrices que tienes.
Aparto la mirada, sintiéndome avergonzada del pensamiento de alguien viéndolos todos.
—Mia, no te avergüences. Quien haya hecho eso se merece todo lo que le suceda en el futuro —dice, colocando su mano en la mía y apretándola suavemente. La miro de nuevo mientras las lágrimas escapan de mis ojos libremente.
—Mejor me cambio para que podamos irnos —digo mientras me muevo lentamente, soltando su mano.
Me acerco al borde de la cama mientras Sasha sale de la habitación para que pueda cambiarme. Me cambio rápido, ya que no disfruto ver mi cuerpo. Me pongo las chanclas que ella compró y me siento de nuevo en la cama. Suspiro mientras Sasha vuelve a la habitación con una bolsa de comida. Huele delicioso. Rollitos de bacon y salchicha. Se me hace agua la boca con el olor. No sé cuándo fue la última vez que comí. Sasha sonríe mientras ve mis ojos.
—Debes tener hambre. Toma uno, ya que no comiste cuando llegaste. —Cojo un rollito de salchicha mientras Sasha me entrega la bolsa.
Le doy un mordisco y dejo escapar un gemido bajo. La salchicha sabe bien y la mantequilla con el pan es gloriosa. Dejo escapar otro gemido de deleite. Sasha se ríe, pero no dice nada. No digo nada mientras sigo comiendo y termino el rollito, pero es todo lo que puedo comer. No puedo comer demasiado o me pondré enferma. Sasha me mira.
—¿Quieres otro? Hay suficiente ahí —me dice. Niego con la cabeza.
—No, está bien. No como mucho de todos modos. Si como más, me pondré enferma. —Me mira, pero no dice nada.
Sé que debe tener preguntas, pero realmente no quiero contarle nada aún. No hasta que la conozca. Sasha termina su rollito y envuelve los demás.
—Comeremos un poco más tarde de camino de vuelta a la manada —dice, y coge su bolso. Me mira—. Vamos, Mia, vamos. —Asiento.
Me levanto de la cama y la sigo hacia la puerta. Una vez que abre la puerta, salgo y miro a mi alrededor. Debe ser un motel o algo así. No hay autos en el estacionamiento, solo uno, el suyo. Miro a mi alrededor, pero noto a un hombre mirándonos con una sonrisa. Mis ojos van al auto de Sasha y me acerco cojeando hacia él. Camino de forma extraña por la venda en mi pierna.
—Por fin despiertas, señorita —dice el hombre mientras se acerca al auto y abre la puerta para mí—. Me tenías preocupado. Me llamo Toby —dice, extendiendo su mano. La estrecho y le doy una pequeña sonrisa.
—Soy Mia —digo mientras subo al asiento del pasajero y me acomodo.
Mirando hacia un lado, veo cómo Sasha abre la puerta trasera del lado del conductor y coloca una bolsa en el asiento trasero. Cierra la puerta y abre la suya, pero antes de subir, mira a Toby y sonríe.
—Gracias, Toby, por mantenernos a salvo, ahora limpia todo y abre para los negocios —dice mientras se sube. Miro a Toby, quien cierra mi puerta. Sasha baja la ventanilla para mí y lo miro.
—¿Me ayudaste? —pregunto, confundida, y él me mira con una expresión tímida mientras se frota el cuello.
—Sí, siempre estaré aquí, Mia —contesta y mira a Sasha, quien también le sonríe. —Ahora tienes que irte. Necesito abrir para los negocios. Nos veremos pronto.
Lyla no dice nada mientras él habla, pero puedo sentir su calidez envolviéndome. Asiento levemente, y Sasha arranca el motor mientras su auto cobra vida. Mira por encima del hombro y retrocede. Da vuelta al auto y nos dirigimos en dirección opuesta a Shadow Creek. Siento un atisbo de tristeza dentro de mí. No sé por qué voy a extrañar a la manada. Me han hecho daño, pero Lyla descansa su cabeza sobre sus patas delanteras mientras la miro mientras habla.
—Volveremos, Mia. Debemos estar preparadas y entrenadas primero —dice—. No se ocuparon de ti. Ahora debemos cuidarnos nosotras mismas.
—Lo sé, pero él era la única familia que me quedaba —le respondo. Ella gruñe.
—No lastimas a las personas a las que se supone que debes amar, Mia, especialmente a los miembros de tu familia.
Sé que tiene razón, pero no sé nada más. Él era mi padre, el único familiar vivo que me quedaba. Suspiro y Sasha me mira.
—¿Qué te pasa, Mia?
—¿Puedes extrañar a alguien que te ha lastimado? —le pregunto. Siento cómo se tensa, pero luego se relaja.
—Puedes, Mia, incluso si te han lastimado de la peor forma posible, los extrañarás. ¿A quién vas a extrañar? —me pregunta con preocupación. Sé que quiere saber quién me lastimó, pero no es una conversación para el coche.
—No creo que los extrañe —digo de repente—. Tuve algunos buenos recuerdos antes de que todo comenzara.
Miro por la ventana y me inclino en la silla, pero no puedo evitar el sueño que me domina. Soy lanzada a la oscuridad del sueño. Aunque la manada del Bosque n***o sea una preocupación. ¿Les agradaré o me lastimarán como mi manada lo hizo? Todo lo que sé es que debo mantener a Lyla y a mí a salvo. No importa qué.