Gyria sintió como su lobo se sacudía, pero no aminoró su carrera, en su lomo Lerek miraba alrededor, pudo sentir como su magia se comprimía, se volvía más firme.
Gyria se detuvo en un claro cerca de un delgado riachuelo, el lugar era perfecto para defenderse de los vampiros, el agua le ayudaría a Lerek a activar más fácilmente los hechizos.
El brujo se bajó y empezó a colocar algunos conjuros en cuanto acabó Gyria cerró su medallón, su aroma se empezó a extender por la colina, el olor de la flor de luna y la canela.
¡AAAUUUUU!
Gyria y Lerek fruncieron el ceño, ese era un aullido de caza, pero no era el aullido de Palek, el brujo sacó sus dagas y lo mismo hizo Gyria, su cabello plateado se movía detrás de ella con fuerza.
La nube de vampiros salió de entre una arboleda, los cazadore
