La punta de la daga se quedó ahí, como si la fuerza del lycan no fuera nada, Blaidd gruñó y aumentó las presión, nada, la roca no sufrió ni un rasguño. Se preguntó si la aguja de ágata musgosa podría atravesar aquella roca, sacó la aguja y presionó su punta contra la roca, hubo una ligera resistencia y luego la punta entró con relativa facilidad. Una sonrisa apareció en el rostro de Blaidd, había encontrado un buen lugar para colocar la siguiente ancla, uso toda su fuerza y le tomó mucho tiempo, pero la aguja entraba en la roca lentamente y sin detenerse, cuando faltaba unos tres centímetros para insertar, la aguja desapareció como si hubiera sido tragada por la roca. — ¡Rayos! espero que no se haya perdido. susurró Blaidd entre dientes. Tendría que comprobar la conexión o de lo

