Después de unas largas horas en la que ambos habían usado para recorrer de principio a fin la feria a lo largo de la calle cerrada de la primera avenida, Jimmy y August habían regresado a la casa del primero.
Y en toda su cita, Jimmy no había dejado de pensar que tal vez debió de guardar silencio. Desde que le había contado esa mañana a August su experiencia con Nick, este había estado demasiado silencioso y algo distante, provocando que el pequeño hombre sintiera que lo había arruinado todo por abrir su boca.
Seguramente ahora pensaba que estaba loco, no lo culparía por ello, incluso él lo pensaba a momentos, cuando las pesadillas lo volvían a atacar con lo mismo.
—August... —pronuncio tomando asiento en el sofá—. Piensas que estoy loco, ¿no? —preguntó observándole con una tristeza que
