El fin de semana llegó pronto y Gaëlle tocó la puerta de la habitación de Elisa con un hondo suspiro. Necesitaban hablar, en la cena ni siquiera le dirigió la palabra. Escucho darle el permiso para abrir y pasó mirándola peinarse su largo cabello rojizo brillante. Siempre le había gustado el bonito cabello de Elisa. Cerró la puerta y avanzó hasta ella
- Hay algo de lo que tenemos que hablar, o mejor dicho de alguien
- No me interesa – repuso sin mirarla
- Se sentó al borde de la cama y suspiró nuevamente – ¡Ay Elisa! No mientas. Sé que te gusta mucho no hacías más que hablar de él, aunque yo no sabía quién era nos conocimos por casualidad. Apenas nos hemos visto algunas veces él no está enamorado de mí porque el amor a simple vista no existe. Yo solo... no me di cuenta de sus intencione
