AMELIA
La nieve cae con más fuerza después de nuestra visita a media mañana a la librería, lo que me sume aún más en el modo nido. Estoy en el departamento más acogedor, frente a una cálida chimenea con la bebe más dulce y los sofás más cómodos.
Mientras Emma duerme la siesta, me acurruco lo más que puedo entre las mantas y comienzo mi nuevo libro, deteniéndome en cada capítulo a mirar la nieve por unos momentos. Esto es el paraíso, puro y simple.
Podrías vivir aquí feliz para siempre>>. El pensamiento resuena gratamente en mí, lo que añade más gasolina a las llamas de mi conflicto interno. Parece que cada hora que paso en Tribecca me acerca al punto de no retorno.
Necesito terminar con Caleb. Si tengo o no futuro con Weston es irrelevante. Ya no estoy convencida de poder sobrevivir a casarme con Caleb, y mucho menos pasar el resto de mi vida con él. No quiero ninguna de esas casas. No me gusta el anuncio del compromiso. No me gusta nada de lo que se ha planeado para esta boda. Quiero salir, lo cual es lo más aterrador que me he admitido en mi vida.
Practico mucha respiración profunda durante el resto del día mientras ladeo con esta verdad. Necesito hacer un movimiento, pero no sé cuándo ni cómo. Aún así, el simple hecho de reconocer que necesito… frenar es el primer paso. El resto de los pasos seguirán de alguna manera.
Emma se despierta y pintamos con los dedos en el comedor antes de la merienda. A medida que se acercan las cinco y Emma y yo pasamos de jugar a la sala principal, contemplo una visita más a la librería.
Pero luego me pregunto si deberíamos esperar a Weston; sé que disfrutaría compartir esto con nosotros. Conmigo. Una calidez se extiende por mis extremidades. Es casi vergonzoso lo mucho que espero su regreso del trabajo. Para mostrarle mi selección de la librería y para poder deleitarme con el avance de Emma con él.
Un zumbido agudo suena desde la entrada principal. Es el intercomunicador. Me deslizo hacia allí y presiono el botón.
—¿Sí? —
—Hay una visita aquí abajo, la señora Cargill— la voz del portero es puramente profesional. —Está en la lista aprobada, pero solo quería que supiera que está subiendo— El intercomunicador se apaga.
Toc, toc, toc.
El ruido de la puerta principal llega más rápido de lo que esperaba. Enciendo el monitor de video y una mujer morena llena la pantalla. parpadeo un par de veces, incapaz de creer que realmente estoy viendo a la señora Cargill. Weston no me había advertido que esperara a alguien.
Sin embargo, estoy mirando a Mila Cargill. Se mueve frente a la puerta, presionando su bolso contra la parte delantera de su largo abrigo con ribete de terciopelo. El nerviosismo me invade. No estoy preparada para esto. Había estado siguiendo a Mila durante más tiempo del que quiero admitir, y ¿de repente está en la puerta? Tengo manchas de jugo en la camisa; ella viste un Chanel impecable. Me evalúo rápidamente, me arreglo el cabello, me quito algunas fibras suelta de mis leggins. Y entonces abro la puerta con una sonrisa brillante.
—Hola— digo. —¿Puedo ayudarte? —
—Por supuesto que puedes— Mila me dedica una sonrisa deslumbrante, bajando la barbilla. Sus ojos verdes brillan como piedras preciosas, y me pierdo de inmediato en la resaca de su belleza. —Eres Amelia, ¿verdad? —
Asiento, mi voz se quiebra cuando se acerca y me extiende la mano para estrecharla. Le ofrezco la mía, mi mano rozando su piel fría, y siento que me encojo en su presencia.
—Soy Mila Cargill. La prometida de Asher— suelta mi mano con una dulce sonrisa, y cuando inclina la cabeza, como si esperara una respuesta, me recuerda que tengo que reaccionar. Hacer algo.
—Es un placer conocerte— digo de golpe, retrocediendo un paso y haciéndole un gesto para que entre. Cierro la puerta tras ella, observando el clic de sus Louboutin de tacón rojo sobre el suelo de baldosas del vestíbulo. Empieza a quitarse el abrigo largo cuando recuerdo que Emma está sola en la sala. La ansiedad se acumula en mis entrañas; no quiero arruinar el gran progreso que habíamos hecho hoy. —Pero… quédate aquí un momento…¿si puedes? —
—Por supuesto— Mila sonríe y se quita el abrigo mientras paso corriendo junto a ella. Encuentro a Emma todavía jugando con los peluches, aparentemente inconsciente de que alguien nuevo había llegado. La meto en mis brazos y la abrazo fuerte mientras regreso al vestíbulo.
—De acuerdo. Puedes entrar ahora. Solo necesitaba abrazar a Emma, ya que siente algo de ansiedad con la gente nueva—
Mila cuelga su abrigo en el vestíbulo y se alisa la blusa color crema metida dentro de unos panoles de cintura alta. Se agarra el pecho mientras contempla a Emma.
—Mírala. Es tan preciosa. Me moría de ganas de conocerla— Extiende la mano como si planeara acariciar a Emma y luego la detiene. –¿No debería tocarla? —
—Probablemente sea mejor esperar— digo con una pequeña risa mientras Emma se aferra aún más fuerte. Tiene la cabeza hundida en mi hombro, de espaldas a Mila. — Ella siente ansiedad con la gente nueva, y puede ser un desafío conquistarla—
—¿Pero Weston no ha tenido ningún problema con eso? —
—Creo que es el único hombre en el mundo con el que se siente cómoda— admito mientras la conduzco a la sala. La guio alrededor de los juguetes con los que Emma y yo habíamos estado jugando y me dirijo a los grandes sofás cerca de la chimenea.
–Se siente más cómoda en esta habitación, así que charlaremos aquí afuera y veamos si se relaja un poco— Mila se sienta en el sofá frente a nosotros, ofreciendo una gran sonrisa. Es difícil mirarla directamente; es como mirar al sol o ver a una celebridad por primera vez. Es famosa como lo es Paris Hilton, excepto que, sin la infamia, el reality show y la extraña obsesión con las voces de bebes, ah y los perros chihuahua. Todo el mundo conoce a la familia Cargill. parece que el nombre esta por todo Estados Unidos, y si no has visto un edificio con su nombre en alguna gran ciudad, sin duda los has visto en las noticias una o dos veces.
Y con lo que los hermanos han pasado en los últimos seis meses, me había topado con el nombre de Mila muchas veces durante mi investigación sobre los Hamilton. De hecho, es un poco inquietante darme cuenta de cuanto sé sobre Mila mientras ella no sabe absolutamente nada sobre mí.
—Espero que no te importe si te visito un rato— dice Mila, cruzando las manos sobre su regazo.m —Para ser honesta, me moría de ganas de conocer a Emma, y no estoy segura de tener otra oportunidad. También espero interceptar a Weston cuando llegue a casa, lo cual— mira su reloj de pulsera plateado.
—Creo que será pronto—
—Creo que volverá pronto— digo con una pequeña risa. —Para ser honesta, no estoy muy segura. No suele darme muchos detalles—
—¿Ah, ¿sí? — Mila frunce el ceño e inclina la cabeza hacia mí. —Pensé que ustedes dos estaban…—
Parpadeo un par de veces cundo comprendo lo que quiere decir.
—¿Juntos? — mi voz sale como un chillido y mis mejillas se calientan de inmediato. —No. No, no, no, para nada. Solo soy la niñera—
Se lleva la mano al pecho. —Lo siento mucho. Solo asumí que…ese fue mi error—
—No te preocupes— intento restarle importancia y parecer remotamente indiferente al respecto, pero mi corazón me golpea las costillas con mi verdad secreta. Si tan solo Mila supiera cuanto deseo a Weston. Cuanto lo amo todavía.
—Me contrataron para ayudar con Emma—
—Creo que escuché sobre alguna conexión previa entre tu y Weston y… hice mis propias suposiciones— dice con una pequeña risa, jugando con algunos de los brazaletes en su muñeca. —¿Hay algo en lo que pueda ayudar mientras esperamos a que Weston regrese? Me encantaría ser útil—
—Para ser honesta, lo único que tenía planeado para esta noche era hacer panecillos. O posiblemente visitar la librería de debajo de nuevo, pero como ya lo hemos hecho una vez, pienso que los panecillos podrían ser la mejor opción.
—Me encantaría ayudar— dice Mila efusivamente. —Si no te importa, claro está—
—Por supuesto que no— mi cabeza da vueltas. ¿Mila Cargill quiere ayudarme a hacer panecillos? Esto es surrealista, y no tengo a nadie en mi vida con quien compartir esta novedad. —Eso sería genial, ¿verdad, dulce niña? — le hago cosquillas en la barriga a Emma y ella se remueve en mis brazos, ofreciéndome una pequeña sonrisa. —Dudo que me deje bajarla demasiado, así que tu ayuda en la cocina será muy bienvenida—
Mila y yo nos dirigimos a la gran cocina, donde nos esperan electrodomésticos relucientes y un horno totalmente impecable. Dejo a Emma en la isla y la rodeo con un brazo alrededor de ella. La miro mientras busco la receta en mi teléfono.
—Vamos a hacer panecillos de calabacín— digo con complicidad. —¡Para que tengas tus vegetales sin siquiera saberlo! — le hago cosquillas de nuevo, lo que provoca otra risita.
—¿Le ha ido bien desde que empezaste con ella? — pregunta Mila.
—Si. Creo que la transición a vivir con Weston fue dura para ella, pero lo ha superado. Y cada día es un poco mejor que el anterior— sonrió y le doy un suave golpecito en la nariz. Vuelve a hundir la cara en mi hombro. — Weston es definitivamente su favorito. Si no se hubiera unido a él, habría sido mucho más difícil—
—Siempre ha sido un papá en espera— dice Mila con una pequeña risa. Por supuesto, no tiene ni idea de que, en algún momento, Weston había sido un padre en espera, durante mi propio embarazo con su hijo. —Cuando eran más jóvenes, Weston también era una especie de padre para Asher y Dominic a veces—
—¿Creciste con ellos? —
—No durante la infancia; conocí a Asher en la universidad y vi a Dominic y Weston casi constantemente hasta que me fui a la escuela de posgrado en la Costa Oeste— parece que añadirá más, pero se detiene. Abro un armario y selecciono los ingredientes necesarios. Mila se pone a buscar algunos tazones para mezclar.
Una vez que todo está en la encimera digo:
—Pero tú y Asher no volvieron a estar juntos hasta hace poco, ¿verdad? —
—Así es. Estuvimos separados durante ocho años hasta que irrumpió en la sala de juntas de mi padre con un nombre falso— Mila ríe suavemente.
—Creí haber visto algo sobre que estabas casada…— Cierro la boca con fuerza cuando me doy cuenta de que lo había dicho en voz alta. La vergüenza me calienta las mejillas una vez más.
—Dios mío, es tan extraño que lo diga. Nos acabamos de conocer. Lo…lo… lo siento—
La cálida sonrisa de Mila alivia mi ansiedad.
—Bueno, la separación de mi ex solo ha sido discutida y repetida en las noticias un millón de veces. Me sorprendería que no lo supieras. No te sientas mal—
—Me siento menos incómoda ahora, así que gracias por eso— me cubro la cara con las manos y río. —Simplemente no quiero sobrepasarme. Solo estoy aquí para ser la niñera de Emma, no la niñera espeluznante que ha leído demasiados artículos—
—Es imposible evitar las noticias sobre estos hombres— reflexiona Mila, tamborileando con las yemas de los dedos sobre la encimera de la isla.
—Están por todas partes. Estados Unidos los ama, pero también esta fascinado por lo que esta sucediendo—
No pensé lo suficiente en esa parte. ¿Cuántos millones de personas saben ahora mismo sobre Weston, sobre la investigación, sobre algún fragmento de lo que está viviendo? Es alucinante.
—Dime el primer paso para los panecillos — dice Mila. –He estado horneando más desde que cambié de carrera para administrar un teatro juvenil l***q sin fines de lucro, y déjame decirte que ahora soy una autentica profesional en la cocina—
Le leo la receta y ella se dedica a encontrar los ingredientes restantes en la enorme e inmaculada cocina de Weston. Una vez que reunimos todas las tazas y cucharas medidoras que necesitamos, Emma ha reunido la confianza suficiente para empezar a juguetear con una cuchara y un tazón.
Mirando la isla llena de ingredientes, Mila levanta una mano para chocar los cinco. Encuentro su palma en el centro. —¡Trabajo en equipo! — dice. Emma se gira para mirar a Mila, luego me mira a mí. levanta la palma de la mano un momento después y le choco los cinco, sonriendo de oreja a oreja.
—Eso es trabajo en equipo, ¿verdad, dulce niña? – la beso en la mejilla, compartiendo una mirada alentadora con Mila. —Se abre más y más cada día—
—Me alegra mucho oírlo. Tal vez una visita a casa de la tía Mila no esté muy lejos entonces— Le ofrece una gran sonrisa a Emma, quién la observa tímidamente. —Ahora que soy tía, no pienso desperdiciar esta oportunidad—
—Suena como si fuera muy divertido— Froto la espalda de Emma mientras golpea la espátula de goma contra el tazón. Mila y yo procedemos con nuestra receta a la vez. Yo leyendo los pasos mientras ella sigue las instrucciones obedientemente con Emma supervisando.