Viajamos en silencio de vuelta al departamento de Rosario, Gael se limitó sólo cogerme la mano y acariciarla. Las palabras sobraron durante los 90 minutos que tardamos en llegar. Y él fue muy respetuoso con mi introspección. Los sentimientos estaban a flor de piel, y aún no lograba sentirme de nuevo en mi cuerpo. Mi vista iba fija en la noche, las luces pasaban rápidamente por la ventana pero no era capaz de distinguirlas. Iba perdida en mis pensamiento. Llegamos a la capital sobre las 01 am de la madrugada. Al entrar al departamento de Rosario se me devolvió el alma al cuerpo y me sentí al fin segura. Gael se paró junto a mi en la entrada y me abrazó de medio lado, yo me recosté en su hombro y suspiré: -Estamos en casa- dijo Levanté la vista hasta encontrarme con sus ojos y le so

