El aire en "El Edén" olía a heno seco, promesa y conflicto latente. Habían fijado la fecha para la boda, que se celebraría en la vasta hacienda familiar de Arthur Gerard De Loyola. Arthur observaba a Katrina, un hombre paciente intentando navegar la marea emocional de su prometida. Ella acunaba la frustración de la maternidad reciente —su hijo Patrick tenía un año y medio y reclamaba toda su atención— sumada a la vulnerabilidad de su nuevo estado: un embarazo de apenas un mes de su segundo bebé.
-Katrina, mi amor, sabes que lo único que quiero es verte feliz,-dijo Arthur, apoyado en el marco de la puerta del establo. Se acercó a ella, pasando un brazo protector sobre sus hombros. -Sé que una esposa joven con un niño pequeño y embarazada es, en esencia, una bomba hormonal a punto de estallar, y trato de complacerte.-
-El problema es que para complacerme a mí, tienes que desagradar a tu madre, y eso es lo que te aterra,- replicó ella, con una frustración palpable. -Yo quiero casarme en la hacienda 'El Edén', simple, rústico, elegante sin pompa. Ella lo quiere transformar en algo cirquero lleno de candelabros que parecen de plástico. Yo quiero nuestra boda, Arthur, no un evento para la revista.-
Elizabeth, la madre de Arthur, había aterrizado esa misma mañana en el aeropuerto de Londres, viajando directamente desde París, con la misión autoimpuesta de "ayudar," que todos sabían significaba dictar cada detalle.
Esa mañana, sus amigas habían intentado darle valor. Brunella, Molly y Marie Josephine la rodearon.
-¡Opónte! Es tu boda,- dijo Brunella. -Elizabeth cree que esto es Versalles. Tienes que ser firme. Él tiene que poner los límites.-
-Arthur dice que le da lo mismo,-se lamentó Katrina.
-Ese es el problema,- intervino Molly. -La neutralidad de Arthur es complicidad. Si no te defiende en esto, ¿dónde te defenderá?-
La confrontación con Elizabeth había sido inevitable. Sentadas en el salón, la madre de Arthur había desplegado mapas de asiento y propuestas florales grandilocuentes.
-Querida Katrina, la Abadía de Londres es perfectamente digna. Piensa en el nombre de Gerard De Loyola. Una ceremonia religiosa allí, con un banquete posterior aquí, pero transformada en algo digno de nuestro linaje. Lo que tú propones es propio de una fiesta de pueblo. Debes tener decoro.-
Arthur había intentado mediar con su pragmatismo. -Madre, Katrina tiene razón. ¿No podemos simplemente hacer lo que ella quiera? Mi compromiso con Katrina se selló hace un año y medio, los años que llevamos juntos. Esto es solo una formalidad.-
Esa frase, "solo una formalidad", fue la traición final. Ella se levantó en el centro del establo, donde habían ido a conversar en privado, sus ojos ardían.
-¡No es una formalidad para mí, Arthur! ¡No lo es! Es una declaración de que yo soy más importante que tu madre y su miedo a que me 'meta' en tu fortuna,- exclamó. -Yo quiero tu fidelidad, y no la fidelidad de que no te acuestas con otra, sino la fidelidad de que me defiendes de tu propia familia. Demuéstramelo diciéndole a tu madre que no se meta en algo que es sagrado y solo nuestro. Si no puedes hacer eso, ¿cómo espero que me defiendas del recuerdo de Maciel, Kevin y Maximiliano?-
La discusión entre ellos fue acalorada. Arthur estaba frustrado por ser forzado a elegir.-No me pidas que elija entre mi madre y tú, Katrina. ¡Es un chantaje! Sabes que te amo.-
-No lo sé, Arthur. Sé que me deseas, pero temes a tu madre. Y ese miedo es más fuerte que mi respeto por ti.- Arthur gruñó. Estaban allí, en el establo, y la tensión en el aire era tan densa que se transformó en deseo. La necesidad de poseerla, de someterla al placer para detener la pelea, era más fuerte que cualquier argumento racional. La tomó por la cintura y la acorraló contra la paca de heno, sus ojos inyectados en sangre.
-¿Quieres que te lo demuestre? ¡Lo haré!-
La luz tenue y el olor a tierra crearon una atmósfera primitiva. La discusión terminó en una escena de sexo de alto voltaje contra el heno, un acto de reconciliación violenta y urgente. La rabia de Katrina, alimentada por sus hormonas a flor de piel, se transformó en una lujuria salvaje. Ella lo correspondió con una ferocidad instintiva, demandando ser tomada con fuerza. Ella se convirtió en una hembra en celo, dispuesta a complacer a su marido con tal de reafirmar su dominio.En el clímax, con la voz rota y ahogada, ella le susurró al oído, la pregunta que era un reclamo total:-¿Quién es tu mujer, Arthur? ¿Quién es tu dueña?-Tú, Katrina. Siempre tú,- respondió él, en un último suspiro de rendición.Horas más tarde, la calma había regresado. La tregua llegó. Ambas mujeres, Katrina y Elizabeth, se reunieron para un acuerdo definitivo. La madre de Arthur, con su ego satisfecho por la ceremonia formal, cedió en la fiesta.
-Bien, Katrina,- concedió Elizabeth. -La ceremonia religiosa se hará en la Abadía de Londres para honrar la tradición del apellido Gerard De Loyola. Pero la unión civil y la fiesta... serán en 'El Edén', en la hacienda, como tú quieres. Un compromiso-.
Un par de semanas después, Brunella inauguró su local de ropa, "Madame Bru", una boutique de moda vanguardista. Para el lanzamiento, Katrina aceptó ser la cara de una línea de ropa osada: vestidos de látex, transparencias y corsés.Las fotos, sensuales y provocativas, fueron subidas inmediatamente a i********:. La sección de comentarios se inundó de piropos vulgares.
Arthur vio las fotos cuando regresaba de dar clases de arte en la Academia. Entró en la mansión, el maletín cayó al suelo. Pegó el grito en el cielo, con el rostro rojo de la furia y la vergüenza.
-¡Katrina! ¿Qué demonios es esto? ¡Tienes un hijo de un año y medio y estás embarazada! ¿Por qué te expones así? ¡Quita esas fotos ahora mismo!-
-Es arte, Arthur, y es publicidad para Brunella. Es mi cuerpo, y lo uso como quiero,-respondió ella, desafiante.Mientras discutían, Arthur se fijó en la pantalla de su móvil. Notó un comentario antiguo, de hace un año y medio, escrito justo después de su compromiso:@MpP_NC: "Sean felices mientras puedan".El mismo usuario no había comentado desde entonces. Pero, justo debajo de la foto más reciente de Katrina, ese mismo usuario @MpP_NC acababa de dejar un nuevo y escalofriante mensaje, acompañado de un emoji de fuego que parecía quemar la pantalla:
🔥@MpP_NC: Ese cuerpo pide fuego n***o.