CAPITULO 40

1501 Palabras

Su afán por tener algo de él, por compartir horas, había dejado que el fantástico sexo compartido la engañara, haciéndola pensar que le pertenecía. Era una falacia y de nuevo se lo recordaban. Como esa manecilla que golpea la puerta, cada tanto, le decían que despertara de su fantasía. Ella era nadie. Él pronto la dejaría atrás. Y se llevaría su corazón con él. O mejor, lo dejaría quebrado, devastado, en pedazos. Tenía que ser fuerte y romper el hechizo, decidió, caminando sin parar y dando vueltas a las ideas sin parar. Era preferible un desengaño a tiempo que el rechazo y la patada cuando él se cansara de ella. No podría soportarlo, no podría soportar su indiferencia y el abandono. Limpió sus lágrimas, sentada en un banco. Se sentía cansada, sin esperanzas. Ni siquiera tenía ganas de tr

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