— Si amor, será nuestro secreto— dijo ella . — Deberías vestirte para ir a casa— sugirió él, acariciando sus caderas y cabellos. — Un ratito más y ya salgo— dijo ella— además tú eres tú propio jefe y no tienes porqué volver a la oficina. — A ésta hora, ya no voy a volver, mi princesa— dijo él, dándole un beso suave en los labios. — ¡Me encantan tus besos!— dijo ella. — ¡Y a mí, me encantas tú!— dijo Arthur totalmente enamorado. Estuvo unos minutos más y luego se levantó y ella se dio cuenta que él era muy alto, tenía un cuerpo atlético y muy bien formado, piernas que demostraban que su prometido le dedicaba tiempo a mantener su cuerpo en buena forma física, brazos fuertes y muy bien tonificados, con una virilidad nada despreciable, tenía un rostro duro y hermosamente tallado, ojos ve

