Capítulo trece La lluvia que corre por la ventana del café en donde decidí venir para relajar y dejar salir todos esos pensamientos obsesivos que he tenido desde la tarde mañana hacen que me pueda relajar aunque no me pueden quitar la nostalgia de saber que me tengo que ir. Y todo por una persona, una sola persona que no ha tenido la dignidad ni la decencia de volver a comunicarse conmigo desde que se fue de la casa. Ah, Khan. Maldito Khan. Las campañillas del café suenan diciendo que hay un nuevo cliente en el café y de reojo observo al tipo que me estuvo correteando en el bar con los dos inmensos gorilas que siempre están detrás de él asegurando el perímetro en donde se supone que está su jefe. Mierda, ahora si que estoy muerta. Les quito la cara inmediatamente y me suelto

