Capítulo 18

1309 Palabras
Aitana Lo que quedaba de la semana continuó con la misma extraña normalidad. Ni profesores ni directivos mencionaban algo de más acerca de lo sucedido con Kathie, tampoco hubo nuevas "visitas" de los ineficientes policías al instituto y en la televisión —después de que fuera revelado a los medios— los noticieros comenzaron a crear teorías, decir supuestas pistas que no llevaban a nada e insoportables cosas por el estilo. Todo con la intención de llenar espacios vacíos en sus aburridos reportajes. Lo sé bien porque lo mismo hicieron conmigo cuando se anunció el retiro temporal. Fue tan grande la noticia y la información falsa que manejaron, que me vi en la obligación de hacer un video explicando mis razones para hacerlo, cuánto tiempo duraría, junto a otras cosas por el estilo. A pesar de mi gran cantidad de seguidores, nunca me vi envuelta en ninguna pelea o esas clase de porquerías; prefería mantener el perfil bajo por mi propia seguridad y salud mental. Sin embargo, en lugar de amargarme por las estupideces televisivas, me entretuve realizando tareas, trabajos y preparando apuntes para futuros exámenes. Me gustaba preparar las cosas con anticipación, para no estar apresurada haciendo todo a último momento. Confieso que sí me ayudó bastante. La falta de una vida ocupada por mi carrera fue reemplazada por normales responsabilidades escolares, cosa que me encantaba. Mi sueño era la vida que tengo, pero ahora que está aquí falta algo. Mejor dicho, alguien. En ninguno de estos días me he atrevido a hacer algo más con el celular secreto de Kathie que no sea observarlo como idiota. He tenido que cambiar varias veces su escondite por pura paranoia mía. Es decir, aunque no dejo que nadie más que Annie entre cuando no estoy para limpiarlo, tengo miedo de que por casualidad lo encuentren. Ni siquiera logro darme una idea de qué contendrá. He pensado en mensajes con gente... peligrosa, cosas relacionadas con Hero y ese tipo de secretos. También me he dado una idea de la necesidad por tener otro celular a escondidas. La madre de Kathie es una mujer conservadora y sobreprotectora que, por lo que alguna vez mencionó irritada la chica, fue capaz de revisar su Iphone; los celulares son quizá de las cosas más personales para un adolescente, desde mi punto de vista. Luego de eso, su casa se convirtió en campo de guerra que tristemente vi con mis propios ojos. No hablaba con su madre, a duras penas con su papá y muchas veces me llamó llorando por sentirse pésimo. Durante un día o dos llegué a creer que huyó sola, por voluntad propia y con algunos de sus amigos para ser libre del sobreprotector hogar donde creció. No suena como una verdadera locura, menos después de lo que conté. Mas eso lo descarté porque, aunque estuviera furiosa entonces, no sería capaz de largarse sin dejarle una nota a sus progenitores. Podían exagerar sobre lo que era seguro para su única heredera, sí, pero no eran tan malas personas como parece. Kathie los amaba, cualquiera se daría cuenta, así que no les haría esto de un dos para otro sin explicación alguna. —Eso ha sido todo por hoy, alumnos, que tengan un buen fin de semana. —se despidió la profesora de matemática. Ni me di cuenta cuando tanto la semana como la última hora de clases pasó tan rápido. Ya era viernes, y hoy mismo en la noche se llevará a cabo la fiesta del famoso amigo nuevo de papá, del que tanto me ha contado con emoción. Lo único que recuerdo bien que me dijo, y que es necesario que sepa si iré a su casa, es que se llama Mark. De su apellido no tengo idea, porque papá olvidó decírmelo. Más tarde seguro que se lo preguntaría para no quedar mal con él. Cuando salimos y mi progenitor estaba esperándome en el auto, me sorprendió diciendo que me daría una oportunidad de aprender bien a conducir para mi futuro examen. El escrito sería dentro de dos semanas—ya estaba estudiando desde temprano para ello— y aprovechaba mi tiempo libre en las tardes para practicar la conducción. Al principio era tan mala que casi choco el auto tres veces, pero la constante práctica y el tiempo me hicieron mejor para lograr manejarlo. El camino fue tranquilo, sin tanta platica porque aún estaba aprendiendo y debía concentrarme al máximo para hacerlo bien. Llegamos bien, completos y sin accidentes a nuestra casa, lo cual Esteban mencionó seguido de una felicitación cuando ya estábamos dentro de la casa. En el sofá del salón estaba mi abuela mirando programas viejos de televisión. Annie tuvo unos asuntos familiares para resolver, así que le dimos el día libre para venir a cuidarla sólo durante la noche cuando nos fuéramos a la fiesta. —Hola, abuela, ¿cómo estás? —saludé mientras la abrazaba por los hombros y dejé un beso suave en su mejilla. —Todo bien, ¿qué hay de ti, Alexa? Agradecí que mi padre se hubiera ido a la cocina. Procuro no hablar mucho con Helena cuando está presente porque casi todo el tiempo me llama por el nombre de mi madre. No es que me moleste, he podido acostumbrarme porque entiendo que es por su enfermedad; solo no quiero saber qué pensaría o diría Esteban si se enterara de que sé solo un poco de mi progenitora. No he vuelto a buscar cosas acerca de ella, los días han sido ocupados en mi nueva vida normal y, en algún punto, la dejé de lado, tal como hizo conmigo hace dieciocho años. El motivo es que ya no siento la misma curiosidad que hace meses o años atrás. Se fue, nunca volvió y ¿se supone que yo soy la que debe buscarla? No se esforzó por mí, tampoco lo haré por ella. Además, con todo lo que hay en mi vida últimamente, Alexa puede esperar un par de años más. —La comida ya está servida. —avisó papá desde la entrada al salón. Ayudé a Helena a pararse teniendo el mayor cuidado del mundo, llevándola hasta su silla de la mesa y me senté a su lado, con papá en la punta como era común suyo. Mantuvimos una amena charla mientras casi devorábamos lo que la adulta mayor cocinó con tanto esmero. Me ponía feliz verla que estaba siendo igual de activa que semanas anteriores, con su buen humor y comidas deliciosas que tanto extrañábamos degustar. El platillo de hoy fue sopa con carne y papas; lo más especial de esa preparación es el gusto a hogar que te hace sentir. Cuando el almuerzo finalizó, levantamos los platos y me ofrecí a lavarlos. Papá me ayudó a llevarlos hasta la cocina, donde los dejamos en el fregadero. Estaba poniéndole el líquido a la esponja para limpiarlos hasta que habló de repente. —Oye, Aiti, ya me acordé del apellido de mi amigo. No puedo creer que lo había olvidado. Negó con la cabeza mientras yo soltaba una suave risa. —Debe ser la edad. —respondí con una sonrisa divertida. —Puede que sí. —murmuró algo distraído—. Bueno, te decía. El apellido es de ingleses, o algo así me dijo. Es Evenson, ¿alguna vez lo habías oído? No me moví de mi lugar tras lo que dijo y la sonrisa se transformó en una línea en mi rostro. Miraba el agua que abrí caer sin cesar, a la vez que estaba paralizada porque no podía ser normal tantas coincidencias en esta maldita vida y, más específicamente, con esos hermanos. —¿O sí podía? Ellos estaban dispuestos a entrar en mi vida a como lugar y yo, sin saberlo, estaba dándoles el paso libre para que hicieran lo que quisieran con ella...
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR