Aitana
Una vez que la puerta de entrada de la casa de Eleonor se cerró tras que entrara, me quedé ahí parada, estática en medio de una no tan concurrida calle, procesando lo que dijo antes de irse. Eso quería decir que los hermanos Evenson no eran las buenas personas —al menos eso creía yo— con las que me ilusionó hablar.
De Hayden me esperaba que fuera así de distante, reservado, dado que ya lo conocía por estar en el mismo salón. Mientras que Valerio tenía esas características de niño, a pesar de ser un año menor que su hermano, dulce pero también reservado.
Y de Hero... no sabía qué pensar hasta que me lo dijeron.
Cuando no me di cuenta, mi cuerpo tomó control de mi mente para comenzar a moverse por sí solo hasta llegar a la estación de tren más cercana y sentarme a esperar hasta subirme al que me llevaría a destino.
Me puse unos anteojos negros antes entrar, pagar y sentarme en un lugar individual vacío. No había mucha gente, éramos como siete en total contando al conductor.
Miré del lado de la ventana, notando una gran cantidad de gente recorriendo las calles. De vez en cuando me preguntaba a dónde iban, quién los esperaría en casa o si simplemente tienen una vida interesante para contar. Me sentía una chismosa por hacerlo, es su vida, pero la curiosidad no mata a nadie.
Solo cuando la estaba pasando realmente mal deseaba ser alguien más, alguien a quien le fuera solo un poco mejor; sin exigencias, tampoco quiero ser la persona más feliz del mundo.
No quiero exagerar diciendo que mi vida es perfecta cuando claramente no es asi; mi abuela, padre y cabeza son ejemplos de ello. Ademas de otros asuntos que prefiero nomencionar porque ahora los problemas se multiplicaron. La estupidez que estoy a punto de hacer es un una de ellas.
Baje en cuanto el autobus se detuvo en la parada dos cuadras antes de mi destino. Comence a sentir los nervios que con sobreesfuerzo mental pude ignorar. A este punto, estando tan cerca de llegar y con mi cuerpo firme como pocas vece me ha pasado, no podia rendirme. Haber caminado esos metros faltantes sintiendome segura de poder lograrlo, provocaron que acelerara el paso con discreción —aunque a esa hora no había almas en la calle por ser aun horarios de trabajo y, algunos otros, de escuela— hasta que finalmente estuve enfrente del lugar.
La casa de la familia Williams.
Si es la mayor suposición voy a afirmarlo, sí, se trata de la casa familiar donde vivía Kathie. Vive, no quiero dar por hecho cosas no confirmadas por nadie y mantendré mis esperanzas en lo positivo sobre ella.
Con pasos sigilosos fui al costado de la casa. Este no era exactamente un barrio privado, pero sí exclusivas las viviendas para gente de mucho dinero tal como los padres de la chica.
Llegué hasta la pared que daba con la ventana de la habitación de mi amiga. Solo una vez tuvimos que entrar así, para que sus progenitores no la mataran por llegar casi a las siete de la mañana cuando su límite eran las cinco. Yo iba con ella y también me dejé llevar, así que la culpa era la misma.
Había un árbol con fuertes ramas que llegaban hasta su cuarto y así fue como subimos.
Eso mismo tuve que hacer ahora mismo. Fue muy difícil poner todo el esfuerzo físico que requeriría, pero me motivé recordando la razón de estar ahí, entrando como una intrusa a la casa familiar teniendo cuidado de no hacer mucho ruido. Kathie nunca dejaba la ventana con traba y esta no fue una excepción, así que estar dentro no fue la mayor dificultad.
En cuestión de segundos, me metí a su habitación que esperaba estuviera tan desordenada como ella era. Mas no fue así, porque todo estaba pulcramente puesto en su lugar.
Desde la pila de ropa que siempre había en su silla de escritorio colocada de forma ordenada en el armario, hasta su mesita blanca de maquillajes limpia, con los productos que cada semana compraba en sus respectivas organizadoras y por último, la cama hecha tal como ella odiaría: llena de almohadas.
Nunca me contó por qué, pero haría cualquier cosa antes de dormir con más de una almohada en la cama.
Me pareció tan extraño estar ahí, sin escuchar su voz alentándome a probarme sus lindos vestidos de fiesta y diciendo lo linda que estaba. Se sentiría tan ofendida de que limpiaran su cuarto que sería capaz de pelear con su madre por ello; las relaciones paternas no eran muy fuertes que digamos, tal como yo. Creo que por eso solíamos sentirnos así de cerca una de la otra.
No pude detenerme a pensar mucho más en ella y casi ponerme a llorar porque se escucharon voces en la parte baja de la casa. Debía sacar lo que vine a buscar, pero había un pequeño problema...
No tengo idea de dónde está o si no se lo llevaron aun.
Supuse que la policía ya revisó el cuarto. Aunque poniéndome a pensar mejor, de haber encontrado lo que con tanto esmero empecé a buscar, entonces no habrían tenido razón para ir a la escuela a interrogarnos. Sino que directamente pudieron interrogar a verdaderos sospechosos.
Revisé cada mínimo rincón de todo el cuarto, tratando de ser silenciosa. Empecé por el clóset, seguí por la cama, el escritorio, la mesa de maquillaje; nada, nada, nada de nada, absolutamente nada.
—Maldición. —murmuré tan cansada como harta.
Creí que los padres de Kathie o la policía podrían haber encontrado el celular Samsung antes que yo, pero no encontraron nada en él. Entonces busqué para nada, invadí una casa sin motivo y si me descubrían, sería toda una noticia para salir en periódicos amarillistas que quieren destruir famosos con exageradas o falsas noticias.
Luego lo pensé mejor, sintiendo que estaba infravalorado demasiado la inteligencia de la chica. Una tonta idea me corrió por la mente en un segundo, tal como mi razón para estar aquí.
Fue una corazonada que me llevó a hacerlo.
Me puse de cuclillas, procediendo a meter la mano debajo del mueble que contenía productos cosméticos y tanteé hasta dar con algo extraño. El piso —originalmente de madera— estaba cubierto por una alfombra gris italiana en su totalidad. Sin embargo, sentí que una parte de la misma se levantaba un poco cuando la toqué.
Con mucho esfuerzo logré correr el mueble hacia el costado, comprobando mi teoría al verlo. No se notaría a no ser que en verdad lo estuviera buscando, pero una pequeña porción de la alfombra estaba levantada, como si hubiera algo debajo de ella.
Sin más preámbulos, lo hice. Ma saqué de mi camino para notar que en la madera original de abajo había un pequeño hueco.
—Esto es por ti, Kathie.
Susurré antes de meter la mano en ese lugar, sintiendo casi al instante un objeto con forma cuadrada alargada. Lo saqué, con un sentimiento de alivio y emoción cuando por fin lo vi.
—Claro que Kathie tenía sus secretos bien guardados, tal como ese maldito celular Samsung que encontré aquel día.