Caminé a solas por el sendero de las sakuras, el tiempo parecía congelado, pero el viento me indicaba lo contrario, el vaivén de las flores de cerezo distraía con facilidad mi concentración, esta era una despedida, pero no una definitiva, era una despedida con promesa de volver. Me sentí nostálgica por un momento, me gustaba ese lugar, adoraba ese aroma, pero sobre todo, amaba al hombre que vivía en el palacio, mi prometido. -Sé que vas a extrañar este sitio más que a mí -Estás en lo correcto -me reí -Esta noche debe ser especial -dijo mientras caminaba a mi lado y me tomaba la mano -¿Insinúas algo? -Si eso quiere decir que deseo algo de tí esta noche, así es, he de admitirlo -sonrió, y el brillo de la luna se hizo presente en sus ojos -¿Qué podría esperar el príncipe heredero de un

