Capítulo 2

1622 Palabras
—Ya para de reírte, Carlos, en serio no es para nada gracioso. —¡¿Me estás diciendo que después de presentarte a dos supermodelos, una actriz de Hollywood y dos autoras famosas, tú decidiste enredarte con una desconocida, que podría haber resultado ser una asesina en serie, para luego despertar solo en un motel barato?! Lo siento amigo, pero es reír o llorar y yo prefiero reír. ¡Oye! ¿Me dejas usarlo en mi nuevo libro? Tal vez invitar a Carlos a nuestro bar favorito y contarle de mi extraña travesía s****l no ha sido la mejor idea que se me ha ocurrido; que bueno que somos los únicos en el bar o ya todo el mundo se habría enterado de mi dilema gracias a Carlos y su bocota. —Ja ja ja, que gusto que mi desastre te cause tanta gracia. —Exhalo un suspiro exasperado—. Lo peor es que ni siquiera pude disculparme por mi comportamiento —dijo sintiéndome realmente apenado. —¿Disculparte? ¿Tan mal estuviste? —me pregunta de forma irónica alzando una ceja mientras se toma su último trago de cerveza—. Roy, no entiendo de que te quejas, tuviste sexo de una noche con una chica lo suficientemente sensata como irse antes de que despertaras y así evitar una situación incómoda, cualquier otro estaría feliz. Solo olvídala, con suerte nunca más volverás a verla... a menos que quieras volver a verla. —¡Que! Yo no, eso es ridículo. —Llevo la botella de cerveza a mi boca con la intención de tomar un sorbo y así calmar mi repentino nerviosismo, pero la botella ya está vacía— ¿Sabes qué? Creo que tienes razón, tengo que olvidarlo, solo fue sexo. Es solo que no estoy acostumbrado a estar metido en este tipo de situaciones, por lo general tú eres el que me está contando estas historias a mí. —Pues parece que el alumno superó al maestro. En fin, ya es hora de irme, tengo una firma de libros mañana. —Pone unos billetes en la barra, se despide de mí y del bar ténder y sale por la puerta de cristal. Después de una última cerveza en solitario pago el resto de la cuenta y me voy a casa. Una vez en ella me preparo una sopa instantánea para cenar, preparo la clase del día siguiente y tomo una ducha con agua caliente con la intención de irme a la cama y dormir toda la noche, pero como siempre fui muy optimista, no he podido pegar un ojo. El comentario de Carlos aún da vueltas en mi cabeza. ¿Volver a verla? ¿En verdad eso es lo que quiero? Por supuesto que no. Admito que compré casi todos los periódicos de la ciudad buscando el artículo que escribió sobre el libro de Carlos, pero solo quería ver que tan buena era y, también admito que la busqué en algunas r************* sin éxito. ¿Qué clase de periodista no tiene una página de f*******:? Mientras estoy en la cama no puedo evitar recordar esos hermosos ojos cafés, su largo y sedoso pelo y la forma en que las curvas de su cuerpo se acoplaban a mis manos. Era una chica muy sensual y tenerla desnuda sobre mí fue como ir al cielo y volver a bajar. Mientras recuerdo esos momentos de placer mi pene comienza a elevarse como si tuviera mente propia. —Vamos, amigo, mejor vete a dormir, no volverás a ver a esa chica —le digo a mi m*****o dándole unas palmadas, pero el muy terco sigue intacto. Trato de relajarme y de pensar en cualquier otra cosa que no sea sexo para que este chico se calme ¿Y que si tengo erecciones pensando en ella? Eso no significa nada; mañana empezaré a dar clases, seré otra vez el aburrido profesor divorciado y esa noche loca quedará en el pasado... será como si nunca hubiera ocurrido.  —Bien, chicos. Como saben la historia... —Disculpe, profesor Prescott... —Estaba en medio de mi clase con los alumnos del último año de secundaria cuando el director Rodríguez irrumpe en el salón acompañando de una joven— Tenemos una nueva alumna para la clase, la señorita Marie Claire. «¿Marie Claire? ¿Qué clase de nombre es ese?» Volteo para ver más detenidamente a la nueva alumna, lleva un vestido no muy favorecedor, el pelo atado en dos coletas, lentes enormes y la misma cara de la chica con la que me acosté hace unos días. Las manos empiezan a sudarme y un escalofrío me recorre todo el cuerpo... «¡Tuve sexo con una menor de edad!» —Señor Prescott, ¿Está bien? —Si claro, señor director — «No, no estoy bien, estoy a punto de desmayarme». —Bueno pues, señorita Claire, la dejo en buenas manos. Adiós a todos. Ah y, señor Prescott, por favor pase por mi oficina cuando termine su clase —todos los alumnos se despiden al unísono mientras él sale del salón. —Bi... bien, señorita Claire, por favor tome asiento —le indico con la mano una silla vacía. No puedo quitarle los ojos de encima, pero ella trata a toda costa de evadir mi mirada—. Tomen su libro en la página veinticinco y que alguien por favor comparta su libro con la señorita Claire. Desde mi escritorio puedo verla, tomo un libro en mis manos y lo subo a la altura de mis ojos para poder observarla sin ser descubierto. Es una mentirosa ¿A cuántos maestros más habrá engañado? Con razón no pude encontrar el dichoso artículo ¡soy un idiota! Y ahora el director Rodríguez me va a despedir. Mi carrera está arruinada, nadie querrá contratar a un pedófilo de maestro. Mientras mi mente divaga imaginando las mil y una formas en las que seré torturado cuando vaya a la cárcel, el tiempo de clase llega a su fin, así como mi carrera, y escucho la campana sonar, lo que indica que es hora de ir a ver al director Rodríguez. Tomo una bocanada de aire y toco la puerta del director sabiendo lo que me espera, cárcel, humillación pública, destierro social y todo por no poder controlar mi libido. —Pase adelante. —Escucho la invitación y abro la puerta— ¡Roy! ¡Mi muchacho! Toma asiento. —El director Rodríguez me recibe de una forma muy efusiva desde su asiento detrás del escritorio. Le tomo la palabra y ocupo la silla frente a él, parece animado y su expresión no es la de «te voy a despedir». Eso me da un poco de esperanza, tal vez entiende que fue un error que le podría pasar a cualquiera. Observo su sonrisa de dientes amarillentos, los pocos cabellos blancos que quedan en su calva cabeza y su enorme y redonda barriga... «Tal vez no a él, pero sí a cualquier otra persona». —Y ¿Para qué quería verme director Rodríguez? —le pregunto con los nervios a flor de pie. —Pues, quería hablarte de la nueva alumna —«¡oh Dios! Aquí viene». Se inclina hacia mí y hace una señal para que me acerque—. No es una alumna de verdad —me susurra. —¡¿En serio?! —Estuve a punto de rogarle que no me despidiera, pero mi sorpresa fue aún mayor al escucharlo decir eso— ¿Cómo que no es una alumna de verdad? ¿Qué quiere decir con eso? —Estoy totalmente confundido. —Pues eso mismo —dice reclinándose hacia atrás—, es una periodista incógnita de una de las revistas más importantes de la ciudad y están haciendo un reportaje sobre el bullying o algo así. —¡Oh wow! Eso es genial —Finjo interés en lo que dice, pero en mi mente solo quiero saltar de esta silla y empezar a bailar la Macarena. «¡No me acosté con una menor! ¡No seré despedido! ¡Y no iré a la carcel! Esto es maravilloso». —Así es y nadie puede enterarse de esto y menos de que acepté una generosa donación a cambio. —Y ¿Por qué me lo cuenta a mí? —¿Bromeas? Tú eres mi amigo, Roy, tengo total confianza en ti. —El director Rodríguez y yo siempre nos hemos llevado muy bien y en cierta forma me halaga que me considere alguien confiable—. Además necesito que te encargues de cuidarla. «Espera ¿Qué?» —¿Cómo que cuidarla? —Así es, mira la chica es hermosa y si alguno de los desesperados solterones de aquí se entera de que no es una alumna le caerán encima como abejas a la miel. —Pero yo también soy soltero. —Pero tú eres diferente, eres mi maestro estrella, además de ser mi sobrino. Eres un hombre honesto y centrado y sé que no me defraudarás. —Sí, por supuesto. Puede confiar en mí. —Trato de controlar mi nerviosismo. Después de esa incómoda conversación salgo de la oficina del director tan pronto como puedo. No puedo creer que esto esté pasándome, la única vez que decido dejarme llevar y acostarme con una desconocida resulta ser un completo dolor de cabeza. Bien Roy contrólate, nadie sabe que tuviste sexo con ella y nadie tiene que saberlo. Solo te asegurarás de que esté bien en la escuela desde una distancia prudente, evita el contacto físico y el quedarte a solas con ella y por ningún motivo vuelvas a dormir con ella. Respiro hondo y consigo relajarme, ahora que las reglas están claras puedo volver al salón.
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