Capítulo IV

1227 Palabras
Recuerdos Parte II   La oscuridad absoluta reinaba con determinación el lugar, siendo esto lo único que captaba sus orbes azules entre tanta penumbra, involuntariamente lágrimas comenzaron a resbalar por sus pálidas mejillas como la misma nieve, ella estaba completamente confundida sin saber en   ¿Dónde se encontraba?   Estaba aterrada.   Aquella sensación iba en ascenso en su sistema, ya el malestar era notable en la boca de su estómago, todo a causa de las imágenes turbias de recuerdos que pasaban por su mente, tal cual, como estrellas fugaces en el cielo nocturno.   Ella lo había hecho.   Sus ojos se abrieron con horror, mientras subía las manos hasta la altura de su rostro, se dio cuenta de que estaban sujetadas por las muñecas con unas gruesas cadenas que ejercía presión en sus extremidades. No obstante, eso no fue lo peor, no, sino el simple hecho que al tratar de dar un paso, sus pies trastabillaron, provocando su caída sobre la dura superficie de concreto rasposa.   Sus tobillos también estaban encadenados.   —Otra vez no— susurró, sentándose en el suelo, ocultando su cabeza entre sus piernas.   La desolación rodeaba cada centímetro de su ser, sus manos se aferraron a sus propias piernas buscando con desesperación un poco de tranquilidad. Puesto que toda era completa soledad, el único sonido que se escuchaba en el ambiente era el golpeteo desenfrenado de su propio corazón contra su pecho.   Ella se sentía una vez más en su vida sola   Una tenue luz se colaba por las pequeñas aberturas de una ventanilla en aquel calabozo, siendo la luz lunar lo único que le indicaba que era noche, sus ojos azules se iluminaron dejando un brillo especial por la iluminación y efecto con las lágrimas acumuladas; ella  sintió como algo dentro de su pecho se rompió aunque fuera literal, le había dolido con tanto fervor que no lo soporto más, era una sensación como si hubiera sido abandonada en ese lugar.   La joven dama subió la mirada en busca de alguna esperanza para lograr salir de allí lo ante posible, pero solo percato de la repentina aparición de lo que era un búho blanco con una extraña a*****a de un color azul índico, sus alas eran de una tonalidad dorada muy llamativa, pero esa presencia hizo que un calor abrazador atacará en su interior, trayendo paz en su interior hasta formo una leve sonrisa amarga  en sus labios.   —Tardaste demasiado en buscarme, pensé que te habías olvidado de mí—la  voz de la chica, sonó muy apagada como si realmente le hubiera doliera que "él" no había llegado antes.   Sin embargo, aquella singular "ave", ni siquiera emitió algún sonido, solamente se escabulló entre las aberturas para descender y poder acercarse a donde estaba la rubia encadenada. El animal se ubicó justo a frente de ella, a la vez que una repentina luz azul rodeaba la pequeña anatomía del búho, logrando que una suave risa se escapara de ella; como si no fuera la primera vez que pasaba aquello.   La luz se disipo por completo mostrando la imponente presencia de un hombre musculoso pero no exagerado, tenía un singular resplandor que cubre su cuerpo, mientras que en sus labios tenía una sonrisa denotando claramente arrogancia. Ella observó cómo se abrieron para decir algo que nunca escucharon sus tímpanos, puesto que había sido con alguna especie de censura.    El hombre negó con la cabeza, dándose cuenta de algo, por lo cual, se dio un ligero golpe en la frente.   —Eres difícil de encontrar— la voz de él salió con aquel toque de picardía entre cada palabra.   El rostro de la rubia se transformó en completa confusión por la extraña situación en que se encuentra, pero ese estado fue realmente corto debido a que sin darse cuenta aquel hombre le tomó por la cintura, escuchando una pequeña risa burlona salió de él. Y de esta manera sin saber exactamente qué fue lo pasó una luz cubrió la anatomía de ambos para transportarlos a lo que era la cumbre de una azotea.   Ahora sí, está realmente sorprendida.   No obstante, un peso extra se hizo presente en su espalda, como si de la nada cargará algo que salía de cada omóplatos, por ende de inmediato observó con curiosidad por encima de sus hombros, detallando como unas grandes y perladas alas blancas estaban sobresaliendo de su anatomía.   Ella estaba en shock…   Un repentino ruido provoco que saliera de aquel trance, al escuchar como pasos apresurados venían en su dirección, por lo tanto, volteo una vez más para darse cuenta que dos hombres altos y musculosos se dirigen a su ubicación. La dama giro a mirar a donde se suponía que aquel ser que la saco de su encierro, debería estar pero grande fue su sorpresa al darse cuenta que estaba completamente sola una vez más, sin ni siquiera saber cómo había terminado en esa situación. Ella en medio del pánico sus piernas reaccionaron sola, corriendo hacía la orilla de la azotea, notando como este le mostraba en el horizonte un inmenso bosque frondoso muy tétrico.     La rubia reconoció que si caía allí, nadie la podría salvar porque sería su completa destrucción, pero aun así por impulso se lanzó al vacío, olvidándose por completo el peligro que conlleva esa acción hasta había olvidado como usar las nuevas extremidades en su espalda, debido a que no recordaba cómo usarlas.   Ella extendió una mano mientras caía a la nada.   —Caeré al lugar de los olvidados, sin decirle que…—susurró para sí misma, mientras que detallaba la argolla dorada con una piedra zafiro en su dedo anular.   Una sensación de tristeza inundo el interior de la chica, a la vez que llevo su mano libre hacia la zona de su vientre para dejar una suave caricia allí; el vestido blanco largo que tenía puesto se movía con violencia a causa del viento al chocar con el cuerpo de ella, la caía cada vez más estaba prospera a llegar y sabía con certeza cuál sería su final.   —Nunca le dije que estaba embarazada... —su voz sonó pausada y entrecortada por el dolor en su garganta.   Sin embargo, pequeños puntos dorados comenzaron aparecer ante los ojos de la mujer, logrando que una minúscula sonrisa se formara en sus labios, debido a la repentina aparición del mismo hombre que le había salvado minutos atrás. Éste tenía su cabello castaño desordenado, mientras que sus ojos profundos de color verde denotaban preocupación, pero lo más llamativo era la armadura dorada con detalles azules eléctrico y esa a*****a del mismo tono sobre su cabeza.   —Por favor, no me dejes—habló en un tono profundo y  suplicante el hombre. Él logró tomar la mano de la dama, justo en el momento que todo comenzó a ir en cámara lenta. Ella observó una vez más su rostro, era perfecto, simplemente hermoso, con aquellos rasgos angelicales. —Nos vemos, mi amor... —fue lo último escucharon los tímpanos de la mujer, mientras  que una corriente eléctrica ataco todo su ser, siendo un dolor muy fuerte... La dama no quería despertar, ella deseaba seguir allí en ese efímero recuerdo junto a su amado una vez más...Aunque fue en vano porque no pudo evitar lo inevitable, al sentir como su ser comenzaba a ceder ante ese infinito dolor... No pudo ni contestar… Continuará...  
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