Fred entre besos y caricias la llevó a donde miró la alcoba principal. Una gran habitación con ventanales corredizos, blancas cortinas, y la hermosa vista hacia la playa. Un colchón de dos veces el que tenía en la Mercedes yacía al centro, con inmaculadas sabanillas cubriéndolo. Varios almohadones en tonos verdes y azules. Toda la habitación decorada con elegancia sin dejar la frescura que hacía verdaderamente disfrutar el ambiente de la costa de un lugar paradisiaco.
La acomodó sobre la cama contemplando sus profundos ojos azulados. Su cuerpo caía suavemente sobre el Diana. Ella respiraba hondo, sintiendo su corazón saltar de alegría.
—Te he secuestrado… —Susurró Diana.
Fred sonrió al escucharla.
—No es tan siniestro. A decir verdad, hizo realidad una de mis fantasías.
Diana rió ampl
