CARICIAS DESENFRENADAS

1563 Palabras
ꕥ FREYA ꕥ  El tipo se ve decente a simple vista y sobre todo se ve que está podrido en dinero, un gasto adicional no le hará hoyo ni tampoco lo dejaré pobre. Fingiré que soy la esposa, además no creo que se dé cuenta, esos hombres no ponen cuidado a lo que gastan. —No se preocupe, todo lo que yo coma y beba va a la cuenta de él. —sonreí victoriosa. —Solamente déjeme confirmar. —¡¡Demonios!! —¡Me está llamando mentirosa! Si no estuviera molesta con él, le aseguro que perdería su trabajo si mi esposo se entera de que me ha insultado. —No, en ningún momento la he ofendido, discúlpeme. —Mejor búsqueme un camarote desocupado. —¡Lo siento!, todos están ocupados, será mejor que haga las paces con su esposo. —¡Jamás!, mejor me quedaré en cubierta. —No le aconsejo eso. Hoy hay turbulencias y puede que se sacuda un poco el barco. —¿Tanto así? —¿Señora, la regresamos al camarote? —es peor quedarme al descubierto y sufrir las consecuencias. —Está bien, lléveme al camarote de él, solamente no le informen nada porque no quiero seguir peleando con él. —Como ordene. ¿Desea que le traigan algo de comer? —Sí, quiero comida rica, y en abundancia si se puede. —Desde luego, enseguida se la hago llegar. El tipo se va y me deja en un elegante camarote, con un fuerte olor a colonia de hombre, miro las maletas de él, la mía es pequeña. Lo miro bien entretenido, no creo que regrese a dormir, a lo mejor amanezca con sus amigos. El barco se mece suavemente, no me afecta todavía, doy gracias a Dios. Me adentro al baño para darme una rica ducha mientras la comida viene. Al salir miro la comida servida sobre una mesa de vidrio, me trajeron de todo, el estómago hace un ruido extraño, me acomodo a comer, al estar satisfecha, busco mi ropa de dormir. Me siento bien cansada, el baño me relajo, ahora tengo que descansar, el barco se mueve un poco más. Las sabanas de seda fina, envuelven mi cuerpo, dejando que el sueño me abrace. —Me siento algo mareado, no debí embriagarme, por suerte no perdí la cordura. —esa voz me despierta, me quedo inmóvil. Es aquí donde nos quedamos. Me tiene acorralada entre sus brazos, su boca muy cerca de la mía, diciendo coherencias extrañas, como si alguien le ofreció carne fresca y estaba contento con la mercancía. Con mis pequeñas manos trato de alejarlo, su pecho duro no permite que lo mueva, sus ojos están cristalizados, está embriagado. —Tal como deseaba mi regalo. —¿De qué habla? Su mano se fue directo a uno de mis pechos, con mis dos manos me quité de encima su gigante mano, me muevo y me vuelve a aprisionar. Su lengua se va a mi lóbulo de mi oreja, siento escalofríos, su cuerpo es gigante comparado con el mío. —Vas a actuar como una doncella sin experiencia, eso me gusta. —Déjame en paz. Su lengua recorre mi cuello, estoy experimentando algo extraño, cierro mis ojos al sentir lo que su lengua hace. Su otra mano sube mi camisón, trato de detenerlo, sin suerte, mi fuerza no se compara con la de él. Que me está haciendo este hombre, no es posible que dejaré mi pureza en un camarote con un extraño. —Aléjate por favor. —intento ser más amable. —Tu cuerpo me pide más, no seas mentirosa. ¿Quieres que te lo demuestre? —Yo no quiero. ¡Ah! —un sonido extraño salió de mi boca cuando sus dedos tocaron mi intimidad. —Si quieres y me deseas, esta noche te haré la mujer más feliz de todas, mañana será otro día. Esas fueron las últimas palabras, me desnudo en cuestión de segundos, besando mi cuerpo y dejando marcas por donde pasaba, sentía que iba a arder en ese momento, es algo inexplicable lo que estoy sintiendo. En eso se detiene y se despoja de su costosa ropa. Yo me quedo muda, lo que mantenía escondido en su pantalón me dejo en el limbo. Saca un sobre de su cartera, saca algo que se coloca en su tremenda prominencia, que a duras penas lo abarca. Baje la guardia admirando todo lo que hacía que cuando acorde el ataque volvió de su parte. Llevándome a lo desconocido, mi cuerpo se estremecía ante sus besos, sin embargo, cuando coloco eso en mi entrada, todo cambio. El dolor y fricción me estaba matando, sus embestidas eran seguidas y fuertes. Desde ese momento perdí la batalla, él tomó todo el control y me toco seguirlo, para no sufrir en sus embestidas. No cuantas veces volvía al comienzo y me estremecía, hasta que perdí la conciencia. ╰⊱⭐⊱╮ AXEL ╭⊱⭐≺ Subí al barco donde pasaré unas merecidas vacaciones, manejaré todo desde mi computador, llevo siempre conmigo a dos escoltas, ya que en mi posición siempre tengo enemigos ocultos. Algunos los tengo por diversión, pero otros quieren joderme la vida. Hace poco tuve un ataque de estrés, mi doctor me recomendó salir unos días. Aquí estoy, aventurándome en el océano. —Señor, su camarote está listo. —Gracias. Los acomoda a ellos también, vienen conmigo. —Como ordene. Entre y me colocaron las maletas y les dije que me dejaran solo, me dispuse a descansar, mi mente no se puede soltar del trabajo, aunque quisiera no meditar en él, me traiciona recordando mi agenda. “Soy un maldito adicto al trabajo” Antes de zarpar, reviso mi celular por si no hay señal en alta mar. Tengo muchos mensajes de Isabella, es una mujer posesiva, aunque lo guapa que es, cubre todos sus defectos. No sé quién cazo primero, si fue ella o fui yo. Es una mujer atractiva y famosa, aunque es mayor que mi, no lo parece, su belleza no se compara con nada. Lástima que tendrá que esperar porque no voy a formalizarme por los momentos, no quiero perder mi libertad. —Señor, ¿está despierto? —Sí, adelante. —me siento en la cama. —Dentro de poco, vamos a Zarpar, ¿quiere que le traigamos algún aperitivo o algo para tomar? —No quiero comer, ¿a qué hora es la fiesta de bienvenida? —A las siete de la noche. —Perfecto, tengo tiempo para refrescarme. —el chico se retira. Me refresqué y saque uno de mis trajes, la fiesta es de etiqueta, hoy voy a divertirme, no quiero reflexionar en trabajo. Termino de arreglarme, mis acompañantes ya me esperan, son personas de confianza. Salgo y nos dirigimos al salón del barco, se escucha la música, me dirijo a la mesa que me han reservado, nos sentamos y pido algo que tomar. Hay mujeres muy hermosas que se me pasan por enfrente queriendo llamar mi atención. Entablo conversación con mis escoltas, ellos no beben, en eso dos mujeres se presentan, como todo un caballero les invito un trago, ellas coquetamente se sientan. En son de plática bebí un poco más de la cuenta sin perder la conciencia. Deje de tomar, le dije a un escolta que me ayudara a llegar a mi camarote. El otro escolta se quedó con las jóvenes platicando, después de que me dejara en la puerta, le dije que se fuera a divertir. Al entrar miro que la sabana se mueve, me detengo y la figura que se deja ver es femenina. Estos picarones me trajeron carne fresca para divertirme. Sin más me comí el postre que estaba servido en mi cama. Al despertar me doy cuenta de lo que he hecho, veo la sabana con sangre, ella duerme profundamente, esto no está bien, quien demonios me trajo una virgen a mi cama. Me desespero, siempre ando Lorazepam, para prolongar el sueño, vierto unas cotas en ella. —Señor, me necesitaba. —Entra y cierra la puerta. ¿Quién demonios es esa mujer? —No lo sé. —Es que no fueron ustedes que la enviaron anoche, ya que ella ya estaba aquí antes de que llegara. —No, nosotros no hemos sido. —¿Quién demonios me ha tendido una trampa? Ve y averigua sobre esta mujer. La tomo en brazos y por una puerta que hay en mi camarote que conecta a otra habitación por seguridad, la traslado para mantenerla bajo llave mientras es investigada. Mi mente calculadora y astuta, empiezo a formularme teorías, sobre las intenciones de esa mujer. Decido a encontrar la verdad. Me siento intrigado, me ducho y me arreglo para salir e indagar personalmente a la tripulación, alguien tiene que darme un dato importante. Al indagar descubro murmullos y miradas furtivas. Al parecer la joven es un enigma, y el juego de secretos se complica, me acerco a un camarero que al parecer sabe de la joven. —¿Qué sabes de la mujer que está en mi camarote? —La señora, estaba un poco perdida y quería quedarse en la cubierta, ella me dijo que había peleado con usted. —¿Conmigo? ¿Qué más te dijo? —Su esposa estaba un poco molesta y no quería regresar a su camarote. —¿Qué has dicho? ¿Quién te dijo que esa mujer es mi esposa?
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