Jayden se despertó lentamente, envuelto en los cálidos brazos de Kailer, quien yacía a su lado en un estado de profundo sueño. El pecho de Kailer ascendía y descendía con la respiración tranquila que solía acompañar sus noches. Su rostro estaba parcialmente oculto entre las sombras suaves de la habitación, pero la luz de la mañana lo iluminaba de una manera que hacía que sus rasgos parecieran aún más perfectos.
Jayden, acostado en la cama, tomó su tiempo para observar a Kailer, fascinado por la imagen que tenía frente a él. La marca en el cuello de Kailer, que él mismo había dejado la noche anterior, era como una imagen única y perfecta. Jayden estaba embelesado con la visión de esa marca, el suave tono dorado resaltando sobre la piel de Kailer bajo la luz matutina.
Cada vez que sus ojos
