No estaba segura de cuánto tiempo había pasado. Federico y Sergio revisaban las grabaciones de las cámaras de seguridad, buscando algún movimiento sospechoso o el momento en que alguna persona entrara y saliera de la oficina cuando Sergio se ausentaba.
Por suerte para mí, no había rastros de mis movimientos, pues Mateo se había encargado de eso en el momento que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se lo agradecería eternamente, me ha salvado de una enorme, ahora ellos no tenían ni la más mínima idea de quién pudo entrar a la oficina a hacer tal cosa.
—ﾠNada, no hay nada.ﾠ—dijo Federico evidentemente molesto antes de golpear la mesa con la palma de su mano, haciéndome exaltar en mi asiento.ﾠ—¡Maldita sea!
—ﾠCalma, Federico. Aún no sabemos que es lo que quieren o que piensan logr
