Mackensi se me queda viendo cuando salgo como una loca del salón de reuniones, intento tomar mi cartera y todas mis cosas pero todo termina cayendo al suelo por segunda vez.
Maldita sea.
—Camille.
Ni volteo.
Sé que Scott está atrás de mí porque Mackensi lo ve idiotizada.
—Oye, oye. —coloca su mano en mi hombro, enseguida me sacudo y lo encaro— ¿Qué pasa? Yo... Yo... Vaya, estás hermosa.
—¿Qué haces aquí?
—¿Cómo que qué hago aquí? Estoy encargado temporalmente de la presidencia.
Nunca supe nada de los antiguos amigos de mi hermano, no supe más de Alexis, ni de él, y mucho menos de Aaron, Scott y Milton. Sé que ninguno de ellos tiene la culpa, aunque hayan sabido lo que él estaba haciendo conmigo. Pero verlo después de tanto tiempo es como si una parte de mi pasado me golpeara directo en la cara.
—Lo sé. —De pronto me mareo y tengo que respirar profundo, joder, que no vaya a suceder ahora— Que increíble.
—Casi ni te reconocí. Camille, Hey. —me mira alarmado, rebusco entre mi cartera y en cuanto consigo mi inhalador el alma vuelve a mi cuerpo. Después del embarazo empecé de nuevo con las crisis asmáticas. Inhalo y santo Dios, me siento bien de nuevo— ¿Estás bien?
—Solo es asma.
Lo veo rascarse la nuca y mira de reojo a Mack, quien está como perdida en este asunto.
—Oye, espero que lo que pasó hace ya un tiempo, no afecte nuestro trato, yo de verdad no... —se calla. Respira profundo— Lo siento tanto.
No respondo.
Él tiene razón, él no tiene nada que ver y ahora es mi jefe, nada más que eso. Así que como una mujer madura que soy le doy la vuelta y entro de nuevo al salón.
Scott no es mi amigo, era amigo de él.
Fin.
La reunión transcurre bastante tranquila. Debo admitir que Sebastian Scott siempre fue muy guapo, pero ahora luce mucho mejor, es por eso que las mujeres en la sala, exceptuándome, claro, babean por él.
Me pregunto si él y Alexis siguen juntos, aunque ese no es mi problema.
Scott y yo no volvemos a cruzar palabras ni miradas, y eso me relaja bastante, pues de alguna manera verlo significa traer recuerdos de Jack.
La compañía está en una situación muy crítica, el antiguo dueño la llevo casi a la quiebra, por lo que ahora este nuevo equipo debe sacarla a flote. Paúl hace unas semanas me dijo que quería volver para ayudar a Logan, el que fue mi jefe hasta ayer, pero teniendo en cuenta que es un viejo amargado y muy orgulloso sabía que no lo aceptaría volver por haberlo dejado antes.
En fin, tampoco me importa mucho. Si se presenta el caso de un cierre absoluto tengo muchas oportunidades para trabajar en otras empresas. Además, está Paúl quien constantemente intenta que deje la compañía para que me integre a su nueva empresa.
Pero no.
No soy una golillera, y no dejaré que mi futuro marido me lo consiga y de todo. Yo puedo conseguir mis propias cosas.
Yo sola.
—¡Camille! —Tiphanie me mira con el entrecejo fruncido. Está de mal humor porque Sophie escupió a uno de sus compañeros en la cara y la maestra la frenó a la hora de la salida para decírselo— ¿Podrías prestarme atención?
Carlos me mira divertido y se lleva cargado a John de un brazo y a Sophie de otro.
Ellos están... Digamos que juntos pero no revueltos, después de que Tiphanie dio a luz a la princesa Sophie, Carlos y ella empezaron a llevarse mejor, y hasta ahora siguen viviendo juntos. Siempre discuten porque el carácter de ambos es de mierda, pero ahí están.
Carlos ha sido un sin vergüenza, ha tenido muchas mujeres a lo largo de estos años, sin importar que viva con la madre de su hija, eso no quita que ha sido un buen padre. Pero así son las cosas, también los he visto flirteando, cosa que debo admitir, me emociona.
Si ese par llegara a enamorarse, sería la mujer más feliz del planeta.
—¿Alo?
Reacciono.
Tiphanie está mirándome con mala cara. Sonrío apenada.
—Tienes quinientas invitaciones listas, la reservación en el Sheraton lista, pastel, dulces, quesos, fuentes, recreadores...
—Scott está en Seattle.
—Camille... Préstame atención... Ya va ¿Qué? ¿Qué Scott?
—Sebastian Scott, el rubio que estudió en el instituto...
—¿El novio de Alexis?
—¿Aún son novios? —la curiosidad me mata.
—¡Yo qué se! Recuerdo que en la graduación ella estaba de manos con él, pero ahorita no sé ni me importa. Ahora concentrémonos.
Sigue hablando aunque realmente no le presto atención, me dedico a asentir. De vez en cuando emito un simple "Sí, está bien".
—¿Si él está aquí crees que... Que...
—¡Oh por Dios! No me estás escuchando... ¡Es tu boda!
—¿Que Jackson también lo esté? —concluyo.
Ella se queda en silencio y me observa como si me hubiese crecido otra cabeza.
—No lo creo... —dice pausadamente. Cierra la libreta y se acerca un poquito más a mí— No creo que... No, por supuesto que no. Hace siete años que se lo tragó la tierra, Cam. Quizá en algún momento también te encuentres con Milton, y eso no quiere decir que Jack esté aquí.
—Espero.
—Pero ahora pensándolo ¿Qué pasa si vuelven a verse?
Nada.
Probablemente lo ignore y hagamos como que si no nos hubiésemos visto. Lo que me aterra es que si eso llega a suceder John esté conmigo, eso seria horrible.
Porque John sabe quien es su padre, cometí el error de enseñarle una fotografía de él, de decirle que su papá está vivo, pero que está de viaje y que probablemente no lo vería en un largo tiempo. Lo hice por sugerencia de mi terapeuta, ella dijo que no debía esconderle a mi hijo información sobre su padre, y tampoco ponerlo en su contra, porque sería un resentimiento que crecería con él.
No me arrepentí al momento de haberlo hecho. Después de todo nunca volvería a verlo y por ende, John tampoco.
Pero ahora que he visto a Scott una ola de nervios me ha abarrotado, no sería tan imposible no verlo. Después de todo Angeline vive aquí o lo hacía.
También está el hecho de que Johnatan es la copia de Jack, es como verlo a él de niño. Los mismos ojos, la misma nariz, la misma forma de hablar, es tan amargado como él y cruel en algunos momentos. El color de cabello, la manera de peinarse. Lo heredó todo de él, mientras que de mí solo sacó el asma.
Puta asma.
—No quiero pensar en eso. —hablo al fin. Tiphanie me mira y me regala una sonrisa— Eso no pasará, fin.
La tarde pasa muy lenta para mi gusto, pero logro concentrarme y terminamos con los preparativos de la boda, quedando pendiente solo mi vestido, así que agendamos ir el fin de semana a comprarlo. Tiphanie me cuenta que John bailó en su cierre de proyecto, que fue el único niño que no olvidó los pasos. Me hubiese gustado verlo, pero la situación en la oficina no me lo permitió.
Carlos ordena pizza y todos juntos cenamos entre bromas. John y Sophie se quedan dormidos en la habitación de Tiphanie. Sí, en esta casa todos tienen su habitación por separados. Como dije antes: Están juntos pero no revueltos.
Por lo que cuando ya es hora de irme, cargo a mi pequeño, está cansado y por nada del mundo quiero despertarlo.
Me despido de Carlos y de Sophie, quien despertó al ver que me llevaba a John de la habitación. Tiphanie me acompaña hasta el estacionamiento, parece algo nerviosa, como si quisiera decirme algo en privado. Me ayuda a abrir la puerta de atrás del auto para que pueda dejar a mi bebé allí.
—Cam. —Tipha luce más pálida que de costumbre y se aprieta las manos— Quisiera decirte algo, a ver qué piensas.
La miro atenta.
—Carlos y yo... Bueno, estamos viviendo juntos desde hace mucho, pero creo que ya me cansé de intentarlo.
—Pensé que ustedes...
—Sí nos acostamos, lo hacemos siempre. Vamos, somos humanos y tenemos necesidades. Pero me cansé de no significar nada para él.
Vaya, esto no me lo esperaba.
—Tiphanie, vaya, de verdad me hubiese gustado que hubiese funcionado.
Ella luce triste.
—A mí igual, siempre he estado enamorada de él. Y sé que es tu hermano, pero también eres mi amiga y... Vamos a divorciarnos, él no lo ha tomado bien. Dice que no quier y que no va a aceptarlo. Pero ya me harté, he llegado al límite; lo he dado todo con él pero me sigue viendo como la mamá de su hija y sexo cuando se le antoja.
No sé que decirle.
—Entonces listo, basta de que él se quede con tu juventud. Sal con alguien más, déjalo.
Ella me sonríe, quizá por un momento pensó que la juzgaría. Pero no es así, Tiphanie se ha convertido en mi mejor amiga, me ha apoyado todos estos años y ha estado conmigo en cada momento, de hecho es la madrina de John.
Y la entiendo.
Ella necesita sentirse viva, y Carlos la está marchitando.
—Gracias.
—No hay de qué, lagarta.
La veo rodar los ojos y nos reímos.
Finalmente me marcho, son más de las ocho de la noche y aunque Paúl no me ha llamado sé que tendremos una pequeña discusión cuando llegue a casa. A él no le gusta que esté hasta tan tarde en la calle y menos cuando estoy con John.
Paúl es muy sobreprotector.
Enciendo la radio, enseguida mis ojos se llenan de lágrimas, suena Mi voz de la nueva agrupación Lion. Es la canción que Lyly quiere que pongan en su velorio porque es su favorita.
Me cuesta tanto creerlo.
Hagan el desmadre sobre mi tumba, que los chicos hagan orgías sobre las flores marchitas de mi inexistencia...
Lyly no dejó las drogas por definitivo, sí lo hizo un tiempo, pero de un año para acá las retomó, llegando al punto de prostituirse para conseguir dinero.
La recluyeron en Nueva York pero escapó y desapareció por unos meses, cuando la encontraron estaba enferma, le hicieron exámenes y descubrieron que tenía SIDA.
Así que ella tiene su tiempo de vida.
Uno corto para ser sincera.
...No se vistan de n***o, usen lentejuelas y luces de neón, nos veremos en el infierno, cariño...
En cualquier momento podría simplemente irse. Es por eso que decidimos adelantar la boda; porque yo quería y quiero que ella esté ahí, en ese momento tan importante para mí. Y Paúl por supuesto que me apoya.
...No malgasten sus lágrimas por mí, escuchen mi voz desde el más allá, yo siempre estaré aquí.
Me escurro las lágrimas, es una canción bastante extraña, pero es la que quiere mi querida prima.
Miro a John dormir por el retrovisor, se está babeando. Paúl se burla de él llamándolo babieco, y mi pequeñín se ríe de eso, de él mismo.
Y hablando de Paúl.
Mi celular suena, veo su nombre en la pantalla y me muerdo los labios.
Uy.
Bajo el volumen de la estéreo.
—¿Hola? —digo al contestar.
—Pensé que estabas en casa, acabo de llegar, la reunión fue intensa, quiero relajarme y me he encontrado con que no hay nadie aquí. —Su molestia se nota de reojito— ¿Ya vienen?
—Sí, voy en camino. Se me hizo tarde, me quedé hablando con Tipha y Carlos.
—Bueno, te espero ¿Comieron algo?
—Pizza.
—Les he traído torta tres leches. Pero John ya debe estar dormido.
Paúl es un encanto.
—Sí, está cansado.
—Bien, nos vemos en un rato. Te amo.
Y yo a él.
Pero no se lo digo, sólo corto.
***
La noche fue bastante tranquila, cuando llegué Paúl me ayudó a ponerle el pijama a mi bebé y aunque creí que quizá podría reclamarme, la verdad es que no pasó nada. Hablamos un poco sobre el trabajo y después nos fuimos a la cama e hicimos el amor por horas. Es por eso que ahora llevo unas enormes ojeras que ni con maquillaje desaparecieron.
Esta mañana me encargué de llevar a John al colegio, Paúl sale de viaje a las dos de la tarde hacia París y regresará la semana que viene, cada vez que le sale un compromiso me hundo en una especie de depresión. Pues desde que estamos juntos como pareja no pasamos ni dos días separados, es tonto de mi parte, pero a veces siento que mi estabilidad emocional depende de él. Él me brinda una seguridad y una satisfacción totalmente inalcanzable, y me hace sentir de una manera que nunca pensé que fuera posible después de...
De él.
Mi pequeño demonio sale a las cuatro de la tarde. Así que me da tiempo de despedirme de Paúl en el aeropuerto y después pasar a recogerlo para irnos a casa.
—Para mañana tenemos reunión.
Volteo y miro a Clarsey, es un nombre de chica, sí, pero pertenece al gordote jefe del departamento legal. El sujeto suda tanto que siento que podría desmayarme de solo verlo transpirar.
Se pasa la mano por la frente húmeda y me mira, parece nervioso.
—Hay nuevos inversionistas, Camille ¿Qué tal si no les gusta esto y nos dejan? Nos iremos a la quiebra y tendrán que liquidarnos a todos.
Entiendo ahora su nerviosismo. Su mujer padece de lupus, y los tratamientos son bastante costosos, si él pierde el empleo entonces se la verá bien difícil.
—No te preocupes, las cosas saldrán bien. La compañía en su tiempo dio buenas ganancias.
Clarsey no responde y se va como alma que lleva el diablo, sosteniendo una extensa cantidad de carpetas y leyes.
A las dos de la tarde estoy en el aeropuerto, Paúl lleva una maleta de un tamaño algo grande, cada vez que ve mi carita de tristeza me aprieta contra su cuerpo y deja besitos en mis labios.
—¿No puedes enviar a otra persona? —sé que es imposible, pero con intentarlo no pierdo nada— Voy a extrañarte.
—Siete días pasan rápido, cariño.
Ya debe irse y lo estoy reteniendo más de la cuenta.
—Te amo, cielo. —me aferro a su cuello y me quedo tanto tiempo como puedo.
—Y yo a ti. —me besa de una manera tan divina que ahora menos quiero que se vaya— Te llamaré todos los días ¿Sí?
Asiento y lo veo alejarse y atravesar el marco de embarque.
Al menos tengo a Tiphanie para distraerme y a mi pequeño John para que me haga reír con sus ocurrencias.
Me quedo como una lela por unos cuantos minutos viendo el marco que atravesó mi prometido y me doy la vuelta resignada, no lo veré en siete días.
Son solo siete días, no es para tanto.
Salgo de la sala de espera, a la cual no dejan pasar a nadie, solo pasajeros, pero como Paúl es amigo de los dueños del aeropuerto y lo conocen en todos lados hicieron una excepción conmigo.
Miro la hora en mi reloj de pulsera y me apresuro a salir, debo buscar a John y de seguro me agarrará el tráfico.
Hay muchas personas por todos lados, tengo que estar pendiente de no pisar a nadie y de que nadie me pise, empiezo a marcar el número de Tiphanie para pedirle que en caso de que no pueda llegar al colegio por el tráfico, busque a John y luego yo lo paso a buscar por su casa.
Tecleo la pantalla de mi celular, pero alguien bastante alto y además imprudente, pasa frente a mí y me tumba el celular, enseguida este cae al suelo.
Mierda.
—Hey, ten cuidado. —me agacho para recogerlo, pero otro sujeto lo hace primero y me lo tiende.
No veo quien es porque aún estoy en cuclillas.
—Muchas gracias... —me enderezo para verlo—... La gente de ahora es...
Y me congelo.
No puede ser.
Sus ojos grises se clavan en los míos por lo que me parece una eternidad. No me muevo ni respiro, me quedo observándolo como una idiota porque después de siete años y de tanta mierda, cuando creí que jamás volvería a verlo... aquí está.
Frente a mí.
Como si los años no hubiesen pasado por él.
—¿Cam?
Me reconoce aunque ahora me veo diferente, sus ojos grises se clavan en mí con tanta sorpresa que hasta parece que va irse de espaldas, atónito.Termino de coger mi celular, me doy la vuelta y salgo del aeropuerto con el corazón a mil por horas.
Yo sabía que esto iba a suceder, pero no imaginé que fuese tan pronto.
Y no estoy preparada para ello.
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¡Hola, amores tóxicos y pecadores!
Aún no hay fecha de estreno, los invito a que me sigan en i********:: @ginamorrisescribe para que se enteren de las noticias sobre esta trilogía y su respectiva fecha de estreno.
Los quiero.
Nos leemos prontito.