Capítulo 3

2787 Palabras
La mirada de Jaen se paseó sobre el arrecife, mostrando gran interés en los peces de diferentes colores que habían ahí, y él estaba encantado, nadando con ellos y jugando a perseguirlos, algo que le era tan divertido, aunque los peces que se escondían parecían no encontrarlo tanto, pero el tritón sólo se encogería de hombros y buscaría un nuevo objetivo cuando eso sucedía. Su intención no era intimidar a los peces, sino jugar con ellos, al menos por ese día, por ese momento, y aunque los peces no se expresaban, ellos también conocían a ese tritón rubio que no los veía como un bocado de comida como otros, quizás por eso siempre le permitían estar a su alrededor. Jaen no recordaba cómo llegó ahí, pero como cuando eso sucedía, sólo se encogió de hombros y siguió con su juego, ignorando a aquel par de ojos que seguían cada uno de sus movimientos, la manera tan despreocupada en la que nadaba, como si el día anterior no hubiera estado en el mismo lugar ocultándose de un tiburón blanco que quería comerlo. La vida de Jaen parecía tan simple, saldría por las mañanas de su aldea, nadaría sin un rumbo fijo, y en la noche regresaría a la aldea. Quizás porque esa era su rutina podía realizarla todos los días,  en especial, el hecho de regresar a casa. —Uno, dos, tres… Continuó contando hasta el diez antes de comenzar a buscar a los peces con los que jugaba, sorprendiendo a un pez globo que no había podido esconderse, porque todos los buenos lugares ya estaban ocupados con algún pez o algunos peces, que lo habían visto casi enojados porque si insistía en quedarse con ellos haría que los descubrieran porque no había más espacio para él. El tritón sonrió al haberlo encontrado, pero no se burló porque no se pudiera esconder, sino que pasó su mano acariciando suavemente su aleta como consolándolo, para luego seguir buscando a los demás, sin embargo, Jaen se detuvo al lado de un coral, levantando sus cejas, extrañado cuando vio al otro lado de este a un tritón escondido, quien fingió no estar observándolo, pero era demasiado tarde, ya había sido descubierto. El ser observado mientras jugaba no le molestó a Jaen, de hecho, lo emocionó un poco y le causó curiosidad, porque generalmente él no tenía muchos amigos de su especie, así que le sonrió y comenzó a moverse con lentitud, sin apartar los ojos del otro tritón. Fue un juego de miradas en las que mientras Jaen lo veía el otro tritón fingía no hacerlo, y cuando el rubio observaba hacia otro lugar, la mirada le era devuelta con cierto interés, al mismo tiempo que se deslizaban alrededor del coral, hasta que dejaron de fingir que no estaban viéndose, sino que se observaron con detenimiento e interés. —Hola, soy Lior. —Jaen —se presentó con una sonrisa. Lior esperó que Jaen lo reconociera del día anterior, pero como había escuchado en la aldea, el tritón rubio no parecía hacerlo, sino que lo miraba con cierto interés, como si fuera la primera vez que veía a alguien como él, y se había olvidado que estaba jugando con los peces, lo sabía porque incluso estos empezaron a salir de sus escondites al ya no ser buscados, también sintiendo curiosidad por ese Lior, que era un total desconocido para ellos, pero no se acercaron, ¿y si era de esos tritones que comían peces? Jaen inclinó su cabeza hacia un lado, y Lior casi podía sentirlo haciendo las mismas acciones del día anterior, cuando había colocado una mano en su pecho y luego se inclinó sobre él para olerlo, pero eso no sucedió, sino que las mejillas del tritón rubio parecieron tomar un color carmesí, y a pesar de la poca luz del arrecife pudo verlo, haciendo que a él le pareciera todavía más bonito. Lior había decidido el día anterior que Jaen era un tritón loco, que lo más conveniente era no acercarse a él, pero había escuchado en la aldea que no era así, sino que el rubio tenía problemas con su memoria, podía a veces olvidar demasiado rápido, como estar teniendo una conversación y pasarían unos segundos y él no recordaría nada, así que era bastante normal que él no estuviera llamando a los demás habitantes por sus nombres porque simplemente no los recordaba, y si alguien lo veía fuera de la aldea lo ayudaría a regresar a esta. Jaen era un tritón que tenía una rutina, y todos parecían entenderlo, así como a sus problemas de memoria, hasta los más pequeños del clan parecían entenderlo, pero Lior creía que relacionarse con él sólo debía significar problemas, sin embargo, no fue tan fácil como el haber tomado la decisión de mantenerse alejado, porque cuando lo había visto salir de la aldea en esa mañana, sólo pudo seguirlo, viendo como este pasaba por todos los lugares que el día anterior estuvo, deteniéndose en el arrecife. Jaen había nadado tan tranquilo y parecía no haber notado su presencia a varios metros de él, lo que llegó a hacer que Lior se preguntara si ese tritón era consciente realmente de los peligros que podría encontrarse, porque si bien, todo en ese día parecía tranquilo, el día anterior habían sido atacados por un tiburón blanco que tal vez estaba por la zona, y podía seguir cerca. Lior quería poder encontrar las palabras exactas para hablar, pero su cerebro parecía haberse puesto en huelga, porque todo lo que podía hacer era mirar los ojos azules de Jaen, nadando lento más cerca de él como un magnetismo, y su mano se levantó hasta estar acariciando su mejilla, viendo como el tritón inclinaba su cabeza hacia su tacto, como si fuera algo que le gustara, incluso lo vio sonreír. Jaen no se consideraba un tritón fácil, quien con una caricia podría ceder a cualquier petición, pero no podían exigirle que no fuera sincero con que le gustaba esa cálida caricia, se sentía bien la calidez proveniente de esa mano, porque a pesar del agua, podía notar la diferencia de temperatura. Lior se inclinó más cerca de él, pareciendo bastante confiado aunque no lo estaba, dejando su rostro a pocos centímetros del de Jaen, quien sentía que no estaba respirando bien, y casi estuvo seguro de que dejó de hacerlo cuando el tritón delante de él se acercó más todavía, rozando sus labios con los suyos. Fue un toque gentil, sin embargo, el rubio no estuvo preparado para eso, por lo retrocedió sorprendido, sintiendo sus mejillas calentarse demasiado. Jaen sonrió tímidamente, y sus ojos evitaron a los del otro tritón, antes de comenzar a nadar en cualquier dirección de ese arrecife, como si con esa acción pudiera ocultarse ya que se sentía avergonzado por la manera en como Lior lo había tocado, porque no estaba acostumbrado a ese contacto, en realidad, a casi ninguno, porque los miembros de su aldea entendían que para no alterarlo por ser desconocidos tocándolo, lo mejor era no hacerlo. El tritón rubio no sabía cómo interpretar el hecho de que su corazón estuviera latiendo tan rápido debido a lo que Lior hizo, y no podía decir que le agradaba eso, pero al mismo tiempo sentía como si miles de burbujas estuvieran en su estómago, confundiéndolo de si le gustaba o no. Antes de que llegara a alejarse demasiado, Lior nadó hacia él para detenerlo, viendo una vez más aquellas mejillas sonrojadas cuando tomó su mano, y sí, el tritón viajero se convenció de que debía de estar loco para no querer alejarse de Jaen como lo decidió el día anterior, o cuando entrelazó sus dedos y comenzó a nadar hacia la superficie, porque ahí tenían demasiados espectadores, además, que mejor manera para cortejarlo que mostrándole un lugar bonito. Lior que había nadado un poco rápido, se detuvo cuando sintió un algo de resistencia por parte de Jaen, y cuando regresó su mirada a él, pudo ver el temor en el rubio por la dirección que estaban tomando, ¿tenía miedo a subir?, porque el tritón viajero no iba a dejar que nada sucediera, además de que no había visto ningún barco ni depredador cerca, lo que significaba que era seguro subir. —Ven, confía en mí. Tal vez pedirle que confiara en un extraño que acababa de besarlo, no era lo más recomendable para intentar persuadirlo, pero eran las palabras correctas para lo que hacía, porque no permitiría que nada malo le pasara a su lado, y quizás fue por esa confianza que tenía en sí mismo,  que a pesar de que vio duda en Jaen, lo sintió ceder, permitiendo que lo guiara hacia la superficie, y aunque a Lior le hubiera gustado subir cuando el sol estaba por ocultarse y parecía fundirse en el océano, era muy pronto todavía, porque este se alzaba en la mitad del cielo, brillando tan fuertemente. Lior amaba el océano, pero también le gustaba subir a la superficie cuando no había humanos cerca, saltar fuera del agua para volver a hundirse en esta. A veces solía competir con algunos de los habitantes de su propio clan para ver quien saltaba más alto, y hasta el momento podía decir orgulloso que nadie le había ganado al hacerlo, no sólo era el más rápido, sino que hasta ahora parecía que el más fuerte también. Cuando su cabeza surgió del agua inmediatamente se giró para ver a Jaen, quien tenía sus ojos cerrados y parecía que la excesiva luz estaba molestándole, haciendo que se llegara a preguntar sobre cuánto tiempo el pequeño tritón no había subido a la superficie como para que le costara tanto acostumbrarse al sol. Lior soltó la mano de Jaen y las posó en sus hombros, hundiéndolo junto a él lentamente hacia abajo, notando como parecía ser más cómodo para el rubio porque el agua no permitía que el sol fuera tan fuerte, tal vez por el momento era lo más lejos que podrían llegar y cuando Jaen se sintiera más cómodo, podrían salir del agua. —¿Hace cuánto no subes a la superficie? —preguntó curioso Lior. Jaen pareció pensarlo un poco, viéndose al principio confundido, una expresión que empezaba a serle bastante familiar a Lior por todas las veces que la vio. —Ah… —sus mejillas se ruborizaron —nunca he subido a la superficie. Y si lo hubiera hecho alguna vez en su vida, Jaen no lo recordaba, porque todo lo que podía pensar era en agua a su alrededor, arena, peces, y los débiles rayos del sol llegando al fondo del océano, los que no eran tan fuertes como todavía podía sentirlos a pesar de que habían descendido al menos a dos metros la superficie, o como fue antes, cuando habían tocado directamente su piel, eso fue una sensación cálidamente agradable, aunque sus ojos tuvieron algo de dificultad para acostumbrarse. Nunca estuvo realmente interesado por conocer la superficie, quizás por todas aquellas cosas malas que había escuchado que les pasaba a los peces que subían, en realidad no lo sabía. Sólo no recordaba haberlo hecho, porque cuando Jaen pensaba en algo, lo más probable era que lo hiciera, así luego no recordara eso, pero esa sensación de estar directamente expuesto al sol, su cuerpo no la recordaba y su mente peor. —Vamos a subir otra vez —dijo Lior —lo haremos lentamente para que puedas acostumbrarte a la luz, ¿está bien? Jaen asintió, sintiendo como el cuerpo de Lior se acercaba más a él, y una de sus manos que estaba sobre sus hombros se trasladó a su estrecha cintura, con una excesiva cercanía innecesaria, porque pudieron nadar como antes, con el otro tritón sosteniendo su mano, y a pesar de eso el rubio no se quejó, no cuando hundió su nariz en el amplio pecho de Lior, aspirando su delicioso aroma que parecía hipnotizarlo, ¿por qué olía tan bien? El rubio sentía que podía quedarse durante horas o días respirando su aroma y nunca cansarse, gustándole lo relajado y protegido que se sentía por él. Los ojos de Jaen se cerraron un poco cuando volvieron a estar sobre la superficie, podía sentir las manos de Lior continuar en su cintura, manteniéndolo cerca y haciéndolo sentir seguro, mientras el sol tocaba su piel, siendo tan cálidas como no recordaba nunca antes haber sentido. Cuando sus ojos parecieron acostumbrarse a la luz, los abrió lentamente, encontrándose con los del otro tritón que parecían haberse vuelto su color miel más claros todavía. Jaen retrocedió, sintiendo como las manos de Lior lo soltaban poco a poco mientras él se giraba viendo el inmenso océano, el cual parecía terminar en una línea que se unía con el cielo, aunque cuando veía al lado contrario podía ver a lo lejos inmensas rocas a una gran distancia, así como también lo que estaba seguro que era arena por el color. Intentó ver hacia el sol directamente, pero tuvo que bajar la mirada porque eso había sido casi doloroso y tan molesto, porque ya que había subido a la superficie, quería ver todo lo que pudiera, guardarlo en su corazón porque sabía que en su mente no permanecería mucho tiempo. —No mires directamente al sol, te lastimarás. Jaen refunfuñó un poco, hubiera preferido que la advertencia le fuera dada antes, porque sus ojos tenían una casi imperceptible molestia por su anterior acción. —¿Qué es eso? Jaen estaba esforzándose por captar cada imagen que podía, y aunque estas eran tan pequeñas para él por la distancia, pudo ver que además de la arena había una gran construcciones cerca, en donde estaban barcos, que por la forma le parecían tan familiares pero demasiado pequeños, haciéndolo sentirse un poco confundido. —Ahí viven los humanos. La palabra humanos sonaba tan familiar y peligrosa a la vez, que Jaen sintió todo su cuerpo estremecerse, y como siempre había sido, cuando sentía que algo era malo prefería mantener la distancia, aunque también sonaba tan tentador cuando a su cabeza llegó la imagen de cosas pequeñas y bonitas que había encontrado en el mar, las que sabía llegaban del mundo de los humanos. Las manos de Jaen se movieron bajo el agua hasta encontrar el bolso que siempre llevaba con él y sacó de este la pulsera que había encontrado el día anterior, alzándola a la altura de los ojos de Lior que elevó sus cejas, mientras el otro tritón sonreía. —¿Humanos? Lior empezaba a dudar que hubiera sido buena idea decirle en qué dirección vivían los humanos, ¿y si Jaen quería ir hacia ellos y obtener más cosas pequeñas, bonitas y brillantes?, al parecer le gustaban las cosas de los humanos, ¿pero sabría realmente el peligro que significaban?, porque ahora teniéndolo frente a él sosteniendo esa pulsera, lo dudaba. —¿D-De dónde sacaste eso? —preguntó con temor, intentando tomar la pulsera. —No, mío. Jaen retrocedió con su ceño fruncido, porque las cosas del mundo humano era con lo único que siempre se había mostrado celoso, incluso si no recordaba exactamente en dónde las había conseguido, eran suyas y no quería a nadie más tocándolas. —Lo encontré mientras nadaba por ahí. —¿Cerca de los humanos? —Los humanos son malos. Escuchar esa frase y el tono usado en ella, hizo sentir a Lior un poco más tranquilo, ya que al menos de esa manera sabía que Jaen no parecía interesado en acercarse a los humanos, y nadie del mar lo recomendaba hacer, porque sí, la palabra “malos” los describía perfectamente; hasta los depredadores más feroces no podían defenderse de ellos. —Jaen —dijo acercándose al otro tritón —¿te gustan las cosas humanas? —Son bonitas —respondió con una sonrisa. Lior no estaba seguro de cómo lo hacía Jaen, pero cada vez que le sonreía no podía evitar darse cuenta de lo hermoso que era, de sentirse más atraído hacia él, de lo perfecto que parecía a pesar de su problema de memoria. Aunque ya había sido rechazado bajo el agua, volvió a tomar el rostro del tritón rubio entre sus manos, acercándose lentamente a él, esperando verlo retroceder cuando se inclinó lo suficiente hacia él como para que sus respiraciones se entremezclaran, hipnotizado por los ojos azules de Jaen que parecían estar más brillantes que un momento atrás, así como sus mejillas estaban tan rojas otra vez. Sin embargo, aunque el tritón rubio parecía perdido por su siguiente acción, no se alejó cuando sus labios se tocaron, sino que pudo sentir las manos tímidas de Jaen sostenerse de sus costados mientras sus labios inexpertos se movían intentando corresponderle.
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