Los suelos solo temblaban por dos razones, la primera, porque vulcano estaba enfadado por alguna ofensa y la furia del dios era tan fuerte que cimbraba la tierra o porque aquellos que se proclamaban los dioses del mundo movían sus ejércitos a un solo son y marchaban sin clamor. Las legiones se estaban moviendo. Las cohortes marchaban a la orden de sus centuriones, mientras Sepronius y Heraclito, arriba de sus corceles caminaban detrás de las grandes águilas doradas que eran el escudo de cada legión. Roma cual ave, dominaba los cielos y a la par, la tierra, conquistadora y fuerte. Dentro del Praetorium una mujer levantaba sus manos para que sus esclavas pudieran arreglar sus vestidos. Un vestido tan blanco como la leche y bordado en hilos dorados era su vestimenta. Tenía una palia color

