Una amiga de verdad

1649 Palabras
—Así que esa es la historia de tu primer amor…—dice Sofía cuando acabo de resumir un pedazo de mi vida. Pero el resumen que le di fue la versión “soft”. Porque dejé tantos detalles afuera. Aunque, en resumen, lo único realmente malo en mi vida fue mi padre biológico. —Sí, supongo. Pero bueno…—murmuro encogiéndome de hombros. —el primer amor nunca se cumple, ¿cierto? —. Intento que la conversación no se vuelva oscura, pero cuando escucho su respuesta no puedo evitar que mi expresión cambie por un momento. —¿Quién dijo eso? —murmura aferrándose a mi brazo. -Sin mencionar que, por lo que vi, el chico parece interesado. Lo digo en serio…—. Pero la primera frase reverbera en mi mente. ¿Alguien alguna vez me dijo eso? ¿Quién me metió esa idea en la cabeza? Por más que me esfuerce no puedo recordarlo. Pero alguien me lo dijo y todavía suena como deja vu cada vez que lo escucho. ¿Quién lo dijo? En fin, saliendo de ese pensamiento, lo que me abruma en este momento es qué tan increíble resulta esto. Cómo en diez minutos nos hicimos amigas. Supongo que eso de las almas gemelas también aplican en este tipo de ocasiones. Solo espero que esta amistad sea real, y no me pase lo mismo de aquella vez. Caminamos por el pasillo unos segundos más, y vislumbro un poco de alboroto en la puerta de la sala a la que nos dirigimos. Entonces lo veo. Papá está de pie en la entrada. Rodeado de alumnas. No puedo evitar poner los ojos en blanco y las ganas de ir y armar una escena frente a todos tampoco me deja. ¿Papá siempre pasó por esto todos estos años? Y la pregunta que más me inquieta es… ¿Mamá lo sabe? Porque sé que no es una máquina sedienta de sangre, pero cuando se pone celosa es de temer. Lo digo en serio, no es porque sea mi madre, pero no debería ser celosa. O sea… es hermosa. Es el tipo de belleza que todos intentan alcanzar. Pero siempre fue un poco insegura, verlo así… rodeado de chicas jóvenes. Estoy segura que le pondría los vellos de la nuca de punta. Por otro lado, la cara seria de papá me dice que está en “modo Dumbledore” que, por cierto, ese apodo le queda super bien. Mamá y el tío Alex fueron sus alumnos en tiempos universitarios, y los rumores dicen que era un profesor frío que todas las chicas querían manipular. Obvio nunca les funcionó, él solo tiene ojos para su “Jules”. Siempre fue así. Y espero que siempre lo sea. Papá dice algunas cosas sin expresión, y cuando sonríe de forma amable (cosa que está rara), veo a mi hermano, Fran. Mi fastidioso San Francisco (Recuerden que este es el apodo que inventé para él y ama que lo llame así. Bueno, no. Lo odia, y por eso yo amo llamarlo de esa forma) En fin, a lo que iba. Fran está apoyado en el umbral de la puerta. Era obvio que los iban a tener rodeados. —¿Qué carajo está pasando acá? —murmura Sofía observando a los dos ejemplares. pienso con un poco de superioridad. Tenerlos de parientes me trajo varias desventajas, pero tiene su lado bueno también. No voy a negar eso. —¡Hey! ¡Princesa dorada! Casi casi llegas tarde…—dice enderezándose un poco y cierro mis ojos. Así nunca voy a hacer amigos reales. Las chicas me miran con odio cuando me acerco más a ellos y escucho a Sofia murmurar, por segunda vez. —¿Qué carajo está pasando acá? — —Te presento a mi nueva AMIGA. Con A, como querías…—digo poniendo mis ojos en blanco. Papá me da una pequeña palmada en la cabeza, y su sonrisa se ensancha mostrando aún más arrugas y en este momento, es imposible no mirarlo con corazones en los ojos. Papá fue, es y siempre será el amor de mi vida. Supongo que la mayoría de las chicas que tengan padre sabrán de qué hablo. Pero es que nunca pensé que podía llegar a amar tanto a una persona. Papá es mi papá. Podría hacer enfadar a cualquiera, podría incluso dejar de hablar con mi madre y mis hermanos. Pero papá DEBE estar siempre a mi lado. Sin él no podría seguir viviendo. —Así me gusta… —dice Francisco dándole un pequeño asentimiento a una Sofía muy… derretida. —La clase va a empezar muchachos, Francisco… vete y deja a tu hermana respirar— habló el gran Wells. —Sí papá. —Gracias papi— Contestamos simultáneamente y Fran se marcha con dos chicas pisándole los talones. —Que no piense que por ser hija le van a perdonar las llegadas tardes…—dice caminando marcha atrás y señalándome con un dedo. —A mi no me perdonaste ni cinco segundos tarde Profesor Wells… Papá lo mira con un poco de “falso enfado” y Fran culmina con un y se voltea para marcharse. Otra vez. No hace ni tres pasos, que voltea a mirarme con una sonrisa brillante, pero sus ojos se posan en aquella que está un paso detrás de mí e inmediatamente inclina la cabeza un poco y cambia a algo más… sagaz. Se estarán preguntando que cómo lo sé y cómo es esa mirada. Bueno. Para describirlo un poco mejor… alguien está a punto de ser devorada. Y en el mal sentido. Más como “masticada y escupida” porque es la costumbre de mi fastidioso. “Probar a sus presas” pero si no le gustan, las desecha en un abrir y cerrar de ojos. Recuerdo la primera vez que me peleé con él precisamente por esto. Le pregunté qué diría si Abby o yo termináramos en una relación con alguien como él y su respuesta me dejó anonadada. “Soy el perfecto ejemplo de qué tipo de hombre NO deben amar Luce” Y me dolió saber que piensa así de sí mismo. Es mi hermano. No es perfecto, nadie lo es. Pero lo amo tal y como es, y sé que merece ser amado. Lo extraño es que de niño no se comportaba de esta forma, pero al parecer, todos cambiamos. La mano de Sofía se aferra a mi blusa con un poco más de fuerza, y cuando lo veo observarme a los ojos por última vez antes de voltear y marcharse, dejo caer mi cabeza hacia atrás. —Lo siento…—murmuro mientras volteo a verla. —¿Qué carajos fue eso Luce? —inquiere todavía un poco estupefacta. Sí, lo siento cariño. Te perdimos> —Mi hermano… —contesto de mal humor. Es verdad que iba a presentárselo, pero no de esta forma. Porque lo conozco lo suficiente, quería advertirle a ella primero. Conversarlo y tomar una decisión. Una decisión de la que estuviera consciente. —El que me ibas a presentar…—continúa confusa. Ese mismo. —Pero ¿qué fue eso? —Que ya te echó el ojo… y no me hago responsable por lo que sea que pase. —Oh… —Nada de “oh”. Más bien… —¿En problemas? ¿Por qué? —pregunta sonriendo con suficiencia. O tal vez, sea él quien está en problemas ahora. —No finjas que no lo notaste. Va a intentar ligar contigo… —Oh… ya veo— frunzo mis labios ante su respuesta. Y, viendo sus ojos. Sé que la perdí. — Y como dije, NO ME HAGO RESPONSABLE. Y por favor, si decides seguirle el juego, no me metan en el medio. Tiene la costumbre de manipular chicas para controlarme, pero necesito hacer amigas esta vez. —No hay problema, no te preocupes. Sé que no nos conocemos, pero también necesitaba una amiga así que voy a proteger nuestra recién nacida amistad…— Entramos al salón despacio bajo el escrutinio de mi padre que nos observa sabiendo que algo malo va a pasar. Tomamos asiento, y la clase comienza. Pero mi mente no logra centrarse. Viaja a lo que acaba de pasar y mis preocupaciones despiertan como demonios en la oscuridad. La última vez que tuve una amiga, se enamoró de mi hermano, pero él la ignoró por completo. Incluso cuando le pedí que le diera una oportunidad o que por lo menos no la ignorara y le dijera “hola” cuando la viera, su respuesta fue negativa. Allí fue mi última amistad. La mayoría, desde que somos niños, primero se acerca a mí para acercarse a él. Después, se enojan conmigo porque nunca son “su prioridad”. Pero bueno, no es mi problema. El tema es que quiero tener amigas. Amo acercarme a los chicos, pero que estén siempre intentando meterse en mis pantalones no es muy agradable al final del día. —Entonces… sé que podría con esto. Pero si no te parece, ¿debería mantenerme alejada de él…? —dice un poco cabizbaja y volteo mi rostro cual niña exorcizada. —¿Cómo dijiste? —Sí, ¿no sería incómodo si saliera con tu hermano? Incluso si no saliéramos, sería incómodo para ti.  Quedarías en medio de las peleas y los celos y todo eso. Por más que lo intente no es algo que pueda controlar. Estoy segura que terminarías inmiscuida, incluso sin quererlo. Es una lástima… es… caliente. Muy caliente. Una pequeña risa escapa de mis labios y, puedo decir, que soy feliz. Tal vez ella es la indicada. Al fin tengo una amiga de verdad. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR