Una cita con publicidad

1410 Palabras
El momento había llegado, los clientes estaban haciendo su ingreso, todas las chicas corrían como locas para iniciar el show. Yo me concentré en la barra, deseaba con todas mis fuerzas que hoy sea un buena noche. -¿Lista Marian?- -Si Samuel, más que lista.- Los dos iniciamos la rutina, repartíamos tragos, yo me encargaba de los clientes que se sentaban en la barra, algunos hacían conversación otros se quedaban en silencio. Samuel no me dejaba sola, siempre estaba pendiente de mí, sé que me cuidaba y ayudaba. Las chicas hicieron lo suyo, bailes individuales y grupales, claramente yo no estuve en el escenario, el trabajo en la barra era agotador pero al final fue productivo. Solo en propinas llevaba 600 dólares, más que bailando, falta el pago que me otorga el señor Josué, aún así ya me sentía feliz. De nuevo el hombre misterioso hizo presencia, lo vi salir de la zona VIP, el grupo de hombres que lo rodeaban tenían la misma aura misteriosa. Mis ojos los seguían sin perder detalle, la manera como el humo sale de su boca es místico, lo vi hablar con algunos hombres, levantó el rostro y me vio, yo estaba en trance, debe pensar que soy una acosadora. -¡Hey! ¿Todo en orden?- Samuel preguntó y puso su mano en mi hombro.- -Si, solo me distraje un momento.- -Bien, hay unos clientes que están esperando.- -Iré ahora mismo.- Volví a buscar al misterioso hombre pero no lo encontré, lo mejor era concentrarme en mi trabajo, soy una tonta en pensar que alguien como el señor Millers puede notar mi presencia. Por fin terminó la jornada, escuchaba a Verónica hablar que había tenido una buena noche, se atrevió a mencionar que el grupo de hombres VIP solicitaron su compañía. -Amiga ya nos vamos.- llegó Gaby -Si, termino de limpiar y salimos.- El señor Josué llegó, daba algunas instrucciones, también mencionó que había sido una buena noche, comenzó a entregar el pago, Verónica gritaba de emoción, de nuevo le habían dado 3000 mil dólares, Gaby y yo solo nos mirábamos. -Marian aquí está lo de tu noche, lo hiciste muy bien.- Revise el sobre y había al menos 2000 mil dólares, eso sumado a las propinas directas de los clientes había hecho más que Verónica. Gaby y yo salimos del club, haríamos la misma rutina, tomaríamos el camino a casa, me sorprendió ver una camioneta negra estacionada, supongo que está esperando alguna de las chicas. Nos subimos a nuestro auto y nos marchamos, todo el camino a casa nos fuimos contando las ganancias, habíamos reunido al menos 4000 mil dólares. -Fue una noche maravillosa.- -Si Gaby, lo mejor es que llegó mi día de descanso.- -Marian si seguimos ganando así no debemos volver tantas noches al club.- -Es posible.- Llegamos a casa, doña Eugenia nos esperaba, me dio una taza de café, necesitaba una buena dosis pues tenía trabajo pendiente por hacer. -Hija ve a dormir.- -En un momento, debo terminar esta presentación para hoy.- -No sabes cómo me duele ver como te desgastas.- Doña Eugenia se sentó a ver la televisión, ella tejía mientras lo hacía, ya nos había hecho más de 10 sacos, de todos los colores. Una vez termine pasé a la habitación y me dejé caer en la cama, estaba que moría de sueño así que me dormí en menos de dos minutos. Hoy decidí que no saldría a buscar clientes, tomaría el día para organizar un poco la compañía, el dinero que habíamos ganado a noche me hizo pensar que si trabajaba duro un par de semanas tendría suficiente para inyectarle a la empresa. Me levanté, una ducha y mi mejor traje, algo bueno que me quedó de mi antigua vida fue que pude conservar mi armario, trajes de diseñador, no sé si me gustaba torturarme observándolos. Es una vida que jamás volveré a tener, recordar que al abrir mis ojos había una asistente lista para traer mi desayuno, todo lo hacía por mi, ahora soy yo la que hago las cosas para los demás. Hoy llevo un vestido n***o corto, el pecho es recto, no tiene mangas, tomó unos tacones altos, mi gabán rojo como la sangre, dejó mi cabello completamente liso, siempre antes de salir suspiro viéndome al espejo, repito las mismas palabras, soy muy fuerte y puedo con esto. El desayuno está servido, paso y devoro todo con rapidez, Gaby mencionó que iría hacer una diligencia y luego pasará por la oficina. Tomó un taxi en la calle para dirigirme al trabajo, las mismas calles, a veces las mismas personas, todos los días es lo igual. -Buen día Sarita ¿cómo estás?- mencionó ingresando -¡Marian buen día! Te ves muy bella hoy.- -Pues tú no estás nada mal, aún no entiendo cómo es que tuviste un bebé y te quedó ese cuerpo de infarto.- -Exageras, bueno cambiando de tema, hoy te tengo buenas noticias.- -¿Así?- -Si, recibí una llamada de una empresa de modas, quiere escuchar nuestra propuesta.- -¿Hablas enserio?- -¡Si! La empresa Millers quiere escucharnos.- -Espera, ¿Los Millers?- -Así es, debo decirte que mi esposo trabaja en ese lugar, él es el analista de recursos humanos, por muchos años le he pedido que nos ayude a concretar una cita, de tanto insistir el jefe de publicidad aceptó, ¿no es algo grandioso.- -Anita es maravilloso, te imaginas tener un contrato con ellos, volveríamos a ser los de antes.- -Lo sé, eres buena Marian, mereces que te pase cosas maravillosas.- Sonreía con amargura, cosas maravillosas, algo que jamás me pasa. -¿Cuando es la cita?- -Mañana a primera hora.- -Allí estaré.- Pase a mi oficina, aún no asimilaba lo que había pasado, sé que solo es una cita pero para mí era un pequeño triunfo, si una compañía tan prestigiosa quiere recibirnos eso nos decía que otras nos puede estar considerándolo. Me concentré en mis pendientes, debía diseñar los bocetos de Manuel, quiero que queden espectacular, sé que las horas corrían, Gaby llegó, mencionó que consiguió un cliente, publicidad para un político local, nos pagaría bien por afiches y pancartas, ella iría a tomar las fotos para diseñar toda su publicidad. Al revisar el reloj ya eran las 7:00pm, era momento de ir a casa así que cerré mi computador y me marche. Decidí llamar a doña Eugenia, le mencioné que no cocinara yo llevaría la cena, hoy era mi descanso así que llevaría algo para las dos. Pasé por el restaurante y pedí dos órdenes para llevar, la gente me veía de pies a cabeza y sabía por qué, mi rostro era conocido, la nueva pobre me apodaban. -¡Marian! Siempre tan bella.- -Señor Chong buenas noches ¿cómo va todo?- -Muy bien, el negocio a reventar.- -Eso veo, hoy quiero dos órdenes de ramen.- -Siempre pides lo mismo.- -Son exquisitos, no me puedo resistir.- Me entregaron la comida en sus empaques, pagué y salí del lugar, lo bueno de siempre venir es que me conocen, no tengo que hacer fila, solo paso y me entregan la orden. No estoy lejos de casa así que decido ir caminando, mientras lo hago observo a las personas, todas corren de un lado a otro pendientes de miles de cosas inútiles, es donde siento que caen gotas de lluvia. Me detengo y levanto el rostro, deseo que me moje por completo, esto es algo que al menos es disfrutado por todos, la lluvia golpea igual a los ricos y pobres. Sigo mi camino bajo la lluvia, me gusta la sensación de frescura que me da, pero la ilusión se acaba al llevar a casa, con desagrado debo ingresar, ya no seguiré mojándome, quien me viera pensara que soy una niña pequeña. Trato de cerrar mi puerta pero algo llama mi atención, un auto n***o está afuera, es muy lujoso para estar en este lugar. Cierro completamente y subo al departamento, supongo que alguien adinerado vive por aquí. La noche fue tranquila, la señora Eugenia gritó de felicidad al saber que tenía una cita importante el día de mañana, creo que fue una cena cargada de emociones. Me fui a la cama temprano, quería descansar lo más que pueda, es necesario que me vea fresca y tenga todos mis sentidos puestos para la cita, es necesario obtener un contrato. Abrace mi almohada, los pensamientos positivos estarían en mi mente, solo espero que no me equivoque.
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