Capítulo 2
Cinco años después…
Un hombre llegaba a la puerta de una familia, que no hacía mucho que se acababa de asentar en Chicago, el dueño de la casa recibe una misiva que recibe de parte de su sirvienta. Abre el sobre y comienza a leer.
―Necesito hablar contigo, es sobre un asunto importante, es referente a una mujer de tu pasado y hay algo que debes saber. ―El dueño de la casa solo se sorprende, la única mujer que tuvo en su haber, fue su amante de hace algunos años, ya que desde que se casó ya hace un par de años e incluso los tres años anteriores, no hubo nadie más solo ella.
Su mujer estaba con su costura, una joven de muy buena familia, que sus padres al ver con buenos ojos, el hecho de que ese hombre era un buen prospecto, para que la desposara a su hija. Un hombre de buena posición económica, ellos no eran muy adinerados, él no era adinerado en un principio, pero comenzó a trabajar muchísimo desde que llegó a ese país, pero después de un tiempo vivían cómodamente. Él tiene una empresa que, aunque le costó mucho trabajo levantar, rápidamente rindió frutos al grado de que de la nada, comenzó a tener una buena posición tanto económica, como en la sociedad. Ya que su apellido comenzó a resonar en esa ciudad, comenzando a asociarse y así teniendo más clientes, llegando a tener una buena vida acomodada.
―¿Pasa algo querido? ―pregunto, al ver que se ponía muy pálido al leer la misiva.
―Nada querida debo salir, así que regresó más tarde, me acaban de buscar de la empresa ya sabes… Un cliente que quiere nuestros productos. ―dejado su periódico a un lado y solo yendo hasta donde estaba su esposa, dándole un beso en los labios, para dirigirse al lugar donde había sido requerido.
Al llegar al lugar, observa que solo es un lugar desolado, al llegar en su caballo solo baja a esperar a esa persona que desea hablar con él, mira su reloj y observa la hora, que solo faltan cinco minutos, para que se diera el tiempo, en el que la misiva decía que llegaría la persona a buscarlo. Y si, en tres minutos más, a lo lejos se veía un cochero que venía a todo galope con los caballos, hasta que se posa frente a él, solo bajándose un hombre con un sobre cerrado, que se le sería entregado.
―Vengo de parte de su excelencia, para entregarle esto en sus manos, aquí dice que, si desea buscarla, solo tendrá que mantener el secreto sobre todo ¿De quién es su madre? También su verdadera identidad deberá ser oculta, si él llega a saber que su madre puede encontrarla, la buscará y acabará con ella. Le será muy fácil, ya que tiene el poder para hacerlo, usted solo decidirá ¿Qué hacer con ella?
―¡Esto es verdad! ―exclamo muy sorprendido, por lo que decía la carta recibida.
―Para desgracia de ella sí… Más vale que la esconda, si es que quiere consérvala, si ella llega a encontrarla, jamás permitirá que la conserve, eso sería como admitir que “tuvo un amante antes de casarse.” Ahí está la ubicación del orfanato, espero que esta sea la última vez, que su excelencia sabe de usted, la próxima no será en buenos términos, no olvide la última vez como le fue. ―Subiendo al cochero de nuevo para irse.
Pasado unos días, visitó aquel lugar observando a lo lejos aquella niña que era su hija, ¡Si su hija, producto de aquel amor del pasado! Solo tenía que buscar la manera, para poder tenerla con él, pero como le habían dicho, sin que nadie supiera ¿Quién era ella?, ¿Quiénes eran sus padres? Cosa que le sería difícil, ya que desde que la vio a lo lejos… Ya la amaba ¡Era su hija!
Su mujer, había ido ya varias veces con la partera, al ver que desde que se casó, no quedaba encinta, ella tenía un desorden desde la adolescencia, que su periodo no llegaba como a las demás jóvenes, ella solo menstruaba un par de veces al año. La partera al revisar, le informó que ni tomando todas las hierbas del mundo, lograría quedar en cinta, ya que su matriz no se había desarrollado normal. Cuando escucho eso de aquella señora, muy respetada, ya que la mayoría de las jóvenes casaderas acudían a ella, para buscar algún remedio para quedar encinta de inmediato o inclusive para no tenerlos.
Algo era seguro, si ella decía que era infértil es porque lo era y jamás podría darle un bebe a su esposo, cuando la encontró llorando desconsolada, en aquel sofá solo corrió para abrazarla y saber ¿Qué le ocurría? El, como buen esposo la consoló, solo le dijo. ―Amor no importa que no tengamos bebes, yo así te amo; si me case contigo no fue para que me dieras bebés, sino para pasar el resto de mis días contigo.
Pero al pasar los días, eso le dio la pauta para hablar con su esposa, sobre una adopción de una niña en especial, a la que cuidaría como suya y llegado el momento, ella sería la heredera de lo que podrían trabajar toda su vida.
―Pero cielo ¿Qué le diremos a las amistades? Si saben que proviene de un orfanato no podremos casarla, eso es súper importante, el hecho de que no tenga familia la niña que adoptaremos ¿Por qué no mejor un niño? ―pregunto a su esposo sonriendo―. Un niño sería más fácil, él no vería lo de la dote, al contrario, buscaríamos a una joven de muy buena familia, para acrecentar la empresa.
―Vamos querida, una niña te imaginas aquí jugando por la casa, además un niño es más difícil educarlo, lo tendría que llevar la empresa, trabajaría conmigo e inclusive mandarlo a estudiar fuera de esta ciudad y tú te quedarías sola, yo quiero que tengas compañía, una niña sería perfecta para nosotros. ―dijo, dándole un beso en la frente a su esposa.
―Bueno si tú piensas que una niña será lo mejor, pues está bien, será como tú digas. ―comento con una sonrisa―. Pero eso sí, su educación será supervisada por mí, tú eres muy consentidor y no quiero una hija caprichosa.
―No quieres a alguien como tu mi vida, si ya parece que la veo igual de caprichosa que tú. ―dijo abrazándola contra su pecho.
―Yo no soy caprichosa, solo que me gusta que me consientas, que eso es diferente. ―dijo abrazándose a su esposo.
―Bien vamos por ella este domingo, ya mandé la misiva a las directoras del orfanato, claro le dije que todo sería en estricto privado, ya que no queremos mancharla, para que más adelante podamos casarla, sin ningún problema.
ﷻ―ﷻ―ﷻ
En un orfanato llamado El sol por la mañana, había dos niñas, que esperaban por una familia para que las adoptaran, ese día era domingo y las dos junto con los demás niños, se encontraban jugando en aquel lugar.
Cuando se escucharon unos gritos, donde las estaban llamando…
―Catalina, Bianca ¿Dónde están? Ya es tarde, no tardan en llegar las familias que vienen a conocerlos. ― Todos los niños, bajaban corriendo para irse a cambiar.
―Catalina baja ya de ese árbol, si la madre Sor Martha, ve que no bajas se va a molestar mucho ―dice Bianca a su hermana, como así le decía, no es que lo fuera solo que llegaron al mismo orfanato, por escaso una semana de diferencia, así que crecieron juntas, desde que tuvieron conciencia, era la razón por lo que se querían como hermanas.
―No Bianca, no quiero ser adoptada, no quiero que nos separen ―comentaba Catalina llenando su cara de tierra, creyendo que, con eso, la familia que llegaba a visitar el orfanato, desistiría que se la llevaran.
―Pues yo sí quiero, así que yo ya me voy a cambiar ―dijo Bianca, corriendo haciendo caso a la madre Sor Teresa, que ya las había llamado al igual que la madre Martha.
Catalina miraba el horizonte, había soñado con ser adoptada, pero no quería dejar a Bianca sola, ella era su hermana, pero tenía que suceder, en algún tiempo no muy lejano, así que muy a su pesar solo fue a cambiarse.
―Bueno niñas, que esperan para ir a cambiarte, ya no tardan en llegar las personas que quieren adoptar a uno de ustedes, así que vamos Catalina ve a cambiarte y bajas para poderte peinarte, por cierto, lava esa cara que así no le vas a gustar a nadie. ―dijo Sor Teresa, que les daba indicaciones.
Después de dos horas llegaba una familia, un matrimonio que quería adoptar a una niña en especial, entraron y recorrieron el lugar, dejando su contribución, todos los niños hacían fila, uno a uno los fueron viendo, hasta que se pararon en frente de Bianca.
―¿Cómo te llamas pequeña? ―pregunto Janes Bennett, que le pareció que tenía una cara angelical, sin saber que su esposo, ya tenía a la niña indicada a la que se llevarían.
―Me llamo Bianca ―contestó muy sonriente, con una mirada de ilusión.
―Mmm, ere muy bonita Bianca ―dijo caminando, más adelante al ver a una niña rubia con el cabello alborotado, hasta que llegó con ella, Catalina solo miraba el suelo, con su zapato rascaba el piso, cuando se paró enfrente de ella, la miró y con su mano levantó su rostro – pero que niña tan linda, dime ¿Cómo te llamas? ―pregunto Janes muy sonriente.
―Catalina, mi nombre es Catalina, pero si me quiere adoptar tendrá que adoptar también a Bianca, ya que yo no me voy sin ella. ―El señor Bennett, que estaba junto a su esposa al escuchar lo que dijo Catalina, solo contesto…
―Vaya, mira nada mas jajjajajajaj me estás condicionando, si aún no sé, si te quiero adoptar.―dijo observándola de cerca, sus ojos verdes que se le hacían muy conocidos, hasta sentía que el corazón se le iba a salir de la emoción, si era la viva imagen de aquella mujer a la que amo tanto.
―No, entonces ¿Qué hace aquí? Si es que no quiere adoptar un niño ―dijo tocando sus cara con ambas manos ―¡Oh por Dios! Ustedes quieren un niño ¿No es así? ―pregunto deduciendo que no íbamos por una niña.
―Buena pregunta, pero no; mi esposa y yo si estamos buscando adoptar una niña, pero bueno ya que lo mencionas, tienes razón porque no llevar dos. ―dijo sonriendo, al ver que esa niña era muy desinhibida, muy parecida a su madre en todos los aspectos.
―Pero querido ¿Crees que podamos con dos? Digo sabes la situación, me refiero a las dotes. ―dijo Janes a su esposo, pensando que dos sería muchísima responsabilidad.
―Sí querida, en el transcurso del tiempo iremos viendo ¿Qué hacemos? Vamos hermana, vamos a ver los papeles, para adoptar a las dos pequeñas. ―Era el primer capricho que le cumpliría a su hija, uno de los muchos que le precedieron después de este, ya que si estaba en sus manos le cumpliría, cada uno de todo lo que ella le pidiera. Estaba consciente de que quizás, no estaría haciendo bien, pero “era su hija” y ya había sufrido en ese lugar ¿Quién sabe qué cosas? Soledad, hambre, falta de juguetes y él había trabajado mucho, tenía con qué solventar todos sus gastos, así que de ahora en adelante trataría de que su hija, fuera feliz y si quería a su amiga cerca, pues eso tendría.
―Sí, señor Bennett, me da gusto que se hayan decidido por las dos, ellas son muy buenas niñas, ambas dotadas de una belleza que hará, que cuando crezcan tengan muy buenos prospectos, que no creo que se le dificulte casarlas.
―Sí, lo sé… ‹‹ Sobre todo mi hija, que heredó la belleza de su madre, muy parecida a ella como dos gotas de agua›› ―Bueno vamos hermana, firmamos y espero que esos documentos, quedan enterrados por su bien.
―Por supuesto señor Bennett, jamás haremos algo para perjudicarlas, al contrario, esta oportunidad que les están dando, nos da mucha alegría, sabemos que estarán en muy buenas manos.
Las dos niñas brincaban de alegría, las dos sonreían. ― Ya tenemos padres, ya tenemos padres.
Las dos niñas, les llevaron ropa y una mucama se encargó de vestirlas, cuando estuvieran listas, las subieron con ellos en el cochero, ya eran hijas de una familia de renombre “Los Bennett.” Y sobre todo tenían una familia.
―Jean Bennett, les dijo que de ahora en adelante serían sus hijas y que tendrían que decir que una de ellas era hija de una prima, que había muerto y que la otra era hija de la hermana de su esposo, que había quedado viuda, pero que ella ya no se había podido hacer cargo de ella. Así más adelante, pudieran casarlas sin perjuicios, ya que la gente con la que ellos se codeaban, pudiera ser escandaloso si sabían que venían de un orfanato.
Con el pasar del tiempo, la empresa del señor Bennett, había crecido a paso a agigantados y sus amistades también, ya eran nombradas como una de las familias más prominentes de Chicago, cosa que para sus hijas eso era un plus, en la loca carrera de conseguir marido.
El señor Bennett, con tal de no tener una pelea una con ella, dejó que su esposa se hiciera cargo de las dos niñas, eso sí, su educación iba ser de calidad, para más adelante pudieran casarlas sin ningún problema. De eso se encargaría su esposa, de educarlas como unas señoritas de la alta sociedad, así como ella fue educada pero aún más que ella, los tipos en cuestión debían ser de una muy buena familia. No esperaría menos, ya que las educaría para que fueran excelentes esposas y pudieran tener un matrimonio, tan exitoso como el de ella.
Cuando llegaron a la inmensa casa, las dos niñas ni siquiera podían creerlo, ya que nunca imaginaron ser adoptadas por una familia rica, desde que llegaron cada uno de sus padres se hizo a cada una de sus hijas, la alegría se dejaba ver por doquier, ya que se escuchaban las risas por toda la casa.
La señora Bennett las había escogido, ya que se veían que eran niñas, que en un futuro se convertirían en unas jóvenes de inmensa belleza, sobre todo Catalina, que su rubio cabello natural, su piel blanca y sus ojos verdes hacían resaltar de cualquier niña de su edad. Aún más que Bianca que, aunque igual era muy bonita, pero siempre Catalina, sobresalía en belleza. Janes Bennett intuía que su ahora hija Catalina, iba ser la que concertará el mejor matrimonio de la sociedad de Chicago.
―Dime Jean ¿Cómo fue que tuviste que hacerte cargo de tus sobrinas?
-Bueno Cecilia, ahora ya son mis hijas, si una de ellas es hija de una prima que falleció y la otra es hija de la hermana de mi esposo, que enviudó, su esposo no le dejó nada. Todo se lo quedó la familia de su esposo, así que mi esposo se tuvo que hacer cargo de la niña, su hermana se recluyó en un convento, no soportaba tanto dolor. ―dijo con cara afligida, como si fuera verdad lo que estaba diciendo.
―Que mal, pero bueno la alegría llego a tu casa, míralas tan lindas, pero ya deberías buscar la manera de concertar un matrimonio, digo no creo que se te haga difícil, las dos están hermosas, pero sobre todo la de ojos verde, es la más bonita. ―dijo Cecilia, observando como la institutriz, le enseñaba cómo tomar la taza de té.
―Sí, lo sé, pero mi esposo aun no quiere hacer eso, él tiene otras ideas, dice que en cuanto crezcan ya tendrán esa oportunidad. ―comenta Janes, muy contenta por la elección que hicieron.
―Bueno eso sí, no lo dudes, además con lo bonitas que son, no creo que les falten pretendientes, bueno empezando por mi hijo Jeffrey, que lo acabamos de mandar a un colegio en Nueva York, para que aprenda de negocios y ayude a su padre. Mi otro hijo Gabe, el bueno como es el mayor, ya está estudiando en Londres. ―dijo Cecilia Strohs una de las mujeres más renombradas de la ciudad, por estar casada con un importante empresario cervecero.
―Ya tan pronto, digo Jeffrey apenas tiene 10 años y Gabe 14, no crees que es demasiado pronto. ―dijo Janes, al ver cómo habían tomado una decisión, sobre sus hijos como esas.
―¡Oh no, al contrario! Ya nos estábamos tardando, ya que el tiempo pasa rapidísimo, deben aprender a ser buenos en los negocios y acrecentar la fortuna de la familia Strohs querida. ― dijo tomando su taza de té, para llevarla a su boca―. Nuestra fortuna debe quedar en buenas manos, además que quiero una joven que de una buena dote, si es que se quiere casar con alguno de mis hijos. ―dijo levantando una de sus cejas, haciéndole esa mención a Janes por si querían concertar un matrimonio, más adelante con alguno de sus hijos, pensara que debían dar una muy buena cantidad, como dote.
Continuará…