Subimos a la habitación, dispuestos a recoger todas las maletas. En ella aún se veían cosas que, seguramente, a Lucas le gustaría llevarse. Esos pequeños jabones de la Patrulla Canina, por ejemplo. —Lucas, mira lo que ha encontrado papá —le digo, mostrándole los jabones de muestra—. ¿Cuál quieres? —pregunto con una sonrisa, como si nada hubiera pasado. —Los dos. Uno para mí y el otro para el tete —responde alargando la mano para cogerlos. Lucas, a pesar de ser tan pequeño, se había adaptado perfectamente a Iván, como si llevaran toda la vida juntos. Me alegraba mucho que todo estuviera yendo tan bien entre ellos. —Lucas, ven un momento. Papá quiere decirte algo —le llamo. Enseguida viene, con su pastilla de jabón en la mano. —Cariño, sé que tal vez no entiendas esto que voy a decirte,

