Cuando ella terminó de vomitar, finalmente se alejó del baño, tratando de parecer tranquila a pesar de lo poco elegante que acababa de vomitar y lo borracha que seguía estando.
Renzo le soltó el pelo pegajoso, cogió una toalla limpia, la mojó con el agua del lavabo y se la dio para lavarse la cara. Ella se pasó el paño por la boca y la barbilla, y luego se miró a sí misma, encogiéndose de miedo al ver su ropa sucia.
—Eso fue asqueroso —murmuró avergonzada mientras lo miraba desde donde aún estaba sentada en el suelo—. Y ahora... y ahora estoy toda asquerosa y no me desearás.
La verdad es que su Angelo se veía como una mierda y olía igual de mal.
—Sí, eres un desastre, de acuerdo —dijo, con un toque de sarcasmo en su voz.
Ella se animó un poco, una sonrisa pícara curvando la comisura d
