CAPÍTULO 10: TRES DÍAS DE MALOS PENSAMIENTOS

1302 Palabras

Lucía miró fijamente el rosario de plata que Renzo le había enviado con la sirvienta que le había llevado el desayuno la mañana anterior. «El señor me ha pedido que le entregue esto para sus rezos», —le dijo la sirvienta al entregarle el rosario. Lucía no lo entendía del todo. Ese hombre parecía un demonio, la tenía allí encerrada en contra de su voluntad, sin devolverle su libertad, como un cruel captor mantiene a su presa. Todo eso le gritaba que él era malo, perverso... un monstruo. Pero luego tenía ese tipo de gestos amables con ella y, no podía negarlo, hasta ese momento no le había hecho ningún daño, y eso le hacía pensar todo lo contrario. Que era bueno. La primera mañana de cautiverio le envió mucha ropa: todos vestidos sencillos, pero bonitos, que la hacían parecer la joven ino

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