S E I S

1138 Palabras
Verónica —Eres tan hermoso, como tú tia—le sonrió a mi pequeño sobrino. Este me mira con una sonrisa en su rostro, mostrando sus pequeños hoyuelos. —Vamos a comer—insto Le doy mi mano para ayudarlo a ponerse de pie. El no me presta atención, sigue concentrado en sus juguetes. —Lucas—pronuncio su nombre. Sigue sin hacerme caso omiso —Lucas—repito nuevamente. El se pone de pie y sale corriendo a la sala, voy detrás de el siguiendole el juego. —Lucas.... Miro la sala vacía, no está, no hay nadie, frunzo el ceño. —Mateo, Lucas.... Un escalofrio me recorre cada parte de mi cuerpo entero —Estan muertos, yo los mate—susurra una voz siniestra en mi oído. Abro mis ojos exaltada, miro a mi alrededor asustada. Me despierto en la misma habitación , con paredes grises y una cama grande en el centro. La luz del sol se filtra a través de las cortinas cerradas, creando un ambiente sombrío. —Shhh tranquila estoy aquí—el desconido me atrae hacia su cuerpo. —! Apártate!—trato de soltarme de su agarre. No quiero que suceda lo mismo de enante pero mi cuerpo no coopera. —Anoche no decías eso, pequeña—susurra en mi odio logrando erizar mi cuerpo. Mi rostro se calienta. —Quiero ir a mi casa—pronucio, mientras fijo mi vista en sus ojos, de un color n***o, son tan negros que no reflejan absolutamente nada. —Esta es tu casa—sonrie mostrando su perfecta dentadura—Eres mi pareja, Verónica. La luna de mi manada Lo miro confundida. —Oh, claro que no, me tienes aquí en contra de mi voluntad... —Eres mía—trata de besarme y lo esquivo, ahora me siento sobre la cama. —¡Quiero ir a mi casa, ahora!—demando con fuerza, sin importar nada. El sujeta mi rostro —¡Esta es tu casa!—repite recalcando cada palabra—No quiero repetirlo de nuevo, ya eres mía, no jodas. Por inercia, escupo su rostro. Plaf Un ardor se extiende en un lado de mi rostro, y una lágrima desciende de mis ojos, por el ardor en mi mejilla. Lo miro en shock. —Lo siento pequeña..—me atrae a su cuerpo. Lo mismo decía mi madre, cada vez que me golpeaba. Lo siento pequeña y lo seguía haciendo. Nunca olvidaré las palizas que me daba, por el simple hecho de ser la copia exacta de mi padre. Mi respiración se empieza a descontrolar. El pánico se empieza a poderar de mi cuerpo. —Shhh.... Pequeña, eres mi Luna, eres mi mate, eres mía. —Auch—me quejo al sentir sus dientes claverse en mi hombro. Me siento un escalofrío recorrer mi espalda. —No quiero ser tuya—digo, intentando alejarme. Pero Damián es demasiado rápido. Me agarra del brazo y me atrae hacia él. —Eres mía—repite, su aliento en mi oído. —Eres un maldito animal—alegue, tratando de alejarme de el, ahora solo siento odio y asco. —Lose y te lo voy a demostrar— se pone de pie mientras se quita la camisa que trae puesta. Sus ojos cambian de color, dorados. Brillantes Esos ojos...... Que rayos. —¡Maldicion!—grito asustada, al ver un lobo sobre mi cuerpo. —¡Auxilio!... Trato de protegerme —!Maldito monstruo, alejate de mi !—sollozo con fuerza, tirándole la almohada. Gruñe. La última vez que le dije monstruo a una persona fue a mi madre, cuando intento quitarme la vida estando borracha, cuando recupero la cordura se suicidó. El lobo inmenso de un pelaje n***o, emite una aura intimidante y poderosa. Este ruge con fuerza, trato de taparme los oidos por el fuerte sonido que emite. —¡Nunca vuelvas a llamarme monstruo!—escucho la voz del desconocido—Mi nombre es Damián. Con el cuerpo tembloroso, y tratando de buscar una explicación, abro los ojos que por inercia los había cerrado, por el miedo. —¡Soy un hombre lobo, el alfa, y tu eres mi mate, la luna de mi manada!—vocifera con esa voz ronca y fuerte. La cual estremece cada parte de mi cuerpo. —¡Eres un monstruo!—masculle temblando de miedo, asimilando la situación. —Sacame de aquí —empiezo a llorar, sujeto con fuerza las sábanas y trato de cubrirme. El me toma de los hombros y doy un grito agudo. —¡No me hagas daño por favor!—suplico con el corazón latiendo a mill. Siento que mi corazón en cualquier momento explotara. —No te preocupes, pequeña. Estás segura aquí. Eres mía ahora.—gruñe. El se aleja maldiciendo sale de la habitación y cierra la puerta con fuerza, está se agrieta. —Esto, no puede estar pasando—mi cuerpo entero luce tembloroso, salgo de la cama, y caigo, no puedo sentir mis piernas. —¡Porque me está sucediendo esto a mi!—balbuceo mientras las lágrimas calientes se deslizan por mi rostro. No puedo detener los temblores de mi pierna y de mi cuerpo entero. La sola idea de pasar otra noche en esta casa me aterra. Tengo que escapar.... Verónica —Eres tan hermoso, como tú tia—le sonrió a mi pequeño sobrino. Este me mira con una sonrisa en su rostro, mostrando sus pequeños hoyuelos. —Vamos a comer—insto Le doy mi mano para ayudarlo a ponerse de pie. El no me presta atención, sigue concentrado en sus juguetes. —Lucas—pronuncio su nombre. Sigue sin hacerme caso omiso —Lucas—repito nuevamente. El se pone de pie y sale corriendo a la sala, voy detrás de el siguiendole el juego. —Lucas.... Miro la sala vacía, no está, no hay nadie, frunzo el ceño. —Mateo, Lucas.... Un escalofrio me recorre cada parte de mi cuerpo entero —Estan muertos, yo los mate—susurra una voz siniestra en mi oído. Abro mis ojos exaltada, miro a mi alrededor asustada. Me despierto en la misma habitación , con paredes grises y una cama grande en el centro. La luz del sol se filtra a través de las cortinas cerradas, creando un ambiente sombrío. —Shhh tranquila estoy aquí—el desconido me atrae hacia su cuerpo. —! Apártate!—trato de soltarme de su agarre. No quiero que suceda lo mismo de enante pero mi cuerpo no coopera. —Anoche no decías eso, pequeña—susurra en mi odio logrando erizar mi cuerpo. Mi rostro se calienta. —Quiero ir a mi casa—pronucio, mientras fijo mi vista en sus ojos, de un color n***o, son tan negros que no reflejan absolutamente nada. —
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